Necesidad de un verdadero concepto de la justificación por la fe
Por invitación presenté algunas observaciones en la tienda de los pastores,6[] dirigidas a ellos. Hablamos un poco acerca de los mejores planes que debían hacerse allí para educar al pueblo que estaba reunido en ese mismo campamento, con referencia a la religión del hogar.3MS 207.3
Muchas personas parecían ser ignorantes con respecto a lo que es la fe. Muchos se quejaban de sentir oscuridad y descorazonamiento. Pregunté: “¿Están vuestros rostros mirando a Jesús? ¿Lo estáis contemplando a él, el Sol de justicia? Necesitáis definir en forma sencilla delante de las iglesias el asunto de la fe y la total dependencia de la justicia de Cristo. En vuestras disertaciones y oraciones os habéis espaciado tan poco en Cristo, en su amor incomparable, en su gran sacrificio en nuestro favor, que Satanás casi ha eclipsado la comprensión que debemos y necesitamos tener de Cristo Jesús. Debemos confiar menos en los seres humanos para obtener ayuda espiritual, y más, mucho más, en acercarnos a Jesucristo como nuestro Redentor. Podemos espaciarnos con un propósito definido en los atributos celestiales de Cristo Jesús. Podemos hablar de su amor. Podemos contar y cantar sus misericordias. Podemos hacer de él nuestro propio Salvador personal. Entonces seremos uno con Cristo. Amaremos lo que Cristo amó; odiaremos el pecado, lo que Cristo odió. Estas cosas deben ser el tema de nuestra conversación; en ellas debemos espaciarnos”.3MS 207.4
Me dirijo a los pastores. Conducid a la gente paso a paso, espaciándoos en la eficiencia de Cristo hasta que, por una fe viva, ellos vean a Jesús tal como es: lo vean en su plenitud, un Salvador que perdona el pecado, uno que puede perdonar todas nuestras transgresiones. Es contemplándolo como llegamos a transformarnos a su semejanza. Esta es una verdad presente. Pero nosotros hemos exaltado sólo en forma casual a Cristo como el Salvador que perdona el pecado.3MS 208.1
Debemos de conservar delante de la mente al Salvador que perdona el pecado; pero tenemos que presentarlo en su verdadera posición: como el que vino a morir para magnificar la ley de Dios y hacerla honorable, y sin embargo, para justificar al pecador que dependa totalmente de los méritos de la sangre de un Salvador crucificado y resucitado. Esto no se ha hecho claro.3MS 208.2
El mensaje salvador del alma, el mensaje del tercer ángel, es el mensaje que debe ser dado al mundo. Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, ambas cosas son importantes, inmensamente importantes, y deben darse con igual fuerza y poder. Nos hemos detenido mayormente sobre la primera parte del mensaje, y la segunda parte se ha presentado en forma casual. No se comprende la fe de Jesús. Debemos hablar acerca de ella, debemos vivirla, debemos orar acerca de ella, y debemos educar a los hermanos a introducir esta parte del mensaje en la vida de su hogar. “Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Filipenses 2:5.3MS 208.3
Se necesitan discursos llenos de Cristo—Ha habido discursos enteros secos y desprovistos de Cristo, en los cuales Jesús ha sido apenas mencionado. El corazón del que habla no está subyugado y ablandado por el amor de Jesús. Se extiende en teorías áridas. No se hace una gran impresión. El orador no tiene la unción divina, y ¿cómo puede él conmover los corazones del pueblo? Necesitamos arrepentirnos y convertirnos. Sí, el predicador debe convertirse. Sí, debe elevarse a Cristo delante de los hermanos, y debe rogárseles a mirar y vivir.3MS 209.1
¿Por qué nuestros labios guardan silencio acerca del tema de la justicia de Cristo y su amor por el mundo? ¿Por qué no damos a la gente lo que le dará nueva vida? El apóstol Pablo se llena de arrobamiento y adoración cuando declara: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria”. 1 Timoteo 3:16.3MS 209.2
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz... Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Filipenses 2:5-11.3MS 209.3
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. Colosenses 1:14-17.3MS 209.4
Este es el tema grandioso y celestial que en alto grado ha sido dejado fuera de los sermones, porque Cristo no está formado dentro de la mente humana. Y Satanás se ha salido con la suya al conseguir que esto sea así: que Cristo no haya sido el tema de contemplación y adoración. Este nombre, tan poderoso, tan esencial, debe estar en cada lengua.3MS 210.1
“De la cual [de la iglesia] fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”. Colosenses 1:25-29.3MS 210.2
