Capítulo 22—A un gerente de sanatorio
Dos personas con igual culpa—En horas de la noche lo vi en compañía de la matrona de la institución. A juzgar por las mutuas atenciones, Uds. dos podrían haber sido marido y mujer. La conducta de uno para con el otro estaba mal a la vista de Dios, y mi corazón se apesadumbró debido a la situación. Me pregunté: “¿Quién los fascinó para que no obedecieran la verdad?” Dios ha sido desagradado. Han contristado su Santo Espíritu. La hermana N nunca más será lo que una vez fue. Ambos son culpables delante de Dios.—Carta 30, 1887, (11 de junio de 1887).TCS 169.1
Los ministros no están exentos de sospecha y tentación—El pastor M ha sido muy imprudente con la señorita o hermana N, y yo he tratado esta familiaridad con decisión, en el temor de Dios y sintiendo sobre mí una pesada carga. El declaró que era un privilegio para el gerente viajar en el carruaje con la matrona; y me dijo, muy apesadumbrado, que hubo muchos comentarios entre los hermanos porque él siempre llevaba a la hermana N a las reuniones. Cuando se levantó el asunto en la reunión campestre de Oakland, en presencia de unas veinte personas, él trató de justificarse diciendo que le habían hablado de los viajes que él realizaba con la hermana N sin la presencia del esposo, pero que él no consideraba que ello fuera un error moral, por lo tanto continuó haciéndolo.TCS 169.2
Fue entonces cuando me puse de pie y le dije con franqueza que no lo consideraba como un cristiano bíblico, que la Palabra de Dios era explícita en cuanto a que debemos abstenernos aun de la apariencia de mal, y que no debemos actuar de manera que atraigamos reproches a la causa de Dios. Pero él, sabiendo que había habido muchos comentarios en torno a su estrecha asociación con la esposa de otro hombre, no había tratado de evitar su manera de conducirse, sino que atraía reproches y trataba de justificarse. Si él hubiera visto a otro hombre tomándose las mismas libertades con su esposa cuando ella dejaba su trabajo, se habría sentido indignado. Si él hubiese visto a cualquiera de los hombres conectados con la institución, jóvenes o de más edad, intimando de esa manera con mujeres casadas o solteras, se habría dado cuenta del mal que estaba haciendo y, sin palabras suaves, habría dado un corte al asunto.TCS 170.1
Declaró que él habría obrado así pero, como era un ministro, pensó que estaría por encima de sospechas y tentaciones y que, por lo tanto, estaba bien en él hacer lo que en otro podría considerarse como un pecado. Reconoció que esta manera de razonar era errónea pero cada vez que se hablaba del asunto, presentaba excusas.—Carta 53, 1888, (10 de febraro de 1888).TCS 170.2
Si no hay confesión no hay conversión—Estimado hermano Church: Ud. podría preguntarse si me ha sido presentado el caso peculiar del pastor M y la señorita N.TCS 170.3
Si yo tuviera aquí conmigo mi diario, escrito en ocasión de mi último viaje a Dinamarca, Noruega y Suecia, podría leerle algo de lo que allí está escrito. En visiones de la noche yo pasaba por los cuartos de la institución, y vi las mismas escenas que se llevaron a cabo en relación con la familiaridad entre hombres y mujeres. Sentí una gran angustia en mi alma, y me levanté y escribí sobre el asunto a la una de la mañana...TCS 170.4
En determinada ocasión me fue mostrado que el Espíritu del Señor había obrado sobre quienes estaban relacionados con la institución, y se produjeron algunas confesiones. Estaban reunidos en una situación de adoración. El pastor M estaba de pie, y el Espíritu de Dios estaba impresionando profundamente su corazón para que confesara y saliera de las tinieblas a la luz. Pero sólo habló en términos generales. De ninguna manera limpió su alma de las manchas de error por su relación con la hermana N. Por unos momentos tembló ante las impresiones del Espíritu de Dios, pero rehusó humillar su alma ante Dios levantando en alto la cruz.TCS 171.1
