La educación de los niños
- La época del tomo quinto
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- Los padres y la disciplina
- Un testimonio importante
- Los testimonios menospreciados
- Los obreros de nuestro colegio
- Se condenan las críticas y los celos
- El día del Señor se acerca
- Matrimonios insensatos
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- Obreros para Dios
- Agentes de Satanás
- ¿Robará el hombre a Dios?
- El poder de la verdad
- Nuestras reuniones campestres
- El amor fraternal
- La diligencia en los negocios
- El traslado a Battle Creek
- La mundanalidad de la iglesia
- La consulta a los médicos espiritistas
- Miremos a Jesús
- Se piden obreros
- El sello de Dios
- Una exhortación
- La unidad cristiana
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- La influencia de la incredulidad
- El engaño del pecado
- La crítica contra los ministros
- Es necesario ser fieles y perseverar
- El pecado del descontento
- “Alabad a Dios”
- La responsabilidad de los padres
- La educación de los niños
- La paciencia del cristiano
- La ambición mundanal
- El amor entre los hermanos
- Cómo aprovechar el tiempo
- La elaboración de vino y sidra
- El casamiento con los incrédulos
- El sostén de las misiones urbanas
- El verdadero espíritu misionero
- Hombres jóvenes como misioneros
- La importancia de la obra del colportaje
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- Los negocios y la religión
- El espíritu del mundo es una trampa
- Los deberes del médico
- La crisis venidera
- La iglesia es la luz del mundo
- Josué y el ángel
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- La conducta en la casa de Dios
- La religión y la educación científica
- La educación de nuestros hijos
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- Lectura apropiada para los niños
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- La mundanalidad
- La piedad práctica
- “Vuestro culto racional”
- Influencias mundanales
- Necesidades de nuestras instituciones
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- La influencia cristiana en el hogar y en la iglesia
- Un sueño impresionante
- El estudio diario de la Biblia es necesario
- La educación de los obreros
- La ambición profana
- La apariencia del mal
- El amor por los que yerran
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- Una carta
- El amor de Dios por los pecadores
- La confesión aceptable
- Ideas erróneas acerca de la confesión
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- Testimonios personales
- El propósito de los testimonios
- No han de reemplazar la Biblia
- Uso erróneo de los testimonios
- Han de juzgarse por sus frutos
- Hay quienes dudan de los testimonios
- El deber de dar reprensión
- Rechazo de la reprensión
- El descuido de los testimonios
- Cómo recibir la reprensión
- Una distinción injustificada
- Informes infundados
- Un milagro falsificado
- Los misterios de la Biblia son pruebas de su inspiración
- El conflicto inminente
- El centinela americano y su misión
- Obreros de la causa
- El don inestimable
- El carácter de Dios revelado en Cristo
- El verbo hecho carne
- El cuidado de Dios por su obra
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La educación de los niños
Estimados hermano y hermana G: Estoy preocupada por vuestro caso. Veo peligros de los cuales parece que vosotros nunca os disteis cuenta. ¿Habéis considerado con detenimiento y oración cuál sea vuestro deber hacia los hijos que por responsabilidad propia trajisteis al mundo? ¿Habéis pensado si estos niños están recibiendo de vosotros una educación y una disciplina que los conduzca a honrar a su Creador en los días de su juventud? ¿Habéis considerado que si dejáis de enseñarles a respetaros, como su padre y su madre, y a que se sometan a vuestra autoridad, los estáis educando para que deshonren a Dios? Cada vez que les permitís pisotear vuestra autoridad y que su voluntad controle la vuestra, estáis fomentando un defecto que, si se inclinasen por la religiosidad, lo incorporarían en toda su experiencia y los enseñaría a descuidar y pisotear la autoridad divina.5TPI 302.2
El asunto que debéis decidir es éste: “¿Estoy criando una familia de niños para fortalecer la influencia y engrosar las filas de los poderes de las tinieblas, o estoy criando hijos para Cristo?” Si no gobernáis a vuestros hijos y amoldáis sus caracteres para que cumplan los requisitos de Dios, entonces mientras menos niños haya para sufrir por causa de vuestra educación defectuosa, mucho mejor será para vosotros, sus padres, y mucho mejor para la sociedad. Es un pecado aumentar vuestra familia, a menos que vuestros hijos puedan ser educados desde su infancia por una madre sabia y juiciosa, que sea concienzuda e inteligente, y que gobierne a su familia en el temor del Señor, amoldando y formando sus caracteres para que alcancen la norma de la justicia.5TPI 303.1
