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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 - Contents
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    Hogares para huérfanos

    Cuando se haya hecho todo lo posible para atender a los huérfanos en nuestros propios hogares, quedarán todavía muchos menesterosos en el mundo que deberán ser atendidos. Pueden ser andrajosos, sin gracia y en nada atrayentes; pero fueron comprados con precio, y son tan estimables a la vista de Dios como nuestros propios pequeñuelos. Son propiedad de Dios, y por ellos son responsables los cristianos. “Sus almas—dice Dios—demandaré de tu mano”.6TPI 288.1

    Cuidar de estos menesterosos es buena obra; pero en esta época del mundo, el Señor no ordena a nuestro pueblo que establezca grandes y costosos establecimientos con este fin. Sin embargo, si hay entre nosotros quienes se sientan llamados por Dios a establecer instituciones dedicadas a cuidar de los niños huérfanos, cumplan lo que consideran su deber. Pero al hacerlo deben solicitar la ayuda del mundo. No deben recurrir al pueblo a quien el Señor confió la obra más importante que haya sido dada a los hombres: una obra que consiste en proclamar el último mensaje de misericordia a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. La tesorería del Señor debe mantener un excedente para sostener la obra del Evangelio en “las regiones remotas”.6TPI 288.2

    Los que sienten la preocupación de establecer tales instituciones, deben emplear personas hábiles para presentar sus necesidades y recaudar fondos. Despierten a la gente del mundo, recurran a las iglesias de otras denominaciones; a los hombres que sienten la necesidad de que se haga algo en favor de los pobres y huérfanos. En toda iglesia hay quienes temen a Dios. Diríjanse a ellos, porque Dios les ha dado esta obra. Las instituciones que han sido establecidas por nuestro pueblo para cuidar de los huérfanos, los enfermos y ancianos de entre nosotros, deben ser sostenidas. No se las debe dejar languidecer, ni permitir que sean un oprobio para la causa de Dios. La ayuda prestada para sostener las instituciones debe considerarse, no solamente un deber, sino un precioso privilegio. En vez de hacernos regalos inútiles unos a otros, compartamos nuestros recursos con los pobres y los desamparados. Cuando el Señor vea que estamos haciendo lo mejor que podemos para aliviar a estos necesitados, impresionará a otros a cooperar en esta buena obra.6TPI 289.1

    El propósito de un orfanato no debe ser solamente proveer a los niños alimentos y ropas, sino ponerlos bajo el cuidado de maestros cristianos que los educarán en el conocimiento de Dios y de su Hijo. Los que hacen este trabajo deben ser hombres y mujeres de gran corazón, que se inspiraron con entusiasmo a los pies de la cruz del Calvario. Deben ser hombres y mujeres educados y abnegados; que trabajarán como Cristo trabajó, para la causa de Dios y de la humanidad.6TPI 289.2

    A medida que esas personas sin hogar sean ubicadas donde puedan aprender, ser felices y llegar a ser hijos e hijas del Rey celestial, se irán preparando para desempeñar un papel semejante al de Cristo en la sociedad. Se las debe educar para que ellas a su vez ayuden a otros. Así se extenderá la buena obra y se perpetuará. 6TPI 289.3

    *****

    ¿Qué madre amó jamás a su hijo como Jesús ama a los suyos? Él mira el carácter mancillado con dolor más hondo y más punzante que el de cualquier madre. Ve la retribución futura de una mala conducta. Por lo tanto, hágase todo lo posible en favor del alma desatendida.6TPI 290.1

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