Aquí está la obra de los ministros de Cristo. Debido a que esta obra no ha sido hecha, debido a que Cristo y su carácter, sus palabras y su obra no han sido presentados a la gente, el estado religioso de las iglesias testifica en contra de los maestros. Las iglesias están a punto de morir porque se presenta poco a Cristo. Ellas no tienen vida ni discernimiento espiritual.3MS 210.3
Temor al mensaje de la justificación por la fe—Ellos mismos, los maestros del pueblo, no se han familiarizado mediante una experiencia viva con la Fuente de su dependencia y poder. Y cuando el Señor envía hombres precisamente con el mensaje para este tiempo, a fin de que lo den al pueblo—un mensaje que no es una nueva verdad, sino la misma que Pablo enseñó, que Cristo mismo enseñó—, resulta para ellos una doctrina extraña. Comienzan a inducir al pueblo a que tenga cuidado, a ese pueblo que está a punto de morir porque no ha sido fortalecido por elevar a Cristo delante de él. Comienzan a decirle al pueblo: “No os apresuréis demasiado. Mejor esperad, y no recibáis este asunto hasta que no sepáis más acerca de él”. Y los ministros predican las mismas teorías áridas, cuando el pueblo necesita maná fresco.3MS 210.4
El carácter de Cristo es un carácter infinitamente perfecto, y debe ser elevado y presentado en forma prominente, porque Cristo es el poder, la fuerza, la santificación y la justificación de todos los que creen en él. Los hombres que han tenido un espíritu farisaico piensan que si se aferran a lo que consideran las buenas teorías antiguas, y no toman parte en el mensaje enviado por Dios a su pueblo, estarán en una posición segura y buena. Así pensaban los fariseos de antaño, y su ejemplo debe ser una advertencia para los ministros en contra de esa actitud de satisfacción propia.3MS 211.1
Presentad los temas inspiradores del Evangelio—Necesitamos que un poder se posesione de nosotros ahora y nos conmueva a tener diligencia y fe ferviente. Entonces, bautizados por el Espíritu Santo, tendremos a Cristo, la esperanza de gloria, formado en nosotros. Entonces exhibiremos a Cristo como el objeto divino de nuestra fe y nuestro amor. Hablaremos de Cristo; oraremos a Cristo y acerca de Cristo. Alabaremos su santo nombre. Presentaremos ante el pueblo sus milagros, su abnegación, su sacrificio propio, sus sufrimientos, su crucifixión, su resurrección y su ascensión triunfal. Estos son los temas inspiradores del Evangelio para despertar amor y fervor intenso en cada corazón. Aquí están los tesoros de sabiduría y conocimiento, una fuente inextinguible. Cuanto más busquéis de esta experiencia, mayor será el valor de vuestra vida.3MS 211.2
Puede sacarse de la fuente agua viva, y sin embargo no habrá disminución de la provisión de la misma. Los ministros del Evangelio serían hombres poderosos si colocaran siempre al Señor delante de ellos y dedicaran su tiempo al estudio de su adorable carácter. Si hicieran esto, no habría apostasías, y nadie sería separado de la asociación [hermandad] por haber acarreado desgracia a la causa de Dios y puesto a Jesús en una condición de pública vergüenza, debido a sus prácticas licenciosas. Las facultades de todo ministro del Evangelio deben ser empleadas para educar a las iglesias de creyentes a recibir a Cristo por fe como su Salvador personal, a incorporarlo en sus mismas vidas y hacer de él su Modelo, para aprender de Jesús, creer en Jesús y exaltar a Jesús. El ministro mismo debe espaciarse en el carácter de Cristo. Debe ponderar la verdad, y meditar en los misterios de la redención, especialmente la obra mediadora de Cristo para este tiempo.3MS 212.1
Espaciaos más en la encarnación y la expiación—Si Cristo es todo y en todo para cada uno de nosotros, ¿por qué no nos espaciamos más en su encarnación y en su sacrificio expiatorio en las iglesias? ¿Por qué no se emplean los corazones y las lenguas en alabar al Redentor? Esta será la manera en que se usarán las facultades de los redimidos durante los siglos sin fin de la eternidad.3MS 212.2
Necesitamos nosotros mismos tener una viva relación con Dios, a fin de enseñar a Jesús a otros. Entonces podremos transmitir la viviente experiencia personal de lo que Cristo es para nosotros por experiencia y fe. Hemos recibido a Cristo, y con fervor divino podemos hablar de aquello que es un poder que reside en nosotros. La gente debe ser atraída a Cristo. Debe darse prominencia a su eficacia salvadora.3MS 212.3
