El derecho de la redención
Los diezmos y las ofrendas dedicados a Dios son un reconocimiento de su derecho sobre nosotros, lo cual proviene de la creación; también un reconocimiento de su derecho a través de la redención. Por cuanto todo nuestro poder deriva de Cristo, esas ofrendas han de fluir de nosotros a Dios. Deben recordarnos siempre lo que por la redención Dios tiene derecho a pedirnos, pues ese derecho abarca todo lo demás. La comprensión del sacrificio efectuado por nosotros se ha de conservar siempre fresca en nuestra mente y debe influir constantemente sobre nuestros pensamientos y planes. Cristo debe estar entre nosotros como quien fue realmente crucificado.6TPI 477.1
“¿No sabéis que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio”. 1 Corintios 6:19, 20. ¡Qué precio se pagó! Contemplemos la cruz y la víctima alzada en ella. Mirad aquellas manos horadadas por los crueles clavos. Mirad sus pies clavados a la cruz. Cristo llevó nuestros pecados en su propio cuerpo. Ese sufrimiento y esa agonía son el precio de nuestra redención. Fue dada esta orden: “Líbralos de perecer eternamente. Yo he hallado rescate”.6TPI 477.2
¿No sabéis que él nos amó y se dio por nosotros, para que a nuestra vez nos diésemos a él? ¿Por qué no habrían de expresar amor a Cristo todos los que le reciben por la fe, así como se expresó su amor a nosotros por quienes él murió?6TPI 477.3
Se nos representa a Cristo como buscando a la oveja que se había perdido. Su amor nos circunda y nos trae de vuelta al redil. Su amor nos da el privilegio de sentarnos con él en los lugares celestiales. Cuando la bendita luz del Sol de justicia resplandece en nuestros corazones y descansamos en paz y gozo en el Señor, alabemos al Señor; alabemos a Aquel que es nuestra salvación y nuestro Dios. Alabémosle, no sólo en palabras, sino por la consagración a él de todo lo que somos y tenemos.6TPI 477.4
“¿Cuánto debes a mi señor?” Lucas 16:5. No lo podéis calcular. Puesto que todo lo que tenéis es suyo, ¿lo privaréis de lo que exige? Cuando él lo pide, ¿lo retendréis egoístamente como si fuese vuestro? ¿Lo guardaréis y lo aplicaréis a algún otro fin que no sea la salvación de las almas? Es así como se pierden miles de almas. ¿Cómo podemos manifestar mejor nuestro aprecio del sacrificio de Dios y su gran don al mundo, que enviando donativos y ofrendas, con la alabanza y el agradecimiento de nuestros labios por el gran amor con que nos amó y nos atrajo a sí mismo?6TPI 477.5
Mirando al cielo en súplica, presentaos vosotros mismos a Dios como siervos suyos, y todo lo que tenéis, diciendo: Señor, “de lo recibido de tu mano te damos”. 1 Crónicas 29:14. A la vista de la cruz del Calvario y del Hijo del Dios infinito crucificado por vosotros, comprendiendo ese amor sin par, ese maravilloso despliegue de la gracia, sea vuestra ferviente pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Él os ha dicho: “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura”. Marcos 16:15.6TPI 478.1
Cuando veáis en el reino de Dios a las personas salvadas por vuestros donativos y servicios, ¿no os regocijaréis porque pudisteis hacer esta obra?6TPI 478.2
Acerca de los apóstoles de Cristo, está escrito: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor, y confirmando la palabra con las señales que la seguían”. Marcos 16:20. Sin embargo, el universo celestial aguarda los canales por los cuales los raudales de la misericordia han de fluir por el mundo. El mismo poder que tuvieron los apóstoles está ahora a la disposición de los que quieran servir a Dios.6TPI 478.3
El enemigo inventará todo ardid de que es capaz para impedir que la luz resplandezca en nuevos lugares. El diablo no quiere que la verdad alumbre “como una antorcha”. ¿Consentirán nuestros hermanos en que tengan éxito sus planes para estorbar la obra?6TPI 478.4
El tiempo está pasando rápidamente a la eternidad. ¿Retendrá alguno lo que pertenece estrictamente a Dios? ¿Le negará alguno lo que, aunque puede ser dado sin mérito, no puede ser negado sin que ello acarree la ruina? El Señor ha dado a cada uno su obra, y los santos ángeles quieren que hagamos esta obra. Mientras veláis, oráis y trabajáis, ellos están listos para cooperar con vosotros. Cuando el intelecto siente la influencia del Espíritu Santo, todos los afectos obran armoniosamente de acuerdo con la voluntad divina. Entonces los hombres darán a Dios lo suyo diciendo: “Todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos.” Dios perdone a su pueblo por no haber obrado así.6TPI 478.5
Hermanos y hermanas, he tratado de presentaros las cosas tal como son; pero mi intento queda muy lejos de la realidad. ¿Rechazaréis mi súplica? No soy yo la que os suplico; es el Señor Jesús, quien dio su vida por el mundo. No he hecho sino obedecer la voluntad y el requerimiento de Dios. ¿Aprovecharéis la oportunidad de honrar la obra de Dios y respetar a los siervos a quienes envió a hacer su voluntad y a guiar las almas al cielo?6TPI 479.1
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra: como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia; para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. Porque la suministración de este servicio, no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta suministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; asimismo por la oración de ellos por vosotros, a quienes a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros. ¡Gracias a Dios por su don inefable!” 2 Corintios 9:6-15.6TPI 479.2