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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio - Contents
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    La codicia de Israel por la carne

    233. Cuando el Dios de Israel sacó a sus hijos de Egipto, los mantuvo en gran medida privados de la carne, pero les dio pan del cielo, y agua de la dura roca. Mas no se manifestaron satisfechos con esto. Detestaron el alimento que se les había dado, y desearon verse de vuelta en Egipto, donde podían sentarse ante las ollas de carne. Preferían soportar la esclavitud, y aun la muerte, antes que verse privados de la carne. Dios les concedió su deseo, dándoles carne, y dejando que comieran hasta que su glotonería produjo una plaga, de la cual muchos murieron.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 43, 44; Counsels on Health, 111, 112 (1890).CRA 175.2

    Todos estos son ejemplos

    Ejemplo tras ejemplo podría citarse para mostrar los efectos de entregarse al apetito. Les pareció un asunto de poca monta a nuestros primeros padres transgredir el mandamiento de Dios en ese solo hecho: comer de un árbol que era tan hermoso a la vista y tan agradable al gusto; pero esto quebrantó su lealtad a Dios, y abrió las puertas a una ola de culpabilidad y miseria que ha inundado el mundo.CRA 175.3

    El mundo de hoy

    El crimen y la enfermedad han aumentado con cada generación. La intemperancia en el comer y beber, y la satisfacción de las pasiones más bajas, han entenebrecido las facultades más nobles del hombre. La razón, en lugar de ser lo que domina, ha llegado a convertirse en el esclavo del apetito en un grado alarmante. La gente ha complacido un deseo progresivo por los alimentos suculentos, hasta el punto de que ha llegado a estar de moda el atiborrar el estómago de toda clase posible de esos alimentos. Especialmente en reuniones de placer, el apetito es complacido sin restricciones. Se sirven cenas suculentas y tardías, que consisten en carnes muy sazonadas, con salsas concentradas, tortas, pasteles, helados, té, café, etc. No es de admirar que con un régimen semejante, la gente tenga una complexión pálida, y sufra de incontables agonías a causa de la dispepsia.CRA 176.1

    234. Me fue presentado el actual estado de corrupción del mundo. El espectáculo era terrible. Me he admirado de cómo los habitantes de la tierra no fueron destruidos, como la gente de Sodoma y Gomorra. He visto que hay razón suficiente para el actual estado de degeneración y mortalidad en el mundo. La pasión ciega controla la razón, y en muchos casos toda consideración elevada se sacrifica a la lujuria.CRA 176.2

    El primer gran mal fue la intemperancia en el comer y beber. Los hombres y las mujeres se han hecho esclavos del apetito. Son intemperantes en el trabajo. Trabajan exagerada y arduamente para preparar para sus mesas alimentos que perjudican grandemente el organismo ya recargado. Las mujeres gastan una gran parte de su tiempo frente a una cocina prendida, preparando alimentos muy sazonados con especias para complacer el gusto. Y como consecuencia de esto, los niños son descuidados y no reciben instrucción moral y religiosa. La madre sobrecargada descuida el cultivo de un temperamento dulce, que es como el brillo del sol en la casa. Consideraciones eternas llegan a ser secundarias. Todo el tiempo ha de ser empleado en la preparación de estas cosas para el apetito que arruina la salud, agría el temperamento y entenebrece las facultades de razonamiento.—Spiritual Gifts 4:131, 132 (1864).CRA 176.3

    235. Encontramos personas intemperantes por doquiera. Las hallamos en los trenes, en los barcos, y por todas partes. Y debemos preguntarnos qué estamos haciendo para rescatar a las almas del lazo del tentador. Satanás se halla constantemente alerta para colocar por completo bajo su dominio a la raza humana. La forma más poderosa en que él hace presa del hombre es el apetito, que trata de estimular de toda manera posible. Todos los excitantes antinaturales son perjudiciales, y cultivan el deseo por el alcohol. ¿Cómo podemos iluminar a la gente, y evitar los terribles males que resultan del uso de estas cosas? ¿Hemos hecho todo lo que podemos en este sentido?—Christian Temperance and Bible Hygiene, 16 (1890).CRA 177.1

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