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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 - Contents
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    La obra en Battle Creek

    En una visión que se me dio en Bordoville, Vermont, el 10 de diciembre de 1871, se me mostró que la posición de mi esposo ha sido muy difícil. Ha sobrellevado un peso de preocupaciones y trabajo. Sus hermanos en el ministerio no han tenido que llevar estas cargas, y no han apreciado sus esfuerzos. La constante presión que ha recaído sobre él lo ha abrumado mental y físicamente. Se me mostró que su relación con el pueblo de Dios era similar, en algunos respectos, a la de Moisés con Israel. Hubo murmuradores contra Moisés, al estar en circunstancias adversas, y ha habido murmuradores contra mi esposo.3TPI 97.1

    En las filas de los observadores del sábado nadie ha hecho tanto como mi esposo. Él ha dedicado su interés casi enteramente a la edificación de la causa de Dios, sin tener en cuenta sus intereses personales y a expensas de los placeres sociales con su familia. En su devoción a la causa frecuentemente ha arriesgado su salud y su vida. Ha sentido tanta presión con la carga de esta tarea que no ha tenido el tiempo apropiado para el estudio, la meditación ni la oración. Dios no le ha pedido que esté en esta situación, ni siquiera por el interés y el progreso de la obra de publicaciones en Battle Creek. Hay otras ramas de la obra, otros intereses en la causa, que han sido descuidados debido a su devoción por esta línea de trabajo. Dios nos ha dado a ambos un Testimonio que llegará a los corazones. Él ha abierto ante mí muchos canales de luz, no sólo para mi beneficio, sino para el beneficio de su pueblo en general. También le ha dado a mi esposo gran luz sobre temas bíblicos, no sólo para él, sino para otros. Vi que debería escribirse y hablarse de estas cosas, y que nueva luz continuaría brillando sobre el mundo.3TPI 97.2

    Vi que podríamos lograr diez veces más para acrecentar la causa al ocuparnos entre el pueblo de Dios, llevando un testimonio variado para satisfacer las necesidades de la causa en diferentes lugares y bajo diversas circunstancias, que lo que podríamos hacer quedándonos en Battle Creek. Se necesitan nuestros dones en el mismo campo escribiendo y hablando. Mientras mi esposo esté sobrecargado, como lo ha estado, con un cúmulo de preocupaciones y asuntos financieros, su mente no puede ser tan fructífera en la Palabra como lo sería en otras circunstancias. Y él se halla expuesto a los asaltos del enemigo; porque ocupa un puesto donde existe una presión constante, y habrá hombres y mujeres, como ocurrió con los israelitas, que serán tentados a quejarse y murmurar contra él, que ocupa el puesto de mayor responsabilidad en la causa y obra de Dios.3TPI 97.3

    Al estar bajo estas cargas que ninguna otra persona se aventuraría a tomar, mi esposo, bajo la presión de la ansiedad, ha hablado a veces sin la debida consideración y con aparente severidad. A veces ha censurado a los que estaban en la oficina porque no eran cuidadosos. Y cuando han ocurrido errores innecesarios, él ha considerado justificable sentir indignación por la causa de Dios. Este curso de acción no siempre ha tenido los mejores resultados. A veces trajo como consecuencia que aquellos que fueron reprobados dejaron de hacer las mismas cosas que deberían haber hecho, porque temían que no las harían en forma correcta; y entonces se les echaría la culpa por ello. En la medida en que éste ha sido el caso, la carga ha caído más pesadamente sobre mi esposo.3TPI 98.1

    Lo mejor para él habría sido ausentarse de la oficina más de lo que lo ha hecho, y dejar que otros hicieran el trabajo. Y si después de una prueba paciente y justa, demostraran ser infieles o incapaces para el trabajo, tendría que despedírselos, dejando que se ocuparan en negocios donde sus desaciertos y errores afectarían sus intereses personales y no la causa de Dios.3TPI 98.2

