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Testimonios Selectos Tomo 3 - Contents
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    Capítulo 32—La iglesia de Laodicea

    El mensaje a la iglesia de Laodicea es una denuncia sorprendente, y se aplica al pueblo de Dios actual.3TS 143.1

    “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, o caliente! Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo.”3TS 143.2

    El Señor nos muestra aquí que el mensaje que ha de ser dado a su pueblo por los ministros que él ha llamado para que amonesten a la gente, no es un mensaje de paz y seguridad. No es meramente teórico, sino práctico en todo detalle. En el mensaje a los laodiceos, los hijos de Dios son presentados en una posición de seguridad carnal. Están tranquilos, creyéndose en una exaltada condición de progreso espiritual. “Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo.”3TS 143.3

    ¡Qué mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza de que en ellos todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste engaño, aunque sincero en esa creencia. No sabe que su condición es deplorable a la vista de Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige se están lisonjeando de que se encuentran en una exaltada condición espiritual, el mensaje del Testigo Fiel quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera condición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. El testimonio, tan penetrante y severo, no puede ser un error, porque es el Testigo Fiel el que habla y su testimonio debe ser correcto.3TS 143.4

    A los que se sienten seguros en sus progresos, los que se creen ricos en conocimiento espiritual, les es difícil recibir el mensaje que declara que están engañados y necesitados de toda gracia espiritual. El corazón que no ha sido santificado es engañoso “más que todas las cosas, y perverso.” Me fué demostrado que muchos se están lisonjeando de que son buenos cristianos, aunque no tienen un solo rayo de la luz de Jesús. No tienen una viva experiencia personal en la vida divina. Necesitan humillarse profunda y cabalmente delante de Dios antes de sentir su verdadera necesidad de esfuerzos fervientes y perseverantes para obtener los preciosos dones del Espíritu.3TS 144.1

    Dios conduce a su pueblo paso a paso. La vida cristiana es una constante batalla y una marcha. No hay descanso de la lucha. Es por esfuerzos constantes e incesantes cómo mantenemos la victoria sobre las tentaciones de Satanás. Como pueblo, estamos triunfando en la claridad y fuerza de la verdad. Somos plenamente sostenidos en nuestra posición por una abrumadora cantidad de testimonios bíblicos claros. Pero somos muy deficientes en humildad, paciencia, fe, amor, abnegación, vigilancia y espíritu de sacrificio según la Biblia. Necesitamos cultivar la santidad bíblica. El pecado prevalece entre el pueblo de Dios. El claro mensaje de reprensión enviado a los laodiceos no es recibido. Muchos se aferran a sus dudas y pecados predilectos, a la par que están tan engañados que hablan y sienten como si no necesitasen nada. Piensan que es innecesario el testimonio de reproche del Espíritu de Dios, o que no se refiere a ellos. Los tales se hallan en la mayor necesidad de la gracia de Dios y de discernimiento espiritual para poder descubrir su deficiencia en el conocimiento espiritual. Les falta casi toda calificación necesaria para perfeccionar un carácter cristiano. No tienen un conocimiento práctico de la verdad bíblica, lo cual conduce a la humildad en la vida y a una conformidad de la voluntad a la de Cristo. No viven obedeciendo todos los requisitos de Dios.3TS 144.2

    No es suficiente el simple hecho de profesar creer la verdad. Todos los soldados de la cruz de Cristo se obligan virtualmente a entrar en la cruzada contra el adversario de las almas, a condenar lo malo y sostener la justicia. Pero el mensaje del Testigo Fiel revela el hecho de que embarga a nuestro pueblo un terrible engaño que obliga a presentarle amonestaciones para que quebrante su sueño espiritual, y se despierte a cumplir una acción decidida.3TS 145.1

    En mi última visión me fué mostrado que este mensaje decidido del Testigo Fiel no ha cumplido aún el designio de Dios. La gente duerme en sus pecados. Continúa declarándose rica, y sin necesidad de nada. Muchos preguntan: ¿Por qué se dan todos estos reproches? ¿Por qué los Testimonios nos acusan continuamente de apostasía y graves pecados? Amamos la verdad; estamos prosperando; no necesitamos esos testimonios de amonestación y reproche. Pero miren sus corazones estos murmuradores y comparen su vida con las enseñanzas prácticas de la Biblia, humillen sus almas delante de Dios, ilumine la gracia de Dios las tinieblas, y caerán las escamas de sus ojos y se percatarán de su verdadera pobreza y miseria espirituales. Sentirán la necesidad de comprar oro, que es la fe y el amor puro; ropa blanca, que es el carácter inmaculado, purificado en la sangre de su amado Redentor; y colirio, que es la gracia de Dios, y que les dará un claro discernimiento de las cosas espirituales para descubrir el pecado. Estas cosas son más preciosas que el oro de Ofir.3TS 145.2

