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La Verdad acerca de los Angeles - Contents
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    Capítulo 14—Los ángeles en el bautismo de Cristo y durante su experiencia en el desierto

    El bautismo de Cristo

    Cuando Jesús vino para ser bautizado, Juan reconoció en él una pureza de carácter que nunca había percibido en nadie... Cuando Jesús pidió el bautismo, Juan quiso negárselo, exclamando: “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” Con firme aunque suave autoridad, Jesús contestó: “Deja ahora; porque así conviene que cumplamos toda justicia”. Y Juan, cediendo, condujo al Salvador al agua del Jordán y le sepultó en ella. “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”. Mateo 3:13-16.—El Deseado de Todas las Gentes, 84-85.VAAn 173.1

    Angeles celestiales miraban con intenso interés la escena del bautismo del Salvador. Si los ojos de aquellos que lo presenciaban hubiesen sido abiertos, podrían haber visto la hueste angelical rodeando al Hijo de Dios cuando éste se arrodilló en las orillas del Jordán.—The Youth’s Instructor, 23 de junio de 1892.VAAn 173.2

    La mirada del Salvador parece penetrar el cielo mientras vuelca los anhelos de su alma en oración. Bien sabe él cómo el pecado endureció los corazones de los hombres, y cuán difícil les será discernir su misión y aceptar el don de la salvación. Intercede ante el Padre a fin de obtener poder para vencer su incredulidad, para romper las ligaduras con que Satanás los encadenó, y para vencer en su favor al destructor. Pide el testimonio de que Dios acepta la humanidad en la persona de su Hijo.VAAn 174.1

    Nunca antes habían escuchado los ángeles semejante oración. Ellos anhelaban llevar a su amado Comandante un mensaje de seguridad y consuelo. Pero no; el Padre mismo contestará la petición de su Hijo. Salen directamente del trono los rayos de su gloria. Los cielos se abren, y sobre la cabeza del Salvador desciende una forma de paloma de la luz más pura, emblema adecuado del Manso y Humilde...VAAn 174.2

    El pueblo se quedó mirando silenciosamente a Cristo. Su persona estaba bañada de la luz que rodea siempre el trono de Dios. Su rostro dirigido hacia arriba estaba glorificado como nunca antes habían visto ningún rostro humano. De los cielos abiertos, se oyó una voz que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Mateo 3:17.—El Deseado de Todas las Gentes, 86.VAAn 174.3

    El Señor había prometido dar a Juan una señal para que pudiese saber quién era el Mesías. Ahora, al salir Jesús del agua, la señal prometida fue dada; vio los cielos abiertos, y al Espíritu de Dios, como una paloma de oro bruñido sobrevolando sobre Cristo. Entonces, una voz del cielo dijo: “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia”.—The Youth’s Instructor, 23 de junio de 1892.VAAn 174.4

    Entre la vasta muchedumbre que estaba congregada a orillas del Jordán, pocos, además de Juan, discernieron la visión celestial.—El Deseado de Todas las Gentes, 86.VAAn 175.1

    En ocasión del bautismo del Salvador, Satanás se hallaba entre los testigos. Vio la gloria del Padre que descansaba sobre su Hijo. Oyó la voz de Jehová atestiguar la divinidad de Jesús. Desde el pecado de Adán, la especie humana había estado privada de la comunión directa con Dios; el trato entre el cielo y la tierra se había realizado por medio de Cristo; pero ahora que Jesús había venido “en semejanza de carne de pecado” (Romanos 8:3), el Padre mismo habló. Antes se había comunicado con la humanidad por medio de Cristo; ahora se comunicaba con la humanidad en Cristo. Satanás había esperado que el aborrecimiento que Dios siente hacia el mal produjera una eterna separación entre el cielo y la tierra. Pero ahora era evidente que la relación entre Dios y el hombre había sido restaurada.—El Deseado de Todas las Gentes, 90-91.VAAn 175.2

    Satanás podía discernir detrás de la humanidad de Cristo, la gloria y la pureza de Aquel con quien había estado asociado en las cortes celestiales. La escena de lo que él mismo había sido: un querubín cubridor lleno de belleza y santidad, pasó delante de él.—Bible Echo and Signs of the Times, 23 de julio de 1900.VAAn 175.3

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