    Estaban aquellos que estuvieron a la cabeza del negocio de la Asociación Publicadora quienes, por no decir algo peor, fueron infieles. Y si aquellos que estaban asociados con ellos como fideicomisarios hubieran estado al tanto de lo que pasaba y sus ojos no hubiesen estado cegados y su sensibilidad paralizada, esos hombres habrían sido separados de la obra mucho antes de cuando lo fueron.3TPI 98.3

    Cuando mi esposo se recuperó de su larga y severa enfermedad, se encargó del trabajo confuso y desordenado, tal como fue dejado por hombres infieles. Trabajó con todo el tesón y la fuerza de la mente y el cuerpo que poseía, para poner en orden el trabajo y librarlo de la vergonzosa confusión en la que lo habían sumido aquellos que le daban un lugar prominente a sus propios intereses y que no sentían que la tarea en la que estaban ocupados era sagrada. La mano de Dios se ha extendido para juzgar a estos infieles. Su curso de acción y sus resultados deberían constituir una advertencia a otros para no hacer como ellos han hecho.3TPI 99.1

    La experiencia de mi esposo durante el período de su enfermedad fue desdichada. Había trabajado en esta causa con interés y devoción como ningún otro hombre lo había hecho. Había corrido riesgos y asumido posiciones avanzadas según la Providencia lo había dirigido, sin tener en cuenta la censura o las alabanzas. Había permanecido solo, y batallado en medio de sufrimientos físicos y mentales, ignorando sus propios intereses, mientras las personas a quienes Dios había designado para que se mantuvieran a su lado lo dejaron cuando él más necesitaba su ayuda. No sólo había sido abandonado para batallar y luchar sin su ayuda y comprensión, sino que frecuentemente había tenido que enfrentar su oposición y quejas contra uno que estaba haciendo diez veces más que cualquiera de ellos para establecer la causa de Dios. Todas estas cosas habían ejercido su influencia; habían moldeado la mente que en un tiempo estaba libre de sospechas, y que tenía una actitud confiada, y habían hecho que perdiera confianza en sus hermanos. Aquellos que tuvieron parte en crear esta situación, en gran medida serán responsables por el resultado. Dios los habría dirigido si le hubieran servido ferviente y devotamente.3TPI 99.2

    Se me mostró que mi esposo les había dado a sus hermanos evidencias inequívocas de su interés en la obra de Dios y su devoción a ella. Después de pasar años sufriendo privaciones y trabajando incesantemente para establecer los intereses de la obra de publicaciones sobre una base firme, le entregó al pueblo de Dios aquello que era suyo y que simplemente podría haber retenido y recibido las ganancias de ello si hubiera decidido hacerlo. Este acto mostró a la gente que no estaba tratando de obtener ventajas personales, sino que buscaba promover la causa de Dios.3TPI 99.3

    Cuando mi esposo fue sorprendido por la enfermedad, muchos actuaron con la misma insensibilidad hacia él que la que los fariseos mostraban hacia los desgraciados y oprimidos. Los fariseos les decían a los sufrientes que sus aflicciones eran consecuencias de sus pecados, y que los juicios de Dios habían caído sobre ellos. Al hacer esto aumentaban el peso de sus sufrimientos. Cuando mi esposo cayó bajo la carga de las preocupaciones, hubo quienes fueron implacables.3TPI 100.1

    Cuando empezó a recuperarse, de modo que en su debilidad y pobreza comenzó a trabajar algo, les pidió a los que estaban al frente de los asuntos en la oficina, que le dieran un cuarenta por ciento de descuento en un pedido de libros por valor de cien dólares. Estaba dispuesto a pagar sesenta dólares por los libros que él sabía que le costaban a la Asociación sólo cincuenta dólares. Pidió este descuento especial en vista de sus labores y sacrificios pasados en favor del departamento de publicaciones, pero se le negó este pequeño favor. Se le dijo fríamente que sólo podían darle un descuento del veinticinco por ciento. Mi esposo pensó que esto era muy duro, sin embargo trató de soportarlo en forma cristiana. Dios anotó en el cielo esta decisión injusta y desde ese momento tomó el caso en sus propias manos, y ha devuelto las bendiciones quitadas, como hizo con el fiel Job. Desde que se tomó esa decisión despiadada, el Señor ha estado obrando en favor de su siervo, y lo ha levantado por encima de su previa condición de salud del cuerpo, claridad y fuerza mental, y libertad de espíritu. Y desde entonces mi esposo ha tenido el placer de distribuir con sus propias manos, publicaciones por valor de miles de dólares, sin costo alguno. Dios no olvidará completamente ni abandonará para siempre a aquellos que han sido fieles, aunque a veces cometan errores.3TPI 100.2