    Me ha sido mostrado que la mayor razón por la cual los hijos de Dios se encuentran ahora en este estado de ceguera espiritual, es que no quieren recibir la corrección. Muchos han despreciado los reproches y amonestaciones a ellos dados. El Testigo Fiel condena el estado tibio de los hijos de Dios, que da a Satanás gran poder sobre ellos en este tiempo de espera y vigilancia. Los egoístas, los orgullosos y los amantes del pecado no son nunca asaltados por dudas. Satanás sabe sugerir dudas e idear objeciones al testimonio directo que Dios envía, y muchos piensan que es una virtud, un indicio de inteligencia en ellos ser incrédulos, dudar y argüir. Los que desean dudar tendrán bastante oportunidad de hacerlo. Dios no se propone suprimir toda ocasión para la incredulidad. El da pruebas, que deben ser investigadas cuidadosamente con una mente humilde y un espíritu susceptible de enseñanza, y todos deben decidir por el peso de las evidencias.3TS 145.3

    La vida eterna es de valor infinito y nos costará todo lo que tenemos. Me fué mostrado que no estimamos debidamente las cosas eternas. Todo lo que es digno de posesión, aun en este mundo, debe obtenerse mediante esfuerzo y a veces por el sacrificio más penoso. Y ello es tan sólo para obtener un tesoro perecedero. ¿Estaremos menos dispuestos a soportar conflictos y trabajos, y a hacer esfuerzos fervientes y grandes sacrificios, para obtener un tesoro que es de valor infinito y una vida que se mide con la del Infinito? ¿Puede el cielo costarnos demasiado?3TS 146.1

    La fe y el amor son tesoros áureos, elementos que faltan en gran manera entre el pueblo de Dios. Me ha sido mostrado que la incredulidad en los testimonios de amonestación, estímulo y reproche, está apartando la luz del pueblo de Dios. La incredulidad está cerrando sus ojos para que ignoren su verdadera condición. El Testigo Fiel describe así su ceguera: “Y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo.”3TS 146.2

    La fe en la pronta venida de Cristo se está desvaneciendo. “Mi señor se tarda en venir,” es no sólo lo que se dice en el corazón, sino que se expresa en palabras y muy definidamente en las obras. En este tiempo de vigilia, el estupor está obscureciendo los sentidos del pueblo de Dios en cuanto a las señales de los tiempos. La terrible iniquidad que abunda requiere la mayor diligencia y el testimonio vivo para impedir que el pecado penetre en la iglesia. La fe ha estado disminuyendo en un grado temible, y es únicamente por el ejercicio cómo puede aumentar.3TS 146.3

    Cuando nació el mensaje del tercer ángel, los que se dedicaban a la obra de Dios tenían algo que arriesgar; tenían que hacer sacrificios. Empezaron esta obra en la pobreza, y sufrieron las mayores privaciones y oprobios. Afrontaban una oposición resuelta que los impulsaba hacia Dios en su necesidad y mantenía viva su fe. Nuestro actual plan de la benevolencia sistemática [los diezmos y las ofrendas] sostiene ampliamente a nuestros predicadores y no hay necesidad de que ellos ejerzan fe en que serán sostenidos. Los que ahora emprenden la predicación de la verdad, no tienen nada que arriesgar. No corren peligros, ni tienen que hacer sacrificios especiales. El sistema de la verdad está listo y a la mano, y se les provee de publicaciones que defienden las verdades que ellos promulgan.3TS 147.1

    Algunos jóvenes empiezan sin tener un sentimiento real del exaltado carácter de la obra. No tienen que soportar privaciones, penurias ni severo conflicto que requerirían el ejercicio de la fe. No cultivan la abnegación práctica, ni albergan un espíritu de sacrificio. Algunos se están poniendo orgullosos y engreídos, y no tienen ninguna verdadera preocupación por la obra. El Testigo Fiel dice a estos ministros: “Sé pues celoso, y arrepiéntete.” Algunos de ellos están tan engreídos en su orgullo que son realmente un estorbo y una maldición para la preciosa causa de Dios. No ejercen una influencia salvadora sobre los demás. Estos hombres necesitan convertirse cabalmente a Dios ellos mismos, y ser santificados por las verdades que presentan a otros.3TS 147.2

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