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Mensajes Selectos Tomo 3 - Contents
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    Capítulo 8—La cuestión de la influencia

    ¿Quién se lo ha dicho a la Hna. White?—Los que no han prestado atención a los mensajes de advertencia, han perdido su fuerza. Algunos, en su confianza propia, se han atrevido a rechazar lo que sabían que era la verdad, con palabras como éstas: “¿Quién se lo ha dicho a la Hna. White?” Estas palabras muestran la medida de su fe y confianza en la obra que el Señor me ha dado para hacer. Ellos tienen delante el resultado de la obra que el Señor ha puesto sobre mí, y si esto no los convence, no hay argumentos, no hay futuras revelaciones que los afecten. El resultado será que Dios hablará de nuevo en juicios como él lo ha hecho hasta aquí.—The Review and Herald, 19 de mayo de 1903, 8.3MS 68.1

    ¿Le contó alguien a ella acerca estas cosas?—Algunos están listos para preguntar: “¿Quién le dijo a la Hna. White estas cosas?” Aun a mí me han hecho la pregunta: “¿Alguien le contó a Ud. estas cosas?” Yo podría responderles: “Sí; sí, el ángel de Dios me ha hablado”. Pero lo que ellos quieren decir es lo siguiente: “¿Han estado los hermanos y hermanas exponiendo sus faltas?” En el futuro no empequeñeceré los testimonios que Dios me ha revelado dando explicaciones a fin de tratar de satisfacer tales mentes estrechas, sino que tendré todas las preguntas semejantes como un insulto al Espíritu de Dios. Dios ha visto conveniente ponerme en posiciones en las cuales no ha colocado a ninguna otra persona de nuestras filas. El ha puesto sobre mí la carga de presentar reproches que él no ha dado a ninguna otra persona.—Testimonies for the Church 3:314-315.3MS 68.2

    Alguien le ha dicho a la Hna. White—Aún ahora se expresa incredulidad por medio de palabras como éstas: “¿Quién le ha escrito estas cosas a la Hna. White?” Pero no sé de nadie que los conozca tales como son; y nadie podía escribir acerca de algo que se cree que no existe. Alguien me lo ha dicho: Aquel que no falsifica las cosas, Aquel que no comete errores de juicio ni exagera ningún caso.—Special Instruction Relating to the Review and Herald Office and the Work in Battle Creek, 16.3MS 69.1

    Si yo fuera influida no sería digna de confianza—Vosotros pensáis que algunos individuos han puesto prejuicios en mi mente. Si estoy en esta situación, no merezco que se me confíe la obra de Dios.—Carta 16, 1893.3MS 69.2

    La Sra. White no leyó ciertas cartas o artículos—Ud. me acusa de no haber leído su paquete de escritos. No los leí ni tampoco las cartas que el Dr. Kellogg mandó. Yo tenía un mensaje de seria reprensión para la casa editora, y sabía que si leía las comunicaciones que me fueron mandadas, más tarde, cuando apareciera el testimonio, Ud. y el Dr. Kellogg se habrían sentido tentados a decir: “Yo le di la inspiración”.—Carta 301, 1905.3MS 69.3

    No he tenido la costumbre de leer ningún artículo doctrinal en la revista [Review and Herald], para que mi mente no tenga conocimiento alguno de las ideas y opiniones de nadie, a fin de que ninguna influencia de las teorías de alguien tenga relación alguna con lo que yo escribo.—Carta 37, 1887.3MS 69.4

    Una pregunta suscitada en los primeros años del ministerio—¿Qué pasará si Ud. alguna vez hubiera dicho eso? ¿Habría afectado las visiones que Dios me da? Si es así, las visiones no son nada... Lo que Ud. o cualquier otro haya dicho es absolutamente nada. Dios ha tomado el asunto en sus manos... Lo que Ud. dijo, Hna. D, no ha influido en mí en absoluto. Mi opinión no tiene nada que ver con lo que Dios me ha mostrado en visión.—Carta 6, 1851.3MS 69.5