Debéis sentir que estáis bajo la obligación, por medio del esfuerzo paciente y concienzudo y la oración intensa y ferviente, de formar los caracteres de vuestros hijos de tal manera que sean una bendición en el hogar, en la iglesia y en la sociedad. No recibiréis crédito por vuestra labor si permitís que vuestros hijos sean controlados por el enemigo de toda justicia; la recompensa se promete por la formación concienzuda de caracteres conforme al Modelo divino. Si descuidáis esta obra, cuyos resultados se extienden tanto, sólo porque en el momento es más agradable proceder así, y vuestros hijos crecen deformados moralmente, encaminando sus pies por el sendero amplio que conduce a la muerte, ¿podrá Dios dar su aprobación a vuestra obra? Los que no pueden informarse y trabajar diligentemente con todas sus fuerzas para traer sus hijos a Jesús, debieran decidir no asumir la responsabilidad de hacerse padres.5TPI 303.2
Las madres han de estar dispuestas, y aun ansiosas, de capacitarse para la importante obra de desarrollar los caracteres de sus hijos, guiándolos, instruyéndolos y refrenando a sus tiernos alumnos. El padre y la madre deben estar unidos en esta obra. La falta de firmeza en requerir la obediencia, y el amor y la simpatía falsos, es decir, la idea equivocada de que consentir y no restringir es lo que más conviene, constituye un sistema de educación que contrista a los ángeles; pero a Satanás le encanta, porque en esa forma centenares y miles de niños se unen a sus filas. Por eso es que enceguece los ojos de los padres, adormece sus sensibilidades y confunde sus mentes. Ven que sus hijos e hijas no son simpáticos, amantes, obedientes ni cuidadosos; no obstante, siguen acumulando hijos en sus hogares para envenenar sus vidas, llenar sus corazones de dolor, y añadir al número de aquellos a quienes Satanás está usando para atraer almas hacia la destrucción.5TPI 304.1
¡Oh!, ¿cuándo se harán sabios los padres? ¿Cuándo verán y se darán cuenta del carácter de la obra que hacen cuando descuidan exigir la obediencia y el respeto conforme a las instrucciones de la Palabra de Dios? Los resultados de esta educación débil se ven en los niños cuando salen al mundo y toman su lugar al frente de sus propias familias. Perpetúan los errores de sus padres. Sus rasgos defectuosos tienen campo libre; y transmiten a otros los malos gustos, hábitos y mal genio que se les permitió desarrollar en sus propios caracteres. De esta manera se convierten en una maldición en vez de una bendición para la sociedad.5TPI 304.2
Debido a que hombres y mujeres no obedecen a Dios, sino que escogen su propio camino y siguen su propia imaginación pervertida, se permite que Satanás levante su bandera infernal en sus hogares y haga sentir su poder a través de bebés, niños y jóvenes. Su voz y su voluntad se expresan en la voluntad indómita y caracteres torcidos de los niños y por medio de ellos ejerce un poder controlador y lleva a cabo sus planes. Se deshonra a Dios mediante la exhibición de temperamentos perversos que excluyen la reverencia hacia él e inculcan la obediencia a las sugerencias de Satanás. El pecado cometido por los padres al así permitir que Satanás ejerza el control, es inconcebible. Están sembrando semilla que producirá cardos y espinas y que ahogará toda planta a que el cielo da crecimiento; y sólo el juicio revelará la cosecha que se ha de juntar.5TPI 304.3
Pero, ¡cuán triste es pensar que cuando la vida y sus errores se examinen a la luz de la eternidad, será demasiado tarde para que esta percepción tardía sea de alguna ayuda!5TPI 305.1
El grave descuido de la educación de los niños para Dios ha perpetuado el mal y arrojado a las filas del enemigo a muchos que, con un cuidado juicioso, hubieran podido ser colaboradores de Cristo. Las falsas ideas y un afecto insensato y desviado han alimentado rasgos que han hecho a los niños desagradables e infelices, han agriado las vidas de los padres y han extendido su influencia malsana de generación en generación. Cualquier niño a quien se le permita obrar a su propio gusto deshonrará a Dios y le causará agravio a su padre y a su madre. La luz ha resplandecido de la Palabra de Dios y de los testimonios de su Espíritu, de manera que nadie tiene necesidad de errar con respecto a su deber. Dios exige que los padres críen a sus hijos para que le conozcan y respeten sus pedidos; deberán educar a los pequeñuelos, como miembros menores de la familia del Señor, a que tengan hermosos caracteres y temperamentos para que sean aptos para dejar brillar su luz en los atrios celestiales. Por medio del descuido de su deber y el consentimiento de los niños en lo malo, los padres les están cerrando las puertas de la ciudad de Dios.5TPI 305.2
Estos hechos hay que inculcarlos bien en las mentes de los padres; que despierten y reanuden la obra que por tanto tiempo han descuidado. Los padres que profesan amar a Dios no están haciendo su voluntad. Porque no refrenan ni conducen bien a sus hijos, miles crecen con caracteres deformados, moral relajada y poca educación en los deberes prácticos de la vida. Se les permite que hagan como les plazca con sus impulsos, su tiempo y sus facultades mentales. La pérdida ocasionada a la causa de Dios por estos talentos descuidados está a la puerta de padres y madres; y ¿qué excusa darán a Dios que les encomendó el sagrado deber de preparar las almas bajo su cuidado para que mejorasen sus facultades para la gloria de su Creador?5TPI 305.3