    Mi esposo ha tenido celo por Dios y la verdad, y a veces este celo lo ha llevado a trabajar en exceso a expensas de su fuerza física y mental. Pero el Señor no ha considerado esto como un pecado tan grande como el descuido y la infidelidad de sus siervos en reprobar las injusticias. Aquellos que alabaron a los infieles y adularon a los profanos fueron partícipes de su pecado de descuido e infidelidad.3TPI 100.3

    Dios ha escogido a mi esposo y le ha dado aptitudes especiales, capacidad natural y cierta experiencia para conducir a su pueblo en una obra de vanguardia. Pero ha habido murmuradores entre los adventistas que guardan el sábado como los hubo en el antiguo Israel y, mediante sus sugerencias e insinuaciones, estos individuos celosos, suspicaces, han dado ocasión a los enemigos de nuestra fe a desconfiar de la honestidad de mi esposo. Estas personas celosas de la misma fe han presentado asuntos ante los incrédulos en una luz falsa, y las impresiones hechas impiden que muchos abracen la verdad. Consideran a mi esposo como un hombre intrigante, egoísta, avaro, y tienen temor de él y de la verdad sustentada por nosotros como pueblo.3TPI 101.1

    Cuando se restringía el apetito del antiguo Israel, o cuando se les imponía cualquier requerimiento estricto, ellos desacreditaban a Moisés diciendo que era arbitrario, que quería dominarlos y regirlos por completo, cuando era solamente un instrumento en la mano de Dios para conducir a su pueblo a una posición de sumisión y obediencia a la voz divina.3TPI 101.2

    El Israel moderno ha murmurado y sentido celos de mi esposo porque él ha abogado en favor de la causa de Dios. Ha fomentado la liberalidad, ha reprendido a los que amaban este mundo y ha censurado el egoísmo. Él ha pedido donaciones para la causa de Dios y, para estimular la liberalidad en sus hermanos, ha tomado la iniciativa, dando él mismo donaciones generosas; pero muchas personas murmuradoras y celosas, incluso han interpretado esto diciendo que deseaba beneficiarse personalmente con los recursos de sus hermanos y que se había enriquecido a expensas de la causa de Dios, cuando los hechos en este caso son que Dios ha confiado medios en sus manos para ponerlo por encima de privaciones, de modo que no necesite depender de la misericordia de personas volubles, murmuradoras y celosas. Como no hemos buscado egoístamente nuestro propio interés, sino que hemos cuidado de la viuda y de los huérfanos, Dios en su providencia ha obrado en nuestro favor y nos ha bendecido con prosperidad y en abundancia.3TPI 101.3

    Moisés sacrificó un reino en perspectiva, una vida de honor y lujo mundanales en cortes reales, escogiendo más bien ser afligido con el pueblo de Dios que disfrutar de los placeres del pecado por un tiempo, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que todos los tesoros de los egipcios. Podríamos haber hecho eso al haber escogido una vida de comodidad, libre de trabajos y cuidados. Pero esa no fue nuestra elección. Escogimos una labor activa en la causa de Dios, una vida itinerante, con todas sus penurias, privaciones y exposición a distintos peligros, antes que una vida de indolencia. No hemos vivido para agradarnos a nosotros mismos, sino que hemos tratado de vivir para Dios, para agradarle y glorificarle. No nos propusimos trabajar para hacernos de propiedades, pero Dios ha cumplido su promesa dándonos cien veces tanto en esta vida. Él puede probarnos quitándonos esos bienes. Si así ocurre, oramos para ser sumisos y soportar humildemente la prueba.3TPI 102.1