    Los reproches no tienen relación con los rumores—He recibido su carta y trataré de contestarla. Ud. dice que recibió los testimonios, pero no acepta la parte relacionada con el engaño. Sin embargo, hermano mío, es verdad, y los rumores no tienen nada que ver con este caso de reproche.—Carta 28, 1888.3MS 70.1

    Una tentativa de guiar a la Sra. White—El Hno. E sugiere que a la gente le agradaría que yo hablara menos acerca de deberes y más con respecto al amor de Jesús. Pero deseo hablar como el Espíritu del Señor me impresiona. El Señor sabe mejor lo que este pueblo necesita. Hablé por la mañana [sábado 17 de octubre] acerca de Isaías 58. No limé en absoluto las asperezas.—Manuscrito 26, 1885.3MS 70.2

    Dirigida por Uno que es poderoso en consejo—Hay personas que dicen: “Alguien manipula sus escritos”. Yo admito la acusación: es Uno que es poderoso en consejo, Uno que presenta delante de mí la condición de las cosas.—Carta 52, 1906.3MS 70.3

    Por qué se hacen a veces averiguaciones—Alguien, que hizo una confesión, me dijo que se han albergado dudas e incredulidad por parte de algunos contra los testimonios debido a las palabras que les dijo la Hna. F. Una cosa que se mencionó fue que los testimonios para personas en particular me habían sido dichos por otros, y que yo los presentaba como si fueran mensajes de Dios. ¿Sabe, mi hermana, que con esto ella me hace una persona hipócrita y mentirosa?...3MS 70.4

    La Hna. F mencionó un caso en particular, en el cual ella me había dicho todo lo relativo a la familia del Hno. G, y que la próxima cosa que ella oyó era que yo estaba relatando, como que el Señor me lo había mostrado, esas cosas que ella me había dicho.3MS 70.5

    Permítame explicarle el caso. A menudo se me muestran familias e individuos, y cuando tengo la oportunidad de verme con personas que los conocen, averiguo en qué condición está esa familia con el propósito de asegurarme de si los ministros o los hermanos tienen algún conocimiento de los males existentes.3MS 71.1

    Eso fue lo que sucedió en el caso de la familia del Hno. G. Yo quería ver si el testimonio estaba respaldado por los hechos. Pero esa información dada no originó el testimonio, aunque algunas personas de corta visión y tentadas puedan interpretarlo así.—Carta 17, 1887.3MS 71.2

    ¿Quién se lo dijo a Pablo y a la Hna. White?—Cuando se presenta un testimonio del Señor dirigido a alguna persona que yerra, a menudo se hace la pregunta: “¿Quién se lo dijo a la Hna. White?” Eso debió haber ocurrido en los días de Pablo, puesto que alguien tuvo que haber tenido en su corazón el interés por la iglesia para presentarle al apóstol, el ministro señalado por Dios, los peligros de los miembros de la iglesia que amenazaban su prosperidad. Existe un tiempo para hablar y un tiempo para guardar silencio. Por supuesto, algo debe hacerse, y el ministro señalado por el Señor no debe dejar de hacer su obra para corregir estos males. Ahora bien, estos males existían, y Pablo tenía una obra que hacer para corregirlos...3MS 71.3

    Sabemos que a Pablo se le había presentado el estado de las iglesias. Dios le había dado luz y conocimiento con respecto al orden que debía mantenerse en las iglesias, los males que se levantarían, y que debían ser corregidos y tratados con firmeza en proporción a su agravante carácter. El Señor le había revelado a Pablo la pureza, la devoción y la piedad que debían mantenerse en la iglesia, y las cosas que aparecían contrarias a ese estado él debía reprobarlas de acuerdo con la luz que Dios le había dado.3MS 71.4

    Por qué se hacen averiguaciones—Cuando se me presentan asuntos relacionados con una iglesia, a veces resplandece, por así decirlo, una luz del cielo que revela detalles particulares que Dios me había presentado anteriormente con respecto a otro caso, y cuando siento la carga con relación a iglesias, familias o individuos especiales, frecuentemente averiguo las condiciones que reinan en esa iglesia, y el asunto está totalmente descrito antes de que yo vaya a esa iglesia.3MS 72.1

