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La Verdad acerca de los Angeles - Contents
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    Pedro librado de la prisión

    El día de la ejecución de Pedro había sido finalmente decidido; pero aun así, las oraciones de los creyentes ascendían a los cielos. Y mientras ellos ocupaban todas sus energías y sentimientos en fervientes apelaciones, los ángeles de Dios vigilaban al aprisionado apóstol... Pedro había sido colocado entre dos soldados, aprisionado con dos cadenas, cada una de las cuales estaba sujeta a la cintura de uno de sus guardias. Era imposible que se moviera sin que ellos se diesen cuenta. Las puertas de la prisión estaban firmemente aseguradas, y otros guardias las custodiaban. Humanamente hablando, las posibilidades de escape o rescate, eran nulas.—Redemption Series 7:70.VAAn 236.3

    [Pedro] se hallaba en la cárcel, esperando ser llevado a la muerte al día siguiente; estaba durmiendo de noche “entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos”.VAAn 237.1

    Pedro, despertando repentinamente, se asombró por el resplandor que inundaba su celda y por la hermosura celestial del mensajero divino. No comprendía la escena, pero sabía que estaba libre, y en su aturdimiento y gozo habría salido de la cárcel sin protegerse contra el frío aire nocturno. El ángel de Dios, notando todas las circunstancias y preocupándose solícito por la necesidad del apóstol dijo: “Cíñete, y átate las sandalias”.VAAn 237.2

    Pedro obedeció mecánicamente; pero estaba tan extasiado con la revelación de la gloria del cielo, que no se acordó de tomar su manto. Entonces el ángel le ordenó: “Envuélvete en tu manto, y sígueme. Y saliendo, le seguía; pero no sabía en verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión. Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma. Hechos 12:6-10.—Joyas de los Testimonios 2:345-346.VAAn 237.3

    Ni una palabra es pronunciada; ni se oyen pisadas. El ángel se desliza adelante, rodeado de un deslumbrante esplendor, y Pedro, aturdido, y creyendo aun que está soñando, sigue a su libertador. Así pasan por una calle, y luego, cumplida la misión del ángel, éste desaparece súbitamente.VAAn 237.4

    La luz celestial se desvanece, y Pedro se encuentra en profundas tinieblas; pero a medida que sus ojos se acostumbran a ellas, éstas parecen disminuir gradualmente, y descubre que se halla solo en la calle silenciosa, recibiendo el fresco soplo del aire nocturno en la frente. Se da cuenta de que está libre, en una parte conocida de la ciudad; reconoce el lugar que a menudo ha frecuentado, y por el que esperaba pasar por última vez a la mañana siguiente...VAAn 238.1

    El apóstol se dirigió en seguida a la casa donde estaban reunidos sus hermanos, y donde en ese mismo momento estaban orando fervientemente por él. “Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba en la puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!” Hechos 12:13-15.—Los Hechos de los Apóstoles, 119-120.VAAn 238.2

    El mismo ángel que dejó las cortes celestiales para rescatar a Pedro del poder de sus perseguidores, había sido el mensajero de juicio e ira para Herodes. El ángel golpeó a Pedro en su costado para despertarlo de su somnolencia; pero fue un toque diferente al usado contra el malvado rey; a éste, le produjo una enfermedad mortal.—The Spirit of Prophecy 3:344.VAAn 238.3

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