    Mientras él nos confíe talentos de dinero e influencia, trataremos de invertirlos en su causa, para que si el fuego los consume y la adversidad los reduce, podamos tener la satisfacción de saber que algunos de nuestros tesoros están donde el fuego no puede consumir ni la adversidad arrebatar. La causa de Dios es un banco seguro que nunca puede fallar, y la inversión de nuestro tiempo, nuestro interés y nuestros recursos en ella es un tesoro en los cielos que no falla.3TPI 102.2

    Se me mostró que mi esposo ha tenido que triplicar el esfuerzo que tendría que haber hecho. Le ha sido difícil soportar que los hermanos R y S no le ayudaran a llevar sus responsabilidades, y ha lamentado que no le auxiliaran en los asuntos comerciales relacionados con el Instituto y la Asociación Publicadora. Ha habido un progreso continuo en la obra de publicaciones desde que los infieles fueron separados de ella. Y a medida que el trabajo aumentaba, debería haber habido hombres que compartieran las responsabilidades; pero algunos que podrían haber hecho esto no sintieron deseos de hacerlo, porque ello no aumentaría sus posesiones tanto como algunos negocios más lucrativos.3TPI 102.3

    En nuestra oficina no hay ese talento que debería haber. La obra demanda que las personas más escogidas y selectas se ocupen de ella. Con el actual estado de cosas en la oficina mi esposo todavía sentirá la presión que ha sentido, pero que no debiera llevar por más tiempo. Es sólo por un milagro de la misericordia de Dios que él ha resistido tanto tiempo bajo la carga. Pero ahora hay muchas cosas que debieran considerarse. Por su diligencia perseverante y devoción al trabajo él ha mostrado lo que se puede hacer en el departamento de publicaciones. Hombres con un espíritu desinteresado combinado con un juicio santificado pueden convertir en un éxito las tareas de la oficina. Mi esposo ha llevado la carga solo por tanto tiempo que esto ha tenido un efecto terrible sobre su fortaleza física, y existe la necesidad positiva de un cambio. Hay que liberarlo al máximo de preocupaciones, para que pueda seguir trabajando en la causa de Dios, predicando y escribiendo.3TPI 103.1

    Cuando regresamos de Kansas en el otoño de 1870, ambos tendríamos que haber tenido un período de descanso. Se necesitaban semanas de vernos libres de preocupaciones para reponer nuestras energías exhaustas. Pero cuando encontramos casi abandonado el importante puesto en Battle Creek, nos sentimos compelidos a encargarnos de la obra con dobladas energías, y trabajamos más allá de nuestras fuerzas. Se me mostró que mi esposo no debería seguir allí por más tiempo a menos que hubiera hombres que sintieran las necesidades de la causa y llevaran las cargas del trabajo, mientras que él simplemente actuara como un consejero. Debe deponer la carga, porque Dios tiene una obra importante para que él realice al escribir y hablar la verdad. Nuestra influencia al trabajar en el vasto campo será más efectiva para la edificación de la causa de Dios. Hay mucho prejuicio en muchas mentes. Declaraciones falsas nos han puesto en una posición incorrecta ante la gente, y esto se interpone para que muchos abracen la verdad. Si se les hace creer que aquellos que ocupan puestos de responsabilidad en la obra en Battle Creek son intrigantes y fanáticos, llegan a la conclusión de que toda la obra está equivocada y que nuestros puntos de vista de la verdad bíblica deben ser incorrectos, y temen investigar y recibir la verdad. Pero no hemos de decir a la gente que nos mire a nosotros; por lo general no hemos de hablar de nosotros mismos para vindicar nuestros caracteres; pero debemos hablar la verdad, exaltar la verdad, hablar de Jesús, exaltar a Jesús, y esto, acompañado del poder de Dios, quitará prejuicios y desarmará la oposición.3TPI 103.2