    Pero necesito hechos que respalden los testimonios, y estoy preocupada por saber de qué manera debo traer la luz que Dios me ha dado. Si los errores han estado afectando manifiestamente a la iglesia, y si los casos de caracteres que hacen errar a la iglesia debilitan la fe y fortalecen la incredulidad, entonces la obra que tiene que hacerse no debe estar restringida a familias en forma privada o a solo individuos, sino que debe presentarse delante de toda la iglesia para detener el mal y hacer brillar la luz en las mentes de los que han sido confundidos por palabras de engaño y falsas presentaciones.3MS 72.2

    Y cuando estoy delante del pueblo, brilla de nuevo delante de mí la luz que Dios me ha dado en lo pasado con referencia a personas que estaban delante de mí, y me he sentido impelida por el Espíritu de Dios a hablarles. Esta es la forma en que he sido usada, viendo muchos casos, y antes de que yo los presente quiero saber si el caso es conocido por otros, si su influencia está calculada para dañar a la iglesia en general. A veces se hacen preguntas y de vez en cuando éstas determinan la forma de tratar dichos casos: si hablar delante de unos pocos o delante de muchos, o hablarles a las personas mismas.3MS 72.3

    Si el caso es tal que se pueda atender en forma privada y otros no necesitan conocerlo, yo deseo grandemente hacer todo lo posible para corregir sin dar publicidad al asunto.—Carta 17, 1887.3MS 72.4

    Estoy sola, completamente sola—Tengo una declaración que hacer. Cuando el Señor presenta delante de mí cualquier asunto o instrucción, y tengo un mensaje que presentar referente al mencionado tema, entonces, de la mejor manera que Dios me capacita para hacerlo, hablo del asunto presentando la mente y la voluntad de Dios con tanta claridad como mis capacidades humanas, guiadas y dominadas por el Espíritu Santo, traigan todo el asunto delante de mí para exponerlo a los demás. Con respecto a los asuntos serios que me son encomendados, no le he dado a nadie—hombre o mujer—ningún derecho de tener el menor control sobre mi obra, la cual el Señor me ha dado para hacer.3MS 73.1

    Desde hace veintiún años, cuando fui privada de mi esposo por la muerte, no he tenido la más remota idea de casarme de nuevo. ¿Por qué? No porque Dios me lo haya prohibido. No; sino porque el estar sola era lo mejor para mí, para que nadie sufriera junto conmigo en la ejecución de mi obra que el Señor me confiara. Y nadie debe tener el derecho de influir en mí de manera alguna en cuanto a mi responsabilidad y a mi obra en la presentación de mi testimonio de ánimo y reproche.3MS 73.2

    Mi esposo nunca se interpuso en mi camino mientras yo lo hacía, sino más bien yo contaba con su ayuda y su ánimo, y también con su compasión. Su simpatía, y sus oraciones y lágrimas, ¡las he extrañado tanto, tanto! Nadie puede entender esto como yo misma. Pero mi obra debía ser hecha. Ningún poder humano debe sugerir la menor idea de que yo era influida en la obra que Dios me ha dado que hacer en la presentación de mi testimonio a aquellos para los cuales él me había dado palabras de reproche o de estímulo.3MS 73.3

    He estado sola en esta tarea, absolutamente sola, con todas las dificultades y todas las pruebas relacionadas con la obra. Sólo Dios podía ayudarme. El último trabajo que debe ser hecho por mí en este mundo, será hecho pronto. Debo expresarme con claridad, de tal manera que, si es posible, no sea mal entendida.3MS 74.1

    No tengo una sola persona en el mundo que ponga algún mensaje en mi mente o que me delegue algún deber. Estoy por decirle, Hno. F, que cuando el Señor me da una carga [mensaje] para Ud. o para algún otro, Ud. la recibirá de la manera que el Señor me la da.—Manuscrito 227, 1902.3MS 74.2

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