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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 - Contents
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    El verdadero espíritu misionero

    El verdadero espíritu misionero es el Espíritu de Cristo. El Redentor del mundo fue el gran modelo misionero. Muchos de los que le siguen han trabajado fervorosa y abnegadamente en la causa de la salvación de los seres humanos; pero no ha habido hombre cuya labor pueda compararse con la abnegación, el sacrificio y la benevolencia de nuestro Dechado.5TPI 362.1

    El amor que Cristo manifestó por nosotros es sin parangón. ¡Con cuánto fervor trabajó él! Con cuánta frecuencia estaba solo orando fervientemente, sobre la ladera de la montaña o en el retraimiento del huerto, exhalando sus súplicas con lloro y lágrimas. ¡Con cuánta perseverancia insistió en sus peticiones en favor de los pecadores! Aun en la cruz se olvidó de sus propios sufrimientos en su profundo amor por aquellos a quienes vino a salvar. ¡Cuán frío es nuestro amor, cuán débil nuestro interés, cuando se comparan con el amor y el interés manifestados por nuestro Salvador! Jesús se dio a sí mismo para redimir nuestra especie; y sin embargo, cuán fácilmente nos excusamos de dar a Jesús todo lo que tenemos. Nuestro Salvador se sometió a trabajos cansadores, ignominia y sufrimiento. Fue rechazado, escarnecido, vilipendiado, mientras se dedicaba a la gran obra que había venido a hacer en el mundo.5TPI 362.2

    ¿Preguntáis, hermanos y hermanas, qué modelo copiaremos? No os indico a hombres grandes y buenos, sino al Redentor del mundo. Si queréis tener el verdadero espíritu misionero, debéis ser dominados por el amor de Cristo; debéis mirar al Autor y Consumador de nuestra fe, estudiar su carácter, cultivar su espíritu de mansedumbre y humildad, y andar en sus pisadas.5TPI 363.1

    Muchos suponen que el espíritu misionero y las cualidades para el trabajo misionero constituyen un don especial que se otorga a los ministros y a unos pocos miembros de la iglesia, y que todos los demás han de ser meros espectadores. Nunca ha habido mayor error. Todo verdadero cristiano ha de poseer un espíritu misionero, porque el ser cristiano es ser como Cristo. Nadie vive para sí, “y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él”. Romanos 8:9. Todo aquel que haya gustado las potestades del mundo venidero, sea joven o anciano, sabio o ignorante, será movido por el espíritu que animaba a Cristo. El primer impulso del corazón renovado consiste en traer a otros también al Salvador. Aquellos que no poseen ese deseo dan muestras de que han perdido su primer amor; deben examinar detenidamente su propio corazón a la luz de la Palabra de Dios, y buscar fervientemente un nuevo bautismo del Espíritu; deben orar por una comprensión más profunda de aquel admirable amor que Jesús manifestó por nosotros al dejar el reino de gloria, y al venir a un mundo caído para salvar a los que perecían.5TPI 363.2

    En la viña del Señor hay trabajo para cada uno de nosotros. No debemos buscar la posición que nos dé los mayores goces o la mayor ganancia. La verdadera religión está exenta de egoísmo. El espíritu misionero es un espíritu de sacrificio personal. Hemos de trabajar dondequiera y en todas partes al máximo de nuestra capacidad, para la causa de nuestro Maestro.5TPI 363.3

    Tan pronto como una persona se ha convertido realmente a la verdad, brota en su corazón un ardiente deseo de ir y hablar a algún amigo o vecino acerca de la preciosa luz que resplandece en las páginas sagradas. En esta labor abnegada de salvar a otros, es una epístola viva, conocida y leída de todos los hombres. Su vida demuestra que se convirtió a Cristo, y llegó a ser colaborador con él.5TPI 363.4

    Como pueblo, los adventistas del séptimo día son generosos y de corazón ardiente. En la proclamación de la verdad para este tiempo, podemos confiar en su simpatía enérgica y bien dispuesta. Cuando se presenta un objeto digno de su generosidad y se apela a su juicio y conciencia, se obtiene una respuesta cordial. Sus donativos en favor de la causa atestiguan que creen que ésta es la causa de la verdad. Hay, sin embargo, excepciones entre nosotros. No todos los que profesan aceptar la fe son fervientes y fieles creyentes. Pero esto sucedía también en los días de Cristo. Aun entre los apóstoles había un Judas; mas esto no probaba que todos fuesen del mismo carácter.5TPI 363.5

    No tenemos razones para desalentarnos mientras sabemos que son tan numerosos los que están consagrados a la causa de la verdad, y que están dispuestos a hacer nobles sacrificios para promoverla. Pero hay todavía una gran falta, una gran necesidad entre nosotros. Escasea demasiado el verdadero espíritu misionero. Todos los obreros misioneros debieran poseer ese profundo interés por las almas de sus semejantes que uniría los corazones por la simpatía y el amor de Jesús. Deben solicitar fervorosamente la ayuda divina, y trabajar sabiamente por ganar almas para Cristo. Un esfuerzo frío y sin vigor no logrará nada. Es necesario que el Espíritu de Cristo descienda sobre los hijos de los profetas. Entonces se manifestará tanto amor por las almas de los hombres como el que Jesús ejemplificó en su vida.5TPI 364.1

    La razón por la cual no hay más profundo ardor religioso, ni más fervoroso amor mutuo en la iglesia, se debe a que el espíritu misionero se ha estado apagando. Poco se dice ahora acerca de la venida de Cristo, que era una vez el tema de los pensamientos y las conversaciones. Hay un desgano inexplicable, una creciente repugnancia por la conversación religiosa; y se la reemplaza por charlas ociosas y frívolas, aun entre los que profesan seguir a Cristo.5TPI 364.2

