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Mensajes Selectos Tomo 1 - Contents
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    Capítulo 53—La transformación mediante la fe y la obediencia*Este Artículo Apareció en The Signs Of The Times, 5 de junio de 1893.

    Cristo, el Divino Portador del Pecado

    La enseñanza de Cristo en el Evangelio está en perfecta armonía con la enseñanza de Cristo mediante los profetas del Antiguo Testamento. Los profetas hablaron mediante los mensajeros de Cristo en el Antiguo Testamento tanto como los apóstoles pregonaron los mensajes de Cristo en el Nuevo Testamento, y no hay contradicción entre sus enseñanzas. Sin embargo, Satanás ha trabajado siempre y todavía trabaja con todo engaño de iniquidad para anular la Palabra de Dios. Procura hacer misterioso lo que es sencillo y claro. Ha tenido larga experiencia en esta obra. Conoce el carácter de Dios, y mediante su astucia ha cautivado al mundo. Al dejar sin efecto el mensaje de Dios, el pecado fue introducido en el mundo. Adán creyó la falsedad de Satanás, y mediante esa distorsión del carácter de Dios, la vida de Adán fue cambiada y echada a perder. Desobedeció la orden de Dios e hizo precisamente lo que el Señor le dijo que no hiciera. Adán cayó por la desobediencia, pero si hubiera soportado la prueba y hubiera sido leal a Dios, las compuertas de la calamidad no se habrían abierto para nuestro mundo.1MS 405.1

    Al creer en la falsa presentación que hizo Satanás de Dios, se cambiaron el carácter y el destino del hombre, pero si los hombres creen en la Palabra de Dios, serán transformados en su mente y carácter, y hechos idóneos para la vida eterna. Creer que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16), cambiará el corazón y reproducirá en el hombre la imagen de Dios.1MS 406.1

    A semejanza de muchos actualmente, antes de su conversión Pablo tenía mucha confianza en una piedad hereditaria, pero su confianza se fundaba en una falsedad. Era una fe sin Cristo porque confiaba en formas y ceremonias. Su celo por la ley estaba separado de Cristo y no tenía valor. Su jactancia consistía en que él era impecable en su realización de las obras de la ley, pero rechazaba al Cristo que daba valor a la ley. Confiaba en su propia justicia. Dice: “Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto”. Hechos 26:9, 10. Durante un tiempo, Pablo hizo una obra muy cruel, pensando que estaba realizando el servicio de Dios, pues dice: “Lo hice por ignorancia, en incredulidad”. 1 Timoteo 1:13. Pero su sinceridad no justificó su obra ni convirtió el error en verdad.1MS 406.2

    La fe es el medio por el cual la verdad o el error encuentran abrigo en la mente. Por el mismo acto de la mente se recibe la verdad o el error, pero hay una gran diferencia en que creamos la Palabra de Dios o los dichos de los hombres. Cuando Cristo se reveló a Pablo y éste estuvo convencido de que estaba persiguiendo a Jesús en la persona de sus santos, aceptó la verdad tal como es en Jesús. Un poder transformador se manifestó en su mente y carácter, y llegó a ser un hombre nuevo en Cristo Jesús. Recibió la verdad tan plenamente que ni la tierra ni el infierno pudieron sacudir su fe.1MS 406.3

    Hay muchos que claman: “Cree, solamente cree”. Preguntadles qué habréis de creer. ¿Habréis de creer las mentiras forjadas por Satanás contra la ley de Dios, santa, justa y buena? Dios no usa su grande y preciosa gracia para anular su ley, sino para establecerla. ¿Cuál fue la decisión de Pablo? Dice: “¿Qué diremos pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley... Yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y [¿terminó entonces el mandamiento? No.] yo [Pablo] morí... De manera que la ley a la verdad es [¿un obstáculo directo en el camino de mi propia libertad y paz? No.] santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Romanos 7:7-12.1MS 407.1

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