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Testimonios Selectos Tomo 3 - Contents
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    Capítulo 17—Andad en la luz

    Me fué revelado que los hijos de Dios moran demasiado bajo una nube. No es su voluntad que ellos vivan en incredulidad. Jesús es luz, y en él no hay ningunas tinieblas. Sus hijos son hijos de la luz. Son renovados a su imagen, y llamados de las tinieblas a su luz admirable. El es la luz del mundo, y lo mismo son los que le siguen. No deben andar en tinieblas, sino tener la luz de la vida. Cuanto más lucha el pueblo de Dios para imitar a Cristo, con tanto mayor perseverancia será perseguido por el enemigo; pero el estar cerca de Cristo lo fortalece para resistir los esfuerzos que hace nuestro astuto enemigo para apartarlo de Cristo.3TS 77.1

    Me fué mostrado que se hacen demasiadas comparaciones entre nosotros mismos, tomando a hombres falibles por nuestro modelo, cuando tenemos un Dechado seguro e infalible. No debemos medirnos por el mundo, ni por las opiniones de los hombres, ni por lo que éramos antes de aceptar la verdad. Pero nuestra fe y nuestra posición en el mundo, tal como son ahora, deben compararse con lo que habrían sido si nuestra senda hubiese sido siempre hacia adelante y hacia arriba desde que profesamos seguir a Cristo. Esta es la única comparación que puede hacerse sin peligro. En cualquier otra que se haga, habrá engaño. Si el carácter moral y el estado espiritual de los hijos de Dios no corresponden a las bendiciones, privilegios y luz que él les ha concedido, son pesados en la balanza, y los ángeles los declaran faltos.3TS 77.2

    En el caso de algunos, parece serles oculto el conocimiento de su verdadero estado. Ven la verdad, pero no perciben su importancia ni sus requerimientos. Oyen la verdad, pero no la comprenden plenamente, porque no amoldan su vida a ella, y por lo tanto no son santificados por obedecerla. Y sin embargo, permanecen tan despreocupados y satisfechos como si delante de ellos fuese la nube de día y la columna de fuego de noche como señales del favor de Dios. Profesan conocer a Dios, pero en sus obras le niegan. Se declaran su pueblo escogido y peculiar, pero su presencia y poder de salvar hasta lo sumo, se manifiestan rara vez en ellos. ¡Cuán grandes son las tinieblas de los tales! Sin embargo, no lo saben. La luz resplandece, pero no lo comprenden. No hay mayor engaño que pueda seducir a la mente humana que aquel que hacer creer a los hombres que están perfectamente bien y que Dios acepta sus obras cuando están pecando contra él. Toman la forma de la piedad por el espíritu y poder de ella. Suponen que son ricos y no necesitan nada, cuando son pobres, miserables, ciegos y desnudos, y lo necesitan todo.3TS 77.3

    Hay quienes profesan seguir a Cristo, y, sin embargo, no hacen ningún esfuerzo en las cosas espirituales. En cualquier empresa mundanal, realizan esfuerzos y manifiestan ambición para lograr su objeto, y obtener el fin deseado; pero en la empresa de la vida eterna, donde todo está en juego y su felicidad eterna depende de su éxito, obran con tanta indiferencia como si no fuesen agentes morales, como si otro estuviese jugando el juego de la vida por ellos, y no tuviesen nada que hacer sino aguardar el resultado. ¡Oh, qué insensatez! ¡Qué locura! Si todos quisieran tan sólo manifestar aquel grado de ambición, celo y fervor para la vida eterna que manifiestan en sus empresas mundanales, serían vencedores y victoriosos. Vi que cada uno debe obtener experiencia por sí mismo, cada uno debe desempeñar bien y fielmente su parte en el juego de la vida. Satanás aguarda su oportunidad para arrebatar las gracias preciosas cuando estamos desprevenidos, y tendremos que sostener un severo conflicto con las potestades de las tinieblas para retenerlas, o para recuperar una gracia celestial si por falta de vigilancia la perdemos.3TS 78.1

