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Notas biográficas de Elena G. de White - Contents
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    Esfuerzos de Satanás para obstaculizar nuestro trabajo

    Mi hijo empeoró, y tres veces por día teníamos oración por él. A veces él resultaba bendecido, y el progreso de la enfermedad se detenía; luego nuestra fe era severamente probada cuando sus síntomas se hacían alarmantes.NBEW 149.2

    Yo me encontraba grandemente deprimida. Preguntas similares a éstas me atribulaban: ¿Por qué no estuvo Dios dispuesto a escuchar nuestras oraciones y a devolver la salud del niño? Satanás, siempre dispuesto a molestar con sus tentaciones, sugería que era porque nosotros no llevábamos una vida recta. Yo no podía pensar en ninguna cosa en particular en que hubiera agraviado al Señor, y sin embargo un peso agobiante parecía oprimir mi espíritu, llevándome a la desesperación. Dudaba de mi aceptación por parte de Dios, y no podía orar. No tenía valor ni aun para elevar mis ojos al cielo. Sufría intensa angustia mental, hasta que mi esposo buscó al Señor en mi favor. El no cejó hasta que mi voz se unió con la de él en procura de liberación. La bendición llegó, y yo comencé a tener esperanza. Mi fe temblorosa se asió de las promesas de Dios.NBEW 149.3

    Entonces Satanás actuó de otra manera. Mi esposo cayó gravemente enfermo. Sus síntomas eran alarmantes. De a ratos temblaba y sufría un dolor agonizante. Sus pies y sus miembros estaban fríos. Yo los frotaba hasta que no me quedaban fuerzas. El Hno. Harris estaba a varias millas de distancia en su trabajo. Las Hnas. Harris y Bonfoey y mi Hna. Sara eran las únicas personas presentes; y yo apenas reunía valor suficiente para atreverme a creer en las promesas de Dios. Si alguna vez sentí mi debilidad fue entonces. Sabíamos que algo debía hacerse inmediatamente. Momento tras momento el caso de mi esposo iba empeorando en forma crítica. Era, claramente, un caso de cólera. El nos pidió que oráramos, y no nos atrevimos a rehusar hacerlo. Con gran debilidad nos postramos ante el Señor con un profundo sentimiento de mi indignidad, coloqué mis manos sobre su cabeza y pedí al Señor que revelara su poder. Entonces sobrevino un cambio inmediatamente. Regresó el color natural de su cara, y la luz del cielo brilló en su semblante. Todos estábamos llenos de una gratitud inefable. Nunca habíamos observado una respuesta más notable a la oración.NBEW 150.1

    Ese día debíamos salir rumbo a Port Byron para leer las pruebas del periódico que se imprimía en Auburn. Nos parecía que Satanás estaba tratando de obstaculizar la publicación de la verdad que estábamos esforzándonos por colocar delante de la gente. Sentíamos que debíamos andar por fe. Mi esposo dijo que iría a Port Byron en busca de las pruebas. Lo ayudamos a enjaezar el caballo, y yo lo acompañé. El Señor lo fortaleció en el camino. Recibió las pruebas, y una nota que decía que el periódico estaría impreso al día siguiente, y que debíamos estar en Auburn para recibirlo.NBEW 151.1

    Esa noche fuimos despertados por los lamentos de nuestro pequeño Edson, que dormía en la pieza que estaba encima de la nuestra. Era cerca de medianoche. Nuestro hijito se aferraba a la Hna. Bonfoey, y entonces, con ambas manos, luchaba contra el aire, y con terror gritaba: “¡No! ¡No!” Y se acercaba más aún a nosotros. Sabíamos que éste era el esfuerzo de Satanás para molestarnos, y nos arrodillamos en oración. Mi esposo reprendió el mal espíritu en el nombre del Señor, y Edson se quedó tranquilamente dormido en los brazos de la Hna. Bonfoey, y descansó bien toda la noche.NBEW 151.2

    Entonces mi esposo fue atacado de nuevo. Sentía mucho dolor. Me arrodillé al lado de su cama y rogué al Señor que fortaleciera nuestra fe. Yo sabía que Dios había obrado en su favor, y reprendí a la enfermedad; no podíamos pedirle al Señor que hiciera lo que él ya había hecho. Pero oramos que el Señor llevara adelante su obra. Repetimos estas palabras: “Tú has oído la oración. Tú has obrado. Creemos sin ninguna duda. ¡Lleva adelante la obra que tú has empezado!” Así suplicamos durante horas delante del Señor; y mientras estábamos orando, mi esposo se quedó dormido, y descansó bien hasta la luz del día. Cuando se levantó estaba muy débil, pero no queríamos fijarnos en las apariencias.NBEW 151.3

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