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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio - Contents
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    Adorando en el santuario del apetito pervertido

    236. Dios ha concedido grande luz a este pueblo, aunque no estamos fuera del alcance de la tentación. ¿Quiénes de entre nosotros están solicitando ayuda a los dioses de Ecrón? Miramos este cuadro, que no ha sido trazado por la imaginación. ¿En cuántos, aun de entre los adventistas, pueden verse sus principales características? Un inválido—aparentemente muy concienzudo, pero fanático y lleno de suficiencia propia—confiesa libremente su desprecio por las leyes de la vida y la salud, que la misericordia divina nos ha inducido a aceptar como pueblo. Sus alimentos deben ser preparados de una manera que satisfaga sus anhelos mórbidos. Más bien que sentarse a una mesa donde se provea alimento sano, patrocina los restaurantes donde puede satisfacer su apetito sin restricción. Locuaz defensor de la temperancia, desprecia sus principios fundamentales. Quiere alivio, pero se niega a obtenerlo al precio de la abnegación. Este hombre está adorando ante el altar del apetito pervertido. Es un idólatra. Las facultades que, santificadas y ennoblecidas, podrían ser empleadas para honrar a Dios, son debilitadas y hechas de poca utilidad. Un genio irritable, una mente confusa y nervios desquiciados, se cuentan entre los resultados de ese desprecio de las leyes naturales. Este hombre no es digno de confianza ni eficiente.—Joyas de los Testimonios 2:55, 56.CRA 177.2

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