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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 - Contents
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    Elías se desanima

    Después que Elías hubo mostrado ese valor indómito en una contienda entre la vida y la muerte, después que hubo triunfado sobre el rey, los sacerdotes y el pueblo, supondríamos en forma natural que nunca podría ceder ante el desaliento ni caer en la timidez por el temor.3TPI 319.1

    Después de su primera aparición ante Acab, denunciándole los juicios de Dios a causa de su apostasía y de la de Israel, Dios dirigió su camino desde los dominios de Jezabel a un lugar de seguridad en las montañas, junto al arroyo de Querit. Allí honró a Elías enviándole comida de mañana y de tarde mediante un ángel del cielo. Luego, cuando el arroyo se secó, lo envió a la viuda de Sarepta, y obró un milagro cotidiano al mantener con alimento a la familia de la viuda y a Elías. Después de haber sido bendecido con evidencias tan grandes del amor y el cuidado de Dios, supondríamos que Elías nunca desconfiaría de él. Pero el apóstol nos dice que era un hombre con pasiones semejantes a las nuestras y sujeto, como nosotros, a tentaciones.3TPI 319.2

    Acab relató a su esposa los sucesos maravillosos del día y la extraordinaria manifestación del poder de Dios mostrando que Jehová, el Creador de los cielos y la tierra, era Dios; también contó que Elías había dado muerte a los profetas de Baal. Al oír esto, Jezabel, que estaba endurecida en el pecado, se enfureció. Audaz y desafiante, y resuelta en su idolatría, le declaró a Acab que Elías no debía vivir.3TPI 319.3

    Esa noche un mensajero despertó al cansado profeta y le transmitió las palabras de Jezabel, dadas en el nombre de sus dioses paganos, que ella, en la presencia de Israel, le haría a Elías lo que él les había hecho a los sacerdotes de Baal. Elías debería haber enfrentado esta amenaza y juramento de Jezabel implorando protección al Dios del Cielo, quien lo había comisionado para hacer la obra que había hecho. Debería haberle dicho al mensajero que el Dios en quien confiaba lo protegería contra el odio y las amenazas de Jezabel. Pero la fe y el valor de Elías parecen abandonarlo. Se levanta aturdido de su sueño. Cae la lluvia del cielo y por todos lados hay tinieblas. Pierde de vista a Dios y huye por su vida como si la vengadora que buscaba su sangre estuviera cerca de él. Deja a su siervo tras sí en el camino, y a la mañana está lejos de donde vive la gente, solo en un desierto lúgubre.3TPI 319.4

    “Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:3-9.3TPI 320.1

    Elías debería haber confiado en Dios, quien le había advertido cuándo huir y dónde encontrar asilo del odio de Jezabel, seguro contra la búsqueda diligente de Acab. Esta vez el Señor no le había indicado que huyera. Él no había esperado que el Señor le hablara. Actuó precipitadamente. Si hubiera esperado con fe y paciencia, el Señor habría escudado a su siervo y le habría dado otra notable victoria en Israel al enviar sus juicios contra Jezabel.3TPI 320.2

    Cansado y postrado, Elías se sienta para descansar. Está desanimado y con disposición para murmurar. Dice: “Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”. Siente que la vida ya no es deseable. Después del notable despliegue del poder de Dios en la presencia de Israel, esperaba que ellos serían leales y fieles a Dios. Esperaba que Jezabel ya no tendría influencia sobre el espíritu de Acab y que se produciría un cambio general en el reino de Israel. Y cuando se le entregó el mensaje amenazador de Jezabel, olvidó que Dios era el mismo Dios todopoderoso y compasivo que cuando le oró pidiendo fuego del cielo, vino, y cuando pidió lluvia, vino. Dios había concedido cada pedido; sin embargo Elías es un fugitivo lejos de las moradas de los hombres, deseoso de no volver a ver rostro humano alguno.3TPI 320.3

    ¿Cómo consideraba Dios a su siervo sufriente? ¿Se olvidó de él a causa del desaliento y la desesperación que lo dominaban? Oh, no. Elías estaba postrado por el desánimo. Todo el día se había afanado sin comer. Cuando guió el carro de Acab, corriendo delante de él hasta la puerta de la ciudad, su valor era grande. Tenía elevadas esperanzas de que Israel como nación retornara a su lealtad a Dios y gozara nuevamente del favor divino. Pero una reacción como la que con frecuencia sigue a una exaltación de la fe y a un éxito notable y glorioso, oprimía a Elías. Había sido exaltado a la cumbre del Pisga, para ser humillado al valle más humilde en su fe y sentimientos. Pero la mirada de Dios estaba aún sobre su siervo. El Señor no lo amó menos cuando se sintió con el corazón quebrantado y abandonado de Dios y de los hombres, que cuando, en respuesta a su oración, el fuego fulguró desde el cielo iluminando el monte Carmelo.3TPI 321.1