Una senda divergente bajo el liderazgo de Satanás—Desde entonces comenzó a andar en tinieblas, contra la luz y la verdad. Ejercía una influencia modeladora sobre la hermana N. Ella sintió alguna vez que jamás podría ser libre, a menos que hiciera una confesión humilde. Pero el pastor M arreglaba las cosas como para agradarse a sí mismo. Podría haber hecho correctamente las cosas, podría haber salido de las tinieblas a la luz, podría haberse acercado a Dios y el Señor le habría perdonado sus pecados permitiéndole levantar su estandarte en su favor y en contra del enemigo. Pero él se desvió de la luz y de las convicciones del Espíritu de Dios como lo hizo la congregación de judíos de Nazaret bajo circunstancias como éstas, al abrir el corazón a la incredulidad que causa el alejamiento del Espíritu de Dios...TCS 171.2
Guiar las mentes para que nieguen la luz es obra permanente de Satanás. No es necesario más que un paso para abandonar la senda recta y entrar en la divergente que tiene a Satanás como líder.—Carta 33, 1888, (21 de marzo de 1888).TCS 171.3
Curación de la herida del pecado—Querido hermano M: He estado sintiendo en mi alma mucha carga por Ud. pero al mismo tiempo, una gran confianza en Dios, de que él lo conducirá en esta ocasión a ver sus faltas y errores. He deseado mucho que Ud., por amor a Ud. mismo y a Cristo, humillara su corazón confesando sus pecados para que la carga le sea quitada y las oraciones de los hermanos se unan a las suyas, y pueda ser curado de las heridas causadas por el pecado...TCS 171.4
Hermano mío, Ud. se ha alejado de la luz, yéndose a las tinieblas. Cuando trabajé por Ud. tan seriamente, con agonía y angustia en su favor en ________________, ¿por qué no se compadeció de mí tanto como de Ud.? ¿Por qué no retiró de mí esa carga que quebranta mi alma, reconociendo sus pecados? ¿Por qué no consideró a Jesús, que fue crucificado nuevamente por Ud. y expuesto al vituperio? ¿Por qué negó a Cristo? Oh, mi hermano, mi alma está profundamente apenada por Ud. Quisiera impresionarlo con la luz con la que su caso me fue presentado, y no exagero cuando le digo que mi alma fue oprimida de angustia. ¿Por qué se queda Ud. como si nada lo impresionara?TCS 172.1
Necesidad de arrepentimiento auténtico—¿Por qué trata de justificarse en cada punto y permite que la carga presione más y más sobre su alma, y me proporcione a mí tan pesada tarea? ¿Por qué manifiesta esa vacilación tan fría, congelada, en reconocer sus errores? ¿Es acaso demasiado severa la elevada norma de la Ley de Dios? ¿Será que la abnegación y la elevada pureza de pensamiento demandadas son tan compulsivas y tan fastidiosas de ser sobrellevadas? No se requiere nada de Ud. que no sea para aumentar su felicidad en obedecer. Yo sé que está sufriendo. Sé que no es feliz, y yo misma sufro con Ud. porque es miembro del cuerpo de Cristo.TCS 172.2
Ud., en gran medida, se ha gozado en el amor de Jesús y en la paz de Cristo. Las dudas y vacilaciones más terribles torturan su alma. ¿Por qué no se somete a Dios? ¿Por qué se oculta detrás de barreras que no dejarán penetrar la luz? ¿Será que Ud. podrá ver y apreciar el valor de su propia alma, y el de la obra de Cristo, con el fin de ser alcanzado por el don de la vida? Existe un gran poder en la expiación. Su mente está atribulada, y toda su alma está en una desesperada necesidad de un médico.TCS 172.3
No puedo abandonarlo. Quisiera verlo como Dios quiere que reaccione: cargado de arrepentimiento y remordimiento que ha de ser seguido por la fragante sensación de perdón, y un gozo puro y santo. Jesús se siente apesadumbrado por Ud.; le tiene lástima; quiere salvarlo. No quiere que se pierda, sino que tenga vida eterna.TCS 173.1