Los que verdaderamente aprenden sentándose a los pies de Jesús, descubren las preciosas gemas de verdad pronunciadas por nuestro Salvador, y discernirán su significado y apreciarán su valor. Y al hacerse más humildes y estar dispuestos a ser enseñados, su comprensión se abrirá para descubrir las cosas maravillosas de su ley, pues Cristo las ha presentado en forma clara y precisa.3MS 213.1
La doctrina de la gracia y la salvación por medio de Cristo es un misterio para una gran parte de los que tienen sus nombres en los libros de la iglesia. Si Cristo estuviera en la tierra hablando a su pueblo, él los reprocharía por la lentitud de su comprensión. El diría a los que son lentos y los que no comprenden: “He dejado en vuestra posesión verdades que conciernen a vuestra salvación, cuyo valor vosotros no sospecháis”.3MS 213.2
¡Ojalá que se diga de los ministros que están predicando al pueblo y a las iglesias: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras”! Lucas 24:45. Os digo, en el temor de Dios, que hasta ahora las verdades bíblicas relacionadas con el gran plan de redención se entienden en forma muy débil. La verdad estará continuamente desarrollándose, se irá expandiendo y desenvolviendo, porque es divina como su Autor.3MS 213.3
Cómo enseñó Cristo a la gente—Jesús no hizo largos comentarios ni dio discursos constantes sobre doctrinas, sino que a menudo hablaba con frases cortas, como quien siembra los granos celestiales de doctrinas como perlas que necesitan ser recogidas por un obrero diligente. Las doctrinas de la fe y la gracia eran traídas a colación dondequiera que él enseñaba. ¡Oh!, ¿por qué los ministros no les dan a las iglesias precisamente el alimento que les comunicaría salud y vigor espirituales? El resultado sería una rica experiencia en la obediencia práctica a la Palabra de Dios. ¿Por qué los ministros no afirman las cosas que quedan y que están por morir?3MS 213.4
Cuando Cristo estaba por dejar a sus discípulos, buscó el mayor consuelo que les podía dar. Les prometió el Espíritu Santo—el Consolador—para que se combinara con el esfuerzo humano. ¿Qué promesa se experimenta menos, se cumple menos en la iglesia que la promesa del Espíritu Santo? Cuando esta bendición, que trae todas las demás bendiciones tras ella, es retirada, el resultado seguro es la sequía espiritual. Este es el reproche que necesita el que sermonea largo. La iglesia debe levantarse, y no quedar conforme por más tiempo con un escaso rocío.3MS 214.1
Nuestra necesidad del Espíritu Santo—¡Oh!, ¿por qué nuestros miembros de iglesia se hallan desprovistos de sus privilegios? No están personalmente conscientes en forma viva de su necesidad de la influencia del Espíritu de Dios. La iglesia puede decir como María: “Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”. Juan 20:13.3MS 214.2
Los ministros que predican la verdad presente consentirán en la necesidad [que hay] de la influencia del Espíritu de Dios para convencer de pecado y para convertir a las almas, y que esta influencia debe impulsar la predicación de la Palabra; pero ellos no sienten suficientemente su importancia para tener un conocimiento profundo y práctico de la misma. La escasez de la gracia y del poder de la influencia divina de la verdad sobre sus propios corazones les impide discernir las cosas espirituales, y les impide presentar la positiva necesidad de las mismas sobre la iglesia. De manera que andan cojeando, como enanos, en el crecimiento religioso, porque en su ministerio tienen una religión legal. No se siente que el poder de la gracia de Dios es una necesidad viva, efectiva, y un principio permanente.3MS 214.3
¡Ojalá que todos pudieran ver esto, y abrazaran el mensaje que les fue dado por Dios! El ha levantado a sus siervos para presentar la verdad que, debido a que ella implica elevar la cruz, se ha perdido de vista y está enterrada debajo de la basura del formalismo. Esa verdad debe ser rescatada y colocada de nuevo en el marco de la verdad presente. Sus declaraciones deben ser aseguradas, y debe ocupar la posición que le corresponde en el mensaje del tercer ángel.3MS 214.4
Ojalá que los muchos ministros de Cristo proclamen ayuno, convoquen a solemne reunión y busquen a Dios mientras puede ser hallado. Clamad a él mientras yacéis ahora al pie de la cruz del Calvario. Despojaos de todo orgullo y, como guardianes representantes de las iglesias, llorad entre la entrada y el altar, y clamad: “Perdona a tu pueblo, oh Señor, y no rechaces tu heredad. Quita de nosotros lo que quieras, pero no nos quites tu Santo Espíritu, porque somos tu pueblo”. ¡Orad, oh, orad por el derramamiento del Espíritu de Dios!—Manuscrito 27, 1889.3MS 215.1