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Testimonios Selectos Tomo 2 - Contents
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    Capítulo 39—El mensaje del tercer ángel

    Al cesar el ministerio de Jesús en el lugar santo y pasar al santísimo ante el arca que contenía la ley de Dios, envió otro poderoso ángel con un tercer mensaje al mundo. Llevaba el ángel en la mano un pergamino, y al descender poderosa y majestuosamente a la tierra, proclamaba una terrible amonestación, acompañada de las más tremendas amenazas que jamás se dirigieron contra el hombre. Tenía por objeto aquel mensaje poner en guardia a los hijos de Dios, representándoles la hora de tentación y angustia que los aguardaban. Dijo el ángel: “Habrán de combatir porfiadamente contra la bestia y su imagen. Su única esperanza de vida eterna es permanecer firmes. Aunque vean sus vidas expuestas a peligro de muerte deben mantener firmemente la verdad.”2TS 213.1

    El tercer ángel terminó así su mensaje: “Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.” 1Apocalipsis 14:12. Al repetir el ángel estas palabras, señalaba al santuario celeste. La mente de cuantos aceptan este mensaje se dirige hacia el lugar santísimo, donde Jesús está ante el arca, obrando su final intercesión por todos aquellos para quienes hay todavía misericordia, y por los que ignorantemente han quebrantado la ley de Dios. Esta expiación sirve lo mismo para los justos muertos que para los justos vivos. Incluye a todos los que murieron esperanzados en Cristo, pero que, por no haber recibido luz sobre los mandamientos de Dios, pecaron ignorantemente al transgredir sus preceptos.2TS 213.2

    Después que Jesús abrió la puerta del lugar santísimo, vióse la luz del sábado, y el pueblo de Dios fué puesto a prueba, como antiguamente los hijos de Israel, para ver si guardaría la ley de Dios.2TS 213.3

    Vi que el tercer ángel señalaba hacia lo alto, indicando a las almas desalentadas el camino al lugar santísimo del santuario celeste. Los que allí entraban por fe, hallaban a Jesús, y resurgían en ellos la esperanza y el júbilo. Vi que volvían los ojos atrás, desde la proclamación del segundo advenimiento de Jesús hasta la experiencia sufrida al transcurrir la fecha de 1844. Se explicaban entonces el desengaño, y de nuevo los alentaba gozosa certidumbre. El tercer ángel había esclarecido el pasado, el presente y el porvenir, y comprendían que en efecto los había guiado Dios con su misteriosa providencia.2TS 214.1

    Se me mostró que los remanentes siguieron por fe a Jesús en el lugar santísimo y al contemplar el arca cautivóles su esplendor. Jesús entonces destapó el arca y he aquí las tablas de piedra con los diez mandamientos grabados en ellas. Leyeron aquellos vívidos oráculos, pero retrocedieron temblorosos al ver que el cuarto mandamiento estaba rodeado de una aureola de gloria y brillaba en él una luz mucho más viva que en los otros nueve.2TS 214.2

    Ningún indicio encontraban allí de que el descanso sabático se hubiese abolido o trasladado al primer día de la semana. El mandamiento está escrito tal y según lo dictó la voz de Dios en solemne e imponente majestad sobre el monte entre el fulgor de los relámpagos y el estampido de los truenos. Era el mismo mandamiento que con su propio dedo escribió en las tablas de piedra: “Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios.” 2Éxodo 20:9, 10. Los fieles se admiraron de la solicitud con que estaban cuidados los diez mandamientos, puestos junto a Jehová y cubiertos y protegidos por su santidad. Vieron que habían pisoteado el cuarto mandamiento del Decálogo, observando un día establecido por los paganos y papistas en vez del día santificado por Jehová. Se humillaron ante Dios, y lamentaron sus pasadas transgresiones.2TS 214.3

    Vi humear el incienso en el incensario cuando Jesús ofrecía a su Padre las confesiones y oraciones de los fieles. Al subir el incienso, una refulgente luz descansaba sobre Jesús y el propiciatorio; y los fervorosos y suplicantes fieles que estaban atribulados por haber descubierto que eran transgresores de la ley, recibieron la bendición y sus semblantes brillaron de esperanza y júbilo. Se unieron a la obra del tercer ángel y alzaron su voz para proclamar la solemne amonestación. Aunque al principio la recibieron pocos, los fieles continuaron proclamando enérgicamente el mensaje. Después vi que muchos abrazaban el mensaje del tercer ángel y unían su voz con la de quienes habían dado primeramente la amonestación, y honraban a Dios guardando su santificado día de reposo.2TS 215.1

    Muchos de los que aceptaban el tercer mensaje, no habían tenido experiencia de los dos anteriores. Comprendió esto Satanás, y en ellos puso su maligna vista para vencerlos. Pero el tercer ángel les señalaba hacia el lugar santísimo, y los que habían tenido experiencia en los pasados mensajes, les indicaban el camino del santuario celeste. Muchos echaron de ver el perfecto eslabonamiento de verdades en los mensajes angélicos, y aceptándolos gozosamente uno tras otro, siguieron al Señor por la fe en el santuario celeste. Se me representaron los mensajes como un áncora para el pueblo de Dios. Quienes los comprendan y acepten quedarán libres de verse arrastrados por las diversas falacias de Satanás.2TS 215.2

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