    Hermanos y hermanas, ¿deseáis quebrantar el ensalmo que os domina? ¿queréis despertar de esta pereza que se asemeja al torpor de la muerte? Id a trabajar, sintáis el deseo o no. Esforzaos personalmente por traer almas a Jesús y al conocimiento de la verdad. Esta labor será para vosotros un estímulo y un tónico; os despertará y fortalecerá. Por el ejercicio, vuestras facultades espirituales se vigorizarán, de manera que tendréis más éxito para labrar vuestra propia salvación. El estupor de muerte pesa sobre muchos de los que profesan a Cristo. Haced cuanto podáis para despertarlos. Amonestadlos, suplicadles, argüíd con ellos. Rogad que el Espíritu enternecedor de Dios derrita y ablande sus naturalezas glaciales. Aunque se nieguen a escuchar, vuestro trabajo no estará perdido. Mediante el esfuerzo hecho para bendecir a otros, vuestras propias almas serán bendecidas.5TPI 364.3

    Poseemos la teoría de la verdad, y ahora necesitamos procurar muy fervientemente su poder santificador. No me atrevo a callar en este tiempo de peligro. Es un tiempo de tentación y abatimiento. Cada uno está asediado por las trampas de Satanás, y debemos unirnos para resistir su poder. Debemos ser de un mismo ánimo, hablar las mismas cosas, y glorificar a Dios de una misma boca. Entonces podremos ampliar con éxito nuestros planes, y por vigilantes esfuerzos misioneros, aprovechar todo talento que podamos usar en los varios departamentos de la obra.5TPI 365.1

    La luz de la verdad está derramando sus brillantes rayos sobre el mundo por medio del esfuerzo misionero. La prensa es un instrumento por medio del cual son alcanzados muchos que sería imposible alcanzar por el esfuerzo ministerial. Podría hacerse una gran obra presentando a la gente la Biblia tal como es. Llevad la Palabra de Dios a la puerta de todo individuo; presentad sus claras declaraciones con instancia a la conciencia de cada uno y repetid a todos la orden del Salvador: “Escudriñad las Escrituras”. Juan 5:39. Amonestadles a tomar la Biblia tal cual es y a implorar la iluminación divina, y luego, cuando resplandezca la luz, a aceptar gozosamente cada precioso rayo y afrontar intrépidamente las consecuencias.5TPI 365.2

    La pisoteada ley de Dios ha de ser ensalzada delante de la gente. Tan pronto como ésta se vuelva con fervor y reverencia a las Santas Escrituras, la luz del cielo le revelará cosas admirables en cuanto a la ley de Dios. Grandes verdades, durante largo tiempo oscurecidas por la superstición y la falsa doctrina, resplandecerán de las páginas de la sagrada Palabra. Los oráculos vivientes derraman sus tesoros viejos y nuevos, infundiendo luz y gozo a todos los que quieran recibirlos. Muchos son despertados de su letargo. Se levantan como si fuese de entre los muertos, y reciben la luz y la vida que Cristo solo puede dar. Las verdades que resultaban demasiado profundas para intelectos gigantescos son comprendidas por niños en Cristo. A ellos les es revelado claramente lo que había quedado oculto a la percepción espiritual de los más sabios expositores de la Palabra, porque, como los antiguos saduceos, ignoraban las Escrituras y el poder de Dios.5TPI 365.3

    Los que estudian la Biblia con el sincero deseo de conocer y hacer la voluntad de Dios, llegarán a ser sabios para la salvación. La escuela sabática es un ramo importante de la obra misionera, no sólo porque imparte a jóvenes y ancianos el conocimiento de la Palabra de Dios, sino porque despierta en ellos el amor a sus verdades sagradas y el deseo de estudiarlas por sí mismos; sobre todo, les enseña a regir sus vidas por sus santas enseñanzas.5TPI 366.1

    Todos los que toman la Palabra de Dios como regla de vida son puestos en estrecha relación unos con otros. La Biblia es su vínculo de unión. Pero su compañerismo no será buscado ni deseado por aquellos que se inclinan ante la sagrada Palabra como ante la guía infalible. Divergirán, tanto en fe como en práctica. No puede haber armonía entre ellos; son irreconciliables. Como adventistas del séptimo día, colocamos por encima de las costumbres y tradiciones el sencillo: “Así dice Jehová”; y por esta razón no estamos ni podemos estar en armonía con las multitudes que enseñan y siguen las doctrinas y los mandamientos de los hombres.5TPI 366.2

    Todos los que sean nacidos de Dios serán colaboradores con Cristo. Los tales son la sal de la tierra. “Y si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada?” Si la religión que profesamos no renueva nuestro corazón ni santifica nuestra vida, ¿cómo ejercerá un poder salvador sobre los incrédulos? “No vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres”. Mateo 5:13. La religión que no ejerza un poder regenerador sobre el mundo, no tiene valor. No podemos confiar en ella para nuestra salvación. Cuanto más pronto la desechemos, tanto mejor; porque es impotente y espuria.5TPI 366.3

    Hemos de servir bajo nuestro gran caudillo, arrostrar toda influencia contraria, trabajar juntamente con Dios. La obra que nos ha sido asignada consiste en sembrar la semilla del Evangelio junto a todas las aguas. En esta obra, cada uno puede desempeñar una parte. La múltiple gracia de Cristo impartida a nosotros nos constituye en mayordomos de talentos que debemos acrecentar dándolos a los banqueros, a fin de que cuando el Maestro los pida, pueda recibir lo suyo con creces. 5TPI 366.4

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