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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio - Contents
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    Por el poder de la voluntad y la gracia de Dios

    259. Por medio del apetito, Satanás gobierna la mente y el ser entero. Millares que podrían haber vivido, han ido a la tumba como náufragos físicos, mentales y morales, porque sacrificaron todas sus facultades en la complacencia del apetito. La necesidad de que los hombres de esta generación llamen en su auxilio el poder de la voluntad, fortalecido por la gracia de Dios, a fin de soportar las tentaciones de Satanás, y resistir hasta la menor complacencia del apetito pervertido, es mucho mayor de lo que era hace varias generaciones. Pero la actual generación tiene menos poder de dominio propio que los que vivieron entonces.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 37 (1890).CRA 198.2

    260. Pocos tienen la fibra moral para resistir la tentación, especialmente del apetito, y para practicar la negación de sí mismos. A algunos les resulta una tentación demasiado fuerte para ser resistida el ver a otros tomar la tercera comida; e imaginan que están con hambre, cuando la sensación no es un llamado del estómago de que se le dé más alimento, sino un deseo de la mente que no ha sido fortificada con los principios firmes, y disciplinada para negarse a sí misma. Los muros del dominio propio y de la restricción de sí mismo no deben en ningún caso ser debilitados y desmoronados. Pablo, el apóstol de los gentiles, dice: “Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27.CRA 199.1

    Los que no vencen en las cosas pequeñas, no tendrán poder moral para soportar las grandes tentaciones.—Testimonies for the Church 4:574 (1881).CRA 199.2

    261. Fijaos con cuidado en vuestra alimentación. Estudiad las causas y sus efectos. Cultivad el dominio propio. Someted vuestros apetitos a la razón. No maltratéis vuestro estómago recargándolo de alimento; pero no os privéis tampoco de la comida sana y sabrosa que necesitáis para conservar la salud.—El Ministerio de Curación, 248 (1905).CRA 199.3

    262. En nuestro trato con los incrédulos, no permitamos que nos desvíen de los principios correctos. Al sentarnos a sus mesas, comamos con templanza, y únicamente alimentos que no confundan nuestra mente. Evitemos la intemperancia. No podemos debilitar nuestras facultades mentales o físicas, e incapacitarnos para discernir las cosas espirituales. Mantengamos nuestra mente en tal condición que Dios pueda inculcarle las preciosas verdades de su Palabra.—Joyas de los Testimonios 2:551, 552 (1900).CRA 199.4

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