    A los hermanos R y S les encanta escribir, como también a mi esposo. Y Dios ha permitido que su luz brille sobre su Palabra, y lo ha guiado [a mi esposo] a un campo de pensamientos fructíferos que serán una bendición para el pueblo de Dios en general. Mientras él llevaba una carga triple, algunos de sus compañeros de ministerio permitieron que la responsabilidad recayera pesadamente sobre él, consolándose con el pensamiento de que Dios había puesto al hermano White a la cabeza de la obra y lo había calificado para ello, y que el Señor no los había preparado para ese puesto; por lo tanto ellos no habían asumido la responsabilidad ni llevado las cargas que podrían haber llevado.3TPI 104.1

    Tendría que haber hombres que sintieran el mismo interés que mi esposo ha sentido. Nunca ha habido un período más importante en la historia de los adventistas del séptimo día que el presente. En vez de que la obra de publicaciones disminuya, la demanda de nuestras publicaciones está aumentando grandemente. Habrá más para hacer en vez de menos. Ha habido tantas murmuraciones contra mi esposo, él ha contendido por tanto tiempo contra los celos y la falsedad, y visto tan poca fidelidad en los hombres, que se ha vuelto suspicaz de casi todos, aun de sus propios hermanos en el ministerio. Los hermanos en el ministerio han sentido esto, y por temor de no actuar sabiamente, en muchos casos no han actuado para nada. Pero ha llegado el tiempo cuando estos hombres deben trabajar en forma unida para levantar las cargas. Los hermanos que ministran carecen de fe y confianza en Dios. Creen en la verdad, y en el temor de Dios debieran unir sus esfuerzos y llevar las cargas de esta obra que Dios ha colocado sobre ellos.3TPI 104.2

    Si después que uno hizo lo mejor que podía según su criterio, otro cree advertir algún detalle donde podría haber mejorado el asunto, debe dar a su hermano con bondad y paciencia el beneficio de su juicio, pero no puede censurarlo ni poner en duda su integridad de propósito, como no quisiera él tampoco que se sospechara de él o se le censurara injustamente. Si el hermano que toma a pecho la causa de Dios ve que ha fracasado en sus fervorosos esfuerzos para obrar, se afligirá por ello; porque estará inclinado a recelar de sí mismo y a perder la confianza en su propio juicio. Nada debilitará tanto su valor como el darse cuenta de sus errores en la obra que Dios le señaló y que él ama más que a su propia vida. Cuán injusto sería entonces que sus hermanos, al descubrir sus errores, hundieran más y más la espina en su corazón, intensificando sus sentimientos, cuando con cada golpe debilitan su fe y valor y confianza en sí mismo para trabajar con éxito en la edificación de la causa de Dios.3TPI 105.1

    Con frecuencia la verdad y los hechos deben ser presentados claramente a los que yerran para hacerles ver y sentir su error a fin de que se reformen. Pero esto debe hacerse siempre con ternura compasiva, no con dureza o severidad, sino considerando uno mismo las propias debilidades, no sea que también resulte tentado. Cuando el que cometió la falta vea y reconozca su error, en vez de agraviarle y tratar de hacerle sentir más intensamente lo que ha hecho, se le debe consolar. Cristo dijo en su sermón del monte: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, se os medirá”. Mateo 7:1, 2. Nuestro Salvador reprendió los juicios precipitados. “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano... y he aquí la viga en el ojo tuyo?” cap. 7:3, 4. Sucede con frecuencia que mientras alguien está dispuesto a discernir los errores de sus hermanos, tal vez comete mayores faltas él mismo y, sin embargo, no lo ve.3TPI 105.2

    Todos los que seguimos a Cristo debemos tratarnos unos a otros exactamente como deseamos que el Señor nos trate en nuestros errores y debilidades, porque todos erramos y necesitamos su compasión y perdón. Jesús consintió en revestirse de la naturaleza humana, para que supiera compadecerse de los mortales pecaminosos y errantes e interceder ante su Padre en favor de ellos. Se ofreció para ser el abogado del hombre y se humilló para familiarizarse con las tentaciones que asediaban al hombre, a fin de que pudiese socorrer a los que son tentados y fuera un tierno y fiel sumo sacerdote.3TPI 106.1

