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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 - Contents
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    El caso de Acab, una advertencia

    Bajo el gobierno pervertido de Acab, Israel se apartó de Dios y corrompió sus caminos ante él. “Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró. E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en Samaria. Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel”. 1 Reyes 16:30-33.3TPI 290.1

    Acab era débil en fuerza moral. No tenía un sentido elevado de las cosas sagradas: era egoísta y sin principios. Su unión matrimonial con una mujer de carácter resuelto y temperamento positivo, que estaba dedicada a la idolatría, los convirtió a ambos en agentes especiales de Satanás para llevar al pueblo de Dios a la idolatría y a una apostasía terrible. El espíritu decidido de Jezabel moldeó el carácter de Acab. Su naturaleza egoísta era incapaz de apreciar las misericordias de Dios hacia su pueblo y sus obligaciones para con Dios como el guardián y dirigente de Israel. El temor de Dios estaba disminuyendo cada día en Israel. Las manifestaciones blasfemas de su idolatría ciega se veían entre el pueblo de Dios. No había nadie que se atreviera a exponer su vida oponiéndose abiertamente a la idolatría blasfema que prevalecía. Los altares de Baal, y los sacerdotes de Baal que hacían sacrificios al Sol, la Luna y las estrellas, eran conspicuos por todas partes. Habían consagrado templos y bosquecillos donde se colocaban las obras de los hombres para que fueran adoradas. Los beneficios que Dios daba a su pueblo no provocaban en ellos gratitud al Dador. Todas las mercedes del cielo—los arroyos desbordantes, las corrientes de aguas vivas, el suave rocío, las lluvias que refrescaban la tierra y hacían que los campos produjeran abundantemente—, las atribuían al favor de sus dioses.3TPI 290.2

    El alma fiel de Elías estaba afligida. Se despertó su indignación y sintió celo por la gloria de Dios. Vio que Israel se había hundido en una apostasía terrible. Y cuando recordó las grandes cosas que Dios había hecho por ellos, se sintió abrumado de tristeza y asombro. Pero todo esto fue olvidado por la mayoría de las personas. Fue ante el Señor y, con su alma atormentada de angustia, le rogó que salvara a su pueblo, si fuera necesario mediante juicios. Le suplicó a Dios que retirara de su pueblo ingrato el rocío y la lluvia, los tesoros del cielo, para que el Israel apóstata pudiera esperar en vano que sus dioses, sus ídolos de oro, madera y piedra, el Sol, la Luna y las estrellas, regaran y enriquecieran la tierra, y la hicieran producir abundantemente. El Señor le dijo a Elías que había oído su oración y que retiraría el rocío y la lluvia de su pueblo hasta que ellos se volvieran a él con arrepentimiento.3TPI 291.1

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