La Ley de Dios: única norma de justicia—Dios no se ha alejado de Ud., pero sus pecados e iniquidades han separado su alma de Dios. Está enfermo de pecado y necesita de un médico. Mírese al espejo, la Ley de Dios, que es la única norma de justicia. Es la que detecta el pecado. ¿Verá sus pecados a la luz de la ley? ¿Ejercerá fe en Jesús el Salvador que perdona el pecado? La ley real está delante de Ud., y tiene que satisfacer sus demandas. Es la única norma de justicia; mide su vida y su carácter. Me entristece tener que decirle que es un transgresor de la ley. La fe en Jesús, puesta en práctica, es lo único que podrá salvarlo; únicamente la preciosa sangre de Jesús podrá limpiarlo de la mancha y contaminación de pecado.TCS 173.2
Una vívida visión de adulterio—Cuando estaba en Europa me fueron reveladas las cosas que acontecieron en ____________. Una voz me dijo, “Sígueme y te mostraré los pecados practicados por quienes ocupan posiciones de responsabilidad”. Caminé a lo largo de las piezas y lo vi a Ud., un atalaya de los muros de Sion, intimando con la mujer de otro hombre, traicionando el cargo sagrado, crucificando de nuevo al Señor. ¿Consideró Ud. que había un Vigilante, el Santo, que observaba sus malas obras, que veía sus acciones y oía sus palabras, y que éstas estaban siendo registradas en los libros del cielo?TCS 173.3
Ella estaba sentada sobre su falda; Ud. la besaba, y ella a Ud. También me fueron presentadas otras escenas de afecto, miradas y comportamientos sensuales, que hicieron estremecer de horror mi alma. Sus brazos circundaban la cintura de ella y el afecto expresado estaba cargado de embrujo. Luego fue levantada una cortina y me fue mostrado a Ud. en la cama con la hermana N. Mi guía me dijo: “Iniquidad, adulterio...”TCS 173.4
Incapaz de ser impresionado—Cuando traté de mostrarle el carácter agraviante del pecado de un atalaya de los muros de Sion a la vista de Dios, parecía que Ud. no percibía el sentido del pecado; más bien se comportó como una piedra, incapaz de ser impresionado. Sé bien que Ud. ha estado tratando de ocultar sus caminos al Señor. Entonces no quería abrir el asunto delante de Ud. como lo hago ahora, por medio de la pluma. Tampoco desearía que esto fuera conocido por otros, porque espero que verá y sentirá el mal que ha cometido, confesará su pecado a Dios y a sus hermanos y llevará a cabo obras limpias, para que esta mancha impura le sea quitada por la sangre purificadora de Jesucristo. Ud. no ha confesado sus faltas. Ha llevado a cabo una gran iniquidad; ha cometido adulterio, ha violado el séptimo mandamiento.TCS 174.1
Durante todo este tiempo he llevado sobre mi alma esta pesada carga. Cuando tuvimos las reuniones en _____________, Ud. sabía perfectamente qué era lo que tenía que confesar. Ud. sabía que las admoniciones provenían de Dios y que las notificaciones que le envié desde Europa eran verdaderas. Cuando yo sobrellevaba las cargas al punto que mi alma parecía aplastada, Ud. logró la simpatía de sus amigos y dejó en ellos la impresión de que yo no había actuado justa sino parcialmente. Pensaron que yo había sido severa, que Ud. estaba sufriendo a causa de acusaciones difíciles de sobrellevar, que los testimonios que le había mandado revelaban únicamente mi propio juicio, mis propias palabras; que yo le había hecho mal y que me había guiado por falsos rumores. Pero, hermano mío, nada puede estar más equivocado que esto...TCS 174.2
