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Testimonios Selectos Tomo 1 - Contents
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    Entre los creyentes del Maine

    No pasó mucho tiempo sin que el Señor me abriese camino para ir con mi cuñado a ver a mis hermanas que estaban en Poland, punto distante cincuenta kilómetros de mi casa, y allí tuve ocasión de dar testimonio. Hacía tres meses que estaba muy delicada de la garganta y los pulmones de modo que apenas podía hablar y eso en voz baja y ronca. Pero en aquella oportunidad, me levanté en la reunión y comencé a hablar murmullosamente. A los cinco minutos, desapareció el dolor y obstrucción de garganta; mi voz resonó clara y firme, y hablé con completa facilidad y soltura durante cerca de dos horas. Terminada la proclamación del mensaje, volví a quedar afónica hasta que al presentarme de nuevo ante el público, se repitió tan singular recuperación. Me afirmaba constantemente en la seguridad de que cumplía la voluntad de Dios y veía que señalados resultados correspondían a mis esfuerzos.1TS 67.3

    Providencialmente se me abrió camino para ir a la parte oriental del Maine. El Hno. Guillermo Jordan marchaba por asuntos de negocio a Orrington en compañía de su hermana, y me instaron a que fuera con ellos. Como quiera que yo había prometido al Señor andar por la senda que ante mí abriese, no me atreví a rehusar la invitación. El Espíritu de Dios acompañó al mensaje que dí en Orrington; se alegraron los corazones en la verdad y los desanimados recibieron aliento y estímulo para renovar su fe.1TS 69.1

    En Orrington encontré al pastor Jaime White. El conocía ya a mis amigos y se ocupaba en trabajar por la salvación de las almas.1TS 69.2

    También visité Garland, donde gran número de personas se reunió de diferentes puntos para oír mi mensaje.1TS 69.3

    Poco después, fuí a Exeter, pueblito no lejano de Garland. Allí sentí una pesada carga, de la cual no pude obtener alivio hasta tanto que relatase lo que me había sido revelado acerca de algunos fanáticos circunstantes. Declaré que estas personas se engañaban al creer que las animaba el Espíritu de Dios. Mi testimonio les fué muy desagradable, a ellas y a los que simpatizaban con ellas.1TS 69.4

    Poco después, regresé a Portland, habiendo dado el testimonio recibido de Dios, y experimentando su aprobación en todos mis pasos.1TS 69.5

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