Mis queridos hermano y hermana, que el Señor abra vuestros ojos y despierte vuestras mentes para que veáis vuestros fracasos y los redimáis. Ninguno de los dos está viviendo con la vista puesta sólo en la gloria de Dios. Mostráis muy poca fuerza para poneros al lado de Jesús y defender la fe dada una vez a los santos. Habéis descuidado vuestro deber en la familia y habéis comprobado que no se puede confiar en la juventud puesta bajo vuestro cuidado. Así mira Dios vuestra obra en el hogar; así aparece registrado en los libros del cielo. Pudisteis haber conducido a muchos a Jesús; pero vuestra falta de valor moral os ha hecho infieles en todo aspecto.5TPI 305.4
Los errores en vuestro sistema débil de gobierno familiar se revelan en los caracteres de vuestros hijos. No os habéis educado para seguir las instrucciones dadas en la Palabra de Dios. Los males resultantes de vuestros fracasos en el cumplimiento del deber se están tornando serios y profundos. La hermana G no ejerce una influencia correcta. Se ha rendido ante las voluntades fuertes de sus hijos obstinados, y los ha consentido para su propio daño. Ambos debisteis haber enseñado a vuestros hijos desde la misma infancia que no podían controlaros a vosotros, sino que vuestra voluntad debía ser obedecida. Si la hermana G hubiera recibido una educación apropiada en su niñez, si hubiera sido disciplinada y educada conforme a la Palabra de Dios, poseería ella misma un molde de carácter distinto y comprendería mejor los deberes que le corresponden. Sabría cómo educar a sus hijos para hacer que sus caminos sean agradables a Dios. Pero, los defectos que han resultado de su propia educación errada se reproducen en sus hijos y ¿qué clase de obra llevarán a cabo cuando les toque encabezar sus propias familias? La mayor puede que tenga algún conocimiento de deberes domésticos; pero, más allá de esto, es nada más que una principiante.5TPI 306.1
Con un gobierno sabio y firme, estos muchachos hubieran podido ser miembros útiles de la sociedad; así como están, son una maldición, un reproche para nuestra fe. Son vanos, frívolos, voluntariosos y extravagantes. Tienen apenas reverencia por sus padres, hasta el punto que es casi imposible despertar sus sensibilidades morales. Las inclinaciones naturales de los padres, particularmente las que son desagradables, están marcadamente desarrolladas en sus hijos. La familia entera, padres e hijos, están bajo la censura divina; y ninguno de ellos puede esperar entrar en las mansiones eternas a menos que reanuden sus deberes por tanto tiempo descuidados y, en el Espíritu de Cristo, construyan caracteres que Dios pueda aprobar.5TPI 306.2
Los padres son responsables de la obra que sale de sus manos. Han de tener sabiduría y firmeza para hacer su obra fielmente y con un espíritu correcto. Han de educar a sus hijos para que sean útiles, desarrollando en ellos los talentos que Dios les dio. El descuido de esto no se debe tener en menos, antes se debe hacer un asunto para disciplina de la iglesia, porque traerá la maldición de Dios sobre los padres y el reproche y graves pruebas y dificultades sobre la iglesia. Una lepra moral contagiosa que contamina los cuerpos y las almas de la juventud a menudo resulta del descuido de la disciplina y el refrenamiento de los jóvenes; y ya es tiempo que se haga algo para contener sus estragos.5TPI 307.1
La Biblia da instrucciones explícitas referentes a la importancia de la educación de los hijos: “Oye, Israel: Jehová es nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como un recordatorio ante tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” Deuteronomio 6:4-9.5TPI 307.2
El Señor ordenó a los israelitas que no contrajesen matrimonio con los pobladores de las naciones idólatras que los rodeaban. “Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, para servir a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y os destruirá pronto”. Deuteronomio 7:3, 4. “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, entre todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros érais el más insignificante de todos los pueblos; sino por el amor que Jehová os tiene, y porque quiso guardar el juramento que hizo a vuestros padres...” Deuteronomio 7:6-8.5TPI 307.3
He aquí instrucciones positivas que alcanzan hasta nuestro propio tiempo. Dios nos habla en estos últimos días, y hemos de entenderle y obedecerle. Dios habló a Israel a través de sus siervos: “Que no se aparte de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche has de meditar en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. Josué 1:8. “La ley de Jehová es perfecta, que reconforta el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo”. Salmos 19:7. “Al abrirse, iluminan tus palabras; hacen entender a los sencillos”. Salmos 119:130. “Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino”. Salmos 119:105.5TPI 307.4