Dudas acerca de los anzuelos de Satanás—He tratado de mostrarle que su posición como ministro del evangelio hace de su conducta un reproche para la causa de Dios, un asunto de escándalo; sus acciones son de un sabor de muerte más que de vida. Cuando el portaestandarte cae, ¿quién peleará? Cuando la cruz es echada por tierra por los que deberían señalarla a los demás, ¿a quién se creerá? ¿Qué cosa puede ser más terrible que un ministro de Jesucristo violador de los mandamientos? Veo una sola vía de escape para Ud.: ¡Rompa con las tentaciones de Satanás de una vez, y corra rápidamente hacia la luz! Aun ministros que afirman creer la verdad son sólo guías ciegos si la verdad no ha sido entronizada en su corazón, y si no se ha producido una transición completa de las tinieblas a la luz. Son nubes sin agua. Lo insto, si es que se preocupa por su bienestar eterno, con la positiva necesidad de lograr que la verdad ocupe el primer lugar en su corazón, porque así sus principios santificarán su carácter...TCS 174.3
Ud. ha hecho comentarios sobre ciertos asuntos del modo como Ud. los ve: que no todas las comunicaciones procedentes de la hermana White son de Dios, sino que parte de ellas se originan en su propia mente y su propio juicio, que no son mejores que los juicios e ideas de cualquier otro. Este es uno de los anzuelos de Satanás para atraparlo por sus dudas, para engañar su alma y la de otros que se atreven a trazar una línea en este asunto diciendo: esta porción que me agrada procede de Dios, pero la otra, que condena mi conducta, viene únicamente de la hermana White, y no lleva el sello santo. De esta manera, Ud. rechaza la totalidad de los mensajes que Dios, en su amor tierno y misericordioso, le ha enviado para salvarlo de la ruina moral.TCS 175.1
La verdad que condena—Dios le presenta su voluntad y sus caminos, que están en marcado contraste con lo que Ud. desearía. Por ello está siendo sometido a la prueba de aceptar la reprobación o no; de caer sobre la Roca y ser quebrantado, o sentirse molesto por las justas declaraciones que le vienen bien a su alma. Puesto que la reprobación es la verdad y lo condena, Ud. se siente enemistado conmigo. Hebreos 4:12. Hay Uno que está a mis espaldas, el Señor, quien me inspiró el mensaje que Ud. ahora rechaza, desprecia y deshonra. Al tentar a Dios, Ud. se ha enervado, y el resultado ha sido confusión y ceguera mental. Una determinación feroz ha surgido en su corazón, en un espíritu desafiante, para envalentonarse, desde el principio hasta el fin...TCS 175.2
Ud. tiene una obra que hacer en pro de su alma que ningún otro puede realizar. Su proceder erróneo ha sido el medio para alentar a otros en la misma dirección. Nunca estuvo solo. La misma mano que trazó los caracteres en las paredes del palacio de Belsasar, registró en los libros del cielo los dichos y las palabras que hicieron que Cristo se sintiera avergonzado de Ud. Ud. no ha revelado una cortesía respetuosa por aquellos a quienes debería haber tratado con respeto, y cuyas necesidades debería haber atendido. Esas cosas profanas lo incapacitan para la obra del Señor; no obstante, ha tomado la Biblia en sus manos profanas y ha dirigido los cultos y, como un portavoz de Dios, era el primero en presentarse a predicar al pueblo. ¿Dónde estaba su conciencia? ¿Dónde estaba su humildad? ¿Dónde estaba su temor a Dios? ¿Dónde estaba su trabajo fiel para mantener el Retiro de Salud dentro de las más elevadas normas?—Carta 16, 1888, (30 de abril de 1888).TCS 176.1
El Señor vive—Tuvimos una reunión privada en la cual el pastor M y el hermano y la hermana N hicieron algunas confesiones humildes...TCS 176.2
Bien, el Señor vive. He tenido una batalla severa y he logrado algunas preciosas victorias. El pastor M ha sido cubierto con la justicia divina, su mente está bien; ahora es humilde, tierno y quebrantado ante Dios. Humilde como un niño. No veo otra manera que la de mantenerse dando testimonios claros en amor y paciencia.—Carta 27, 1888, (29 de mayo de 1888).TCS 176.3