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Mensajes Selectos Tomo 3 - Contents
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    Los peligros de escuchar a los grandes hombres del mundo

    Es un gran peligro para muchos de nuestros jóvenes el escuchar los discursos de aquellos que en el mundo son considerados grandes hombres. Estos discursos son a menudo de un alto nivel intelectual, y junto con observaciones y dichos sabios se mezclan errores prevalecientes en la falsamente llamada ciencia, y doctrinas de religiones populares; pero esto mina las declaraciones de la Biblia y da la impresión de que hay razón para poner en duda la verdad de la Palabra inspirada. De esta manera, hombres llamados grandes y evidentemente sabios siembran las semillas del escepticismo; sin embargo, sus nombres están inscritos como insensatos en los libros de registro del cielo, y son una ofensa para Dios. Ellos repiten las falsedades que Satanás puso en boca de la serpiente, y con engaños educan a los jóvenes.3MS 264.3

    Esta es la clase de educación en la cual se deleita el enemigo. Es una hechicería. El gran apóstol preguntó: “¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad?” Los que reciben y admiran los sentimientos de estos llamados grandes hombres están en peligro, porque debido a la sutileza del enemigo el razonamiento lleno de sofismas de estos falsos maestros se arraiga en el corazón de nuestros jóvenes, y casi imperceptiblemente se convierten de la verdad al error. Pero la conversión debe ser en sentido opuesto. Nuestros jóvenes, que han visto las evidencias de la veracidad de la verdad, deben estar firmemente establecidos y ser capaces de ganar almas de las tinieblas del error para Cristo.3MS 265.1

    Los jóvenes que asisten a Ann Arbor1[La Universidad de Míchigan estaba situada—y todavía lo está—en Ann Arbor, a unos 100 kilómetros (65 millas) de Battle Creek; algunos jóvenes adventistas que estudiaban medicina en 1891, asistían allí.—Los compiladores.] deben recibir a Jesús como su Salvador personal, o de otra manera edificarán sobre la arena, y su fundamento será arrasado. El Espíritu de Cristo debe regenerar y santificar el alma, y el puro afecto por Cristo debe ser mantenido vivo por medio de una humilde y diaria confianza en Dios. Cristo, la esperanza de gloria, debe ser formado en ellos. Que Jesús sea revelado ante aquellos con quienes os asociáis.—Carta 26, 1891.3MS 265.2

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