    Pero me fué mostrado que es privilegio de los creyentes obtener fuerza de Dios para retener todo don precioso. La oración ferviente y eficaz será respetada en el cielo. Cuando los siervos de Cristo toman el escudo de la fe para defenderse, y la espada del Espíritu para la guerra, hay peligro en el campamento del enemigo, y algo debe hacerse. La persecución y el oprobio están en acecho de aquellos que están dotados de poder de lo alto, para ponerlo en acción. Cuando la verdad, en su sencillez y fuerza, prevalece entre los creyentes y ejerce su influencia contra el espíritu del mundo, será evidente que no hay concordia entre Cristo y Belial. Los discípulos de Cristo deben ser ejemplos vivos de la vida y el espíritu de su divino Maestro.3TS 78.2

    Los jóvenes y los ancianos tienen que sostener un conflicto, una guerra. No tienen que dormirse ni por un momento. Un enemigo astuto está constantemente alerta para descarriarlos y vencerlos. Los que creen en la verdad presente deben ser tan vigilantes como su enemigo y manifestar sabiduría para resistir a Satanás. ¿Lo harán? ¿Perseverarán en esta guerra? ¿Serán cuidadosos para apartarse de toda iniquidad? Cristo es negado de muchas maneras. Podemos negarle hablando de una manera contraria a la verdad, hablando mal de otros, conversando insensatamente o bromeando, o mediante palabras ociosas. En estas cosas manifestamos poca astucia o prudencia. Nos debilitamos a nosotros mismos; nuestros esfuerzos son débiles para resistir a nuestro gran enemigo, y somos vencidos. “De la abundancia del corazón habla la boca.” Y por falta de vigilancia, confesamos que Cristo no está en nosotros. Aquellos que vacilan en cuanto a dedicarse sin reserva a Dios, no siguen fielmente a Cristo. Le siguen a una distancia tan grande que la mitad del tiempo no saben realmente si están siguiendo en sus pisadas o en las del gran enemigo. ¿Por qué tardamos tanto en renunciar a nuestro interés en las cosas de este mundo, y a tomar a Cristo por nuestra única suerte? ¿Por qué habríamos de desear conservar la amistad de los enemigos de nuestro Señor, y seguir en sus costumbres, diciendo ser guiados por sus opiniones? Debemos entregarnos completamente y sin reserva a Dios, apartarnos del amor del mundo y de las cosas terrenales, o no podremos ser discípulos de Cristo.3TS 79.1

    La vida y el espíritu de Cristo son la única norma de excelencia y perfección; y la única conducta segura que podamos seguir es su ejemplo. Si así lo hacemos, él nos guiará con sus consejos, y más tarde nos recibirá en la gloria. Debemos contender con diligencia, y estar dispuestos a sufrir mucho a fin de andar en las pisadas de nuestro Redentor. Dios está dispuesto a trabajar por nosotros, a darnos su libre Espíritu, si luchamos para obtenerlo, vivimos por él, creemos por él; y entonces podremos andar en la luz, como él está en luz. Podremos regocijarnos en su amor, y beber de su rica plenitud. 3TS 80.1

    *****

    Dios quiere que su pueblo sea la luz del mundo, la sal de la tierra. El plan de congregarse en grandes Números, de componer una iglesia grande, ha contraído su influencia y su esfera de utilidad, y está poniendo literalmente su luz bajo un almud. Es designio de Dios que el conocimiento de la verdad llegue a todos, que nadie permanezca en las tinieblas, ignorante de sus principios; sino que todos sean probados por ella, y decidan por o contra ella, que todos sean amonestados y dejados sin excusa. El plan de colonización o de trasladarse de diferentes localidades donde hay poca fuerza e influencia, y concentrar la influencia de muchos en una localidad, elimina la luz de lugares donde Dios quiere que brille.—Testimonies for the Church 2:633.3TS 80.2

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