Aquí se exponen claramente los deberes de los padres. La Palabra de Dios ha de ser su monitor diario. La instrucción que da es tal que los padres no necesitan errar con respecto a la educación de sus hijos; pues no da lugar a ninguna indiferencia o negligencia. La ley de Dios ha de mantenerse ante la mente de los hijos como la gran norma moral. Al levantarse, al sentarse, al salir y al entrar, esta ley ha de enseñárseles como la gran regla de la vida y sus principios han de entretejerse con su experiencia. Ha de enseñárseles a ser honrados, veraces, temperantes, económicos y esmerados, y a amar a Dios de todo corazón. Esto es lo que significa criarlos en disciplina y amonestación del Señor. Esto es lo que significa colocar sus pies en el sendero del deber y la seguridad.5TPI 308.1
Los jóvenes son ignorantes e inexpertos, y el amor de la Biblia y sus verdades sagradas no es algo que les resulta natural. A menos que se hagan grandes esfuerzos para levantar en torno de ellos barreras para protegerlos contra las artimañas de Satanás, quedarán sujetos a sus tentaciones y serán llevados cautivos por él a su gusto. En sus años tempranos ha de enseñarse a los niños las exigencias de la ley de Dios y la fe en nuestro Redentor para purificarlos de las manchas del pecado. Esta fe ha de enseñarse día tras día, por precepto y ejemplo.5TPI 308.2
Una solemne responsabilidad descansa sobre los padres, y ¿cómo puede el Señor bendecirlos mientras positivamente descuidan su deber? A los niños se los puede amoldar cuando son pequeños. Pero los años transcurren cuando sus corazones son tiernos y susceptibles a las impresiones de la verdad, pero se dedica muy poco tiempo a su cultura moral. Las preciosas lecciones de verdad y deber se les deben inculcar en sus corazones diariamente. Deberían tener un conocimiento de Dios y sus obras creadas; esto les será de mayor valor a ellos que cualquier conocimiento obtenido de los libros.5TPI 308.3
“No con sólo el pan vivirá el hombre, sino con toda palabra que sale de la boca de Dios”, son las palabras de nuestro Salvador. Están multiplicándose los errores doctrinales y enroscándose con sutileza serpentina en torno a los afectos de la gente. No hay ni una doctrina bíblica que no se haya negado. Las grandes verdades proféticas, que nos indican dónde estamos en la historia del mundo, han sido despojadas de su belleza y poder por el clero, que toma estas verdades de suma importancia y procura hacerlas oscuras e incomprensibles. En muchos casos los niños se apartan de los antiguos hitos. El Señor ordenó al pueblo de Israel: “Mañana, cuando te pregunte tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó?, entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa. Jehová hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres. Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, temiendo a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado”. Deuteronomio 6:20-25.5TPI 309.1
He aquí principios que no hemos de considerar con indiferencia. Aquellos que han visto la verdad y sentido su importancia, y han gozado de una experiencia en las cosas de Dios, han de enseñar sana doctrina a sus hijos. Deben familiarizarlos con los grandes pilares de nuestra fe, las razones por las cuales somos adventistas del séptimo día, por qué se nos ha llamado a ser, al igual que los hijos de Israel, un pueblo especial, una nación santa, separados y diferentes de toda la demás gente sobre la faz de la tierra. Estas cosas deben explicarse a los niños en lenguaje sencillo y fácil de entender; y, al ir aumentando en edad, las lecciones impartidas deberán adaptarse a su creciente capacidad, hasta que los fundamentos de la verdad hayan sido echados amplia y profundamente.5TPI 309.2
Padres, vosotros profesáis ser hijos de Dios; ¿sois hijos obedientes? ¿Estáis haciendo la voluntad de vuestro Padre celestial? ¿Estáis siguiendo sus instrucciones, o andáis a la luz de vuestro propio fuego? ¿Estáis diariamente trabajando para aventajar en liderazgo al enemigo y salvar a vuestros hijos de sus engaños? ¿Estáis abriendo ante ellos las preciosas verdades de la Palabra de Dios, explicándoles las razones de vuestra fe, de manera que sus tiernos pies puedan plantarse sobre la plataforma de la verdad?5TPI 310.1
La Biblia con sus preciosas joyas de verdad no fue escrita para los eruditos solamente. Al contrario, fue ideada para la gente común; y la interpretación dada por la gente común, con el auxilio del Espíritu Santo, es la que más concuerda con la verdad tal cual es en Jesús. Las grandes verdades necesarias para la salvación han sido hechas claras como el mediodía, y ninguno errará ni perderá el camino excepto aquellos que siguen su propio criterio en vez de la voluntad revelada de Dios. 5TPI 310.2