    Con frecuencia es necesario reprender claramente el pecado y desaprobar el mal. Pero los ministros que trabajan por la salvación de sus semejantes no deben ser implacables con los errores que hay entre ellos ni hacer prominentes los defectos que hay en sus organizaciones. No deben exponer o reprender sus debilidades. Deben preguntarse si, en caso de que otro siguiera esta conducta con ellos mismos, produciría el efecto deseado; ¿aumentaría su amor por el que recalcase sus errores o acrecentaría su confianza en él? Especialmente los errores de los ministros dedicados a la obra de Dios deben ser mantenidos en un círculo tan pequeño como sea posible, porque son muchos los débiles que se aprovecharían de saber que los que ministran en palabra y doctrina tienen debilidades como los otros hombres. Es algo muy cruel que las faltas de un ministro sean expuestas a los incrédulos si ese ministro es tenido por digno de trabajar en el futuro por la salvación de las almas. Ningún bien puede provenir de esta exposición, sino solamente daño. Al Señor le desagrada esta conducta, porque socava la confianza del pueblo en aquellos a quienes él acepta para hacer avanzar su obra. El carácter de todo colaborador debe ser custodiado celosamente por sus hermanos en el ministerio. Dios dice: “No toquéis... a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas”. 1 Crónicas 16:22. Debe estimarse el amor y la confianza. La falta de este amor y confianza de un ministro hacia otro, no aumenta la felicidad del que es así deficiente, sino que al mismo tiempo que labra la desdicha de su hermano, él mismo es desdichado. Hay en el amor mayor poder que en la censura. El amor se abrirá paso a través de las vallas, mientras que la censura cerrará toda vía de acceso al alma.3TPI 106.2

    Mi esposo necesita un cambio. Pueden ocurrir pérdidas en la oficina de publicaciones por falta de su larga experiencia, pero la pérdida de dinero no puede compararse en absoluto con la salud y la vida del siervo de Dios. El ingreso de recursos puede no ser tan grande por falta de gerentes ahorrativos, pero si [la salud de] mi esposo fallara nuevamente, ello descorazonaría a sus hermanos y debilitaría sus manos. Los recursos no pueden considerarse como un equivalente.3TPI 107.1

    Hay mucho por hacer. Debiera haber misioneros en el campo que estuviesen dispuestos, si es necesario, a ir a países extranjeros a presentar la verdad a la gente que se encuentra en tinieblas. Pero entre los jóvenes hay poca disposición a consagrarse a Dios y dedicar sus talentos a su servicio. Están demasiado inclinados a rehuir responsabilidades y cargas. No están obteniendo la experiencia de llevar cargas o el conocimiento de las Escrituras que debieran tener para capacitarlos para el trabajo que Dios aceptaría de sus manos. Es el deber de todos ver cuánto pueden hacer por el Maestro que murió por ellos. Pero muchos están tratando de hacer tan poco como sea posible y acarician la vaga esperanza de entrar finalmente en el cielo. Es su privilegio tener estrellas en su corona por las almas salvadas por su intermedio. Pero, ¡qué pena!, prevalecen por doquiera la indolencia y la pereza espiritual. El egoísmo y el orgullo ocupan un gran lugar en sus corazones, y apenas hay poco espacio para las cosas espirituales.3TPI 107.2

    En la oración que Cristo enseñó a sus discípulos estaba el pedido: “Perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. No podemos repetir esta oración desde el corazón y atrevernos a no ser perdonadores, porque le pedirnos al Señor que perdone nuestras deudas contra él de la misma manera como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. Pero pocos comprenden la verdadera importancia de esta oración. Si aquellos que no son perdonadores comprendieran la profundidad del significado de la oración, no se atreverían a repetirla y pedirle a Dios que los trate como ellos tratan a sus semejantes mortales. Y sin embargo este espíritu de dureza y de falta de perdón existe en un grado alarmante aun entre hermanos. Hermanos que son severos unos con otros.3TPI 107.3

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