    Los que no han llevado responsabilidades pesadas, o que no han estado habituados a sentir profundo [celo por la causa de Dios], no pueden entender los sentimientos de Elías y no están en condiciones de prodigarle la compasiva ternura que él merece. Dios conoce y puede leer la dolorosa angustia del corazón bajo la tentación y el arduo conflicto.3TPI 321.2

    Mientras Elías duerme bajo un enebro, un toque suave y una voz agradable lo despiertan. Se sobresalta inmediatamente aterrorizado, disponiéndose a huir, como si el enemigo que estaba en busca de su vida ciertamente lo hubiera encontrado. Pero en el rostro compasivo y lleno de amor que se inclina sobre él no ve la faz de un enemigo, sino la de un amigo. Un ángel ha sido enviado desde el Cielo con alimento para sustentar al fiel siervo de Dios. Su voz le dice a Elías: “Levántate, come”. 1 Reyes 19:5. Después que Elías hubo participado del refrigerio preparado para él, volvió a dormirse. Por segunda vez el ángel de Dios atiende las necesidades de Elías. Toca al hombre cansado, agotado, y con compasiva ternura le dice: “Levántate y come, porque largo camino te resta”. 1 Reyes 19:7. Elías fue fortalecido y prosiguió su camino a Horeb. Estaba en un desierto. Por la noche se alojó en una cueva para resguardarse de las bestias salvajes.3TPI 321.3

    Allí Dios, mediante uno de sus ángeles, se encontró con Elías y le preguntó: “¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:9. Te envié al arroyo de Querit, te envié a la viuda de Sarepta, te envié a Samaria con un mensaje para Acab, ¿pero quién te envió a hacer este largo viaje hasta el desierto? ¿Y qué diligencia tienes que hacer aquí? Elías le expresa al Señor la amargura de su alma: “Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida”. 1 Reyes 19:10-14.3TPI 322.1

    Luego el Señor se manifiesta a Elías, mostrándole que la serena confianza en Dios y la firme dependencia de él siempre hallarán en él un pronto auxilio en tiempo de necesidad.3TPI 322.2

    Se me ha mostrado que mi esposo ha errado al dar paso al desánimo y la desconfianza en Dios. Vez tras vez Dios se le ha revelado mediante evidencias notables de su cuidado, amor y poder. Pero cuando él ha visto que su interés y celo por Dios y su causa no han sido comprendidos o apreciados, a veces ha dado lugar al desaliento y la desesperación. Dios nos ha dado a mi esposo y a mí un trabajo especial e importante que hacer en su causa: reprender y aconsejar a su pueblo. Cuando vemos que se menosprecian nuestras reprensiones y que se nos paga con odio en vez de comprensión, entonces frecuentemente nos desprendemos de nuestra fe y confianza en el Dios de Israel; y, como Elías, hemos cedido al abatimiento y la desesperación. Éste ha sido el gran error en la vida de mi esposo: desanimarse porque sus hermanos lo han abrumado con pruebas en vez de ayudarle. Y cuando sus hermanos ven, en la tristeza y desaliento de mi esposo, el efecto de su incredulidad y falta de comprensión, algunos están listos para gozarse por haberlo derrotado y aprovecharse de su estado de desaliento, y sienten que, después de todo, Dios no puede estar con el hermano White o de lo contrario él no manifestaría debilidad en esta situación. Les recomiendo a estas personas que consideren la obra de Elías y su abatimiento y desánimo. Elías, aunque un profeta de Dios, fue un hombre de pasiones semejantes a las nuestras. Tenemos que contender contra las debilidades de los sentimientos mortales. Pero si confiamos en Dios, él nunca nos desamparará ni dejará. Bajo todas las circunstancias podemos confiar firmemente en Dios de que él nunca nos dejará ni abandonará mientras preservemos nuestra integridad.3TPI 322.3

    Mi esposo puede cobrar ánimo en su aflicción sabiendo que tiene un compasivo Padre celestial que lee los motivos y comprende los propósitos del alma. Aquellos que están al frente del conflicto y que son guiados por el Espíritu de Dios para hacer una obra especial para él, frecuentemente sentirán una reacción cuando desaparece la presión, y a veces puede presionarles duramente el desaliento y sacudir la fe más heroica y debilitar la mente más firme. Dios comprende todas nuestras debilidades. Él puede compadecerse y amar cuando los corazones de los hombres pueden ser tan duros como el pedernal. Esperar pacientemente y confiar en Dios cuando todo parece oscuro es la lección que mi esposo debe aprender más plenamente. Dios no le fallará en su integridad.3TPI 323.1

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