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Testimonios Selectos Tomo 1 - Contents
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    Responsabilidad individual y unidad cristiana

    Dios está conduciendo a un pueblo al que lleva desde el mundo a la excelsa plataforma de eterna verdad: los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Dios disciplinará y capacitará a su pueblo, y quienes formen parte de este pueblo no tendrán divergencias, creyendo uno una cosa y teniendo otro un criterio diferente y una fe enteramente opuesta, moviéndose independientemente de la comunidad. Por los diversos dones y gobiernos que Dios ha colocado en la iglesia, llegarán todos a la unidad de fe. Si alguien forma su concepto de la verdad bíblica sin consideración a las opiniones de sus hermanos y justifica su proceder alegando que tiene derecho a pensar libremente, y después trata de imponer sus ideas a los demás, ¿cómo podrá cumplir la oración de Cristo? Y si otro y aun otro se levantan afirmando su derecho a creer y decir lo que les parezca sin referencia a la fe común, ¿en dónde estará la concordia que existía entre Cristo y su Padre, y la cual rogaba Cristo que pudiese existir entre sus hermanos?1TS 199.2

    Aunque tenemos una labor individual y una responsabilidad individual ante Dios, no hemos de aferrarnos a nuestro propio criterio sin consideración a las opiniones y sentimientos de nuestros hermanos, pues semejante proceder acarrearía el desorden en la iglesia. Los predicadores tienen el deber de respetar el criterio de sus hermanos; pero sus relaciones entre unos y otros, así como las doctrinas que enseñen, deben estar comprobadas en la piedra de toque de la ley y el testimonio. Por lo tanto, si los corazones están dispuestos a recibir enseñanza, no habrá divisiones entre nosotros. Algunos propenden al desorden y se apartan de los grandes lindes de la fe; pero Dios mueve a sus ministros para que tengan unidad de espíritu y doctrina.1TS 201.1

    Es necesario que nuestra unidad sea hoy de tal carácter, que aguante las pruebas. ... Tenemos que aprender muchas lecciones y muchas más son las que hemos de desaprender. Únicamente Dios y el cielo son infalibles. Quienes se figuran que nunca habrán de renunciar a una idea con la que estén encariñados, ni que tendrán ocasión de mudar de criterio, quedarán desengañados. Mientras nos aferremos con determinada persistencia a nuestras propias ideas y opiniones, no podremos tener la unidad por la cual oraba Cristo.1TS 201.2

    Cuando cualquier hermano reciba nueva luz sobre las Escrituras, debe exponer francamente su parecer, y cada predicador debe escudriñar las Escrituras ingenuamente para ver si los puntos expuestos pueden fundamentarse en la inspirada Palabra. “El siervo del Señor no debe ser litigioso, sino manso para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen; si quizá Dios les dé que se arrepientan para conocer la verdad.” 2 Timoteo 2:24, 25.1TS 202.1

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