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Testimonios Selectos Tomo 1 - Contents
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    Capítulo 34—El amor de Dios por la iglesia

    George’s Terrace, St. Kilda Road, Melburna,

    23 de diciembre de 1892.

    Estimados hermanos de la Asociación General,

    Testifico a mis hermanos y hermanas que la iglesia de Cristo, por débil e imperfecta que sea, es, en la tierra, el único objeto al cual concede su consideración suprema. Aunque ofrezca a todo el mundo la invitación de venir a él para ser salvo, comisiona a sus ángeles para que presten ayuda divina a cada alma que a él se allegue por arrepentimiento y contrición, y personalmente está en medio de su iglesia por medio de su Espíritu Santo. “Jah, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? Empero hay perdón cerca de ti, para que seas temido. Esperaré yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado. Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana. Espere Israel a Jehová; porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él. Y él redimirá a Israel de todos sus pecados.”1TS 204.1

    Pastores y todos los miembros de la iglesia, sea éste nuestro lenguaje, que brote de corazones que responden a la gran bondad y amor de Dios para con nosotros, colectiva e individualmente. “Espera, oh Israel, en Jehová desde ahora y para siempre.” “Los que estáis en la casa de Jehová, en los atrios de la casa de nuestro Dios. Alabad a Jah, porque es bueno Jehová: cantad salmos a su nombre, porque es suave. Porque Jah ha escogido a Jacob para sí, a Israel por posesión suya. Porque yo sé que Jehová es grande, y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses.”1TS 204.2

    Considerad, hermanos y hermanas, que el Señor tiene un pueblo, un pueblo escogido, su iglesia, que es suya, su propia fortaleza, a la cual defiende en un mundo sublevado y maldito de pecado; y quiso que ninguna autoridad se conociera en ella, y ninguna ley se acatara en ella, sino las suyas.1TS 204.3

    Satanás tiene una gran confederación, la cual es su iglesia. Cristo la llama sinagoga de Satanás, porque sus miembros son los miembros del pecado. Estos miembros han estado trabajando siempre para desechar la ley divina, y confundir la diferencia entre el bien y el mal. Satanás está trabajando con mucho poder en los hijos de desobediencia y por medio de ellos, para exaltar la traición y la apostasía en lugar de la verdad y lealtad. Y en este tiempo, el poder de su inspiración satánica está instigando a las agencias humanas a que lleven a cabo la grande rebelión contra Dios, la cual empezó en el cielo.1TS 205.1

    En este tiempo, la iglesia tiene que vestirse de sus vestiduras hermosas—“Cristo nuestra Justicia.” Hay divisiones claras y distintas que se han de restaurar y ejemplificar ante el mundo levantando en alto los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.1TS 205.2

    La hermosura de la santidad tiene que mostrarse en su brillo natural, en contraste con la deformidad y las tinieblas de los desleales, los que se han rebelado contra la ley de Dios. De esta manera reconocemos a Dios y a su ley, fundamento de su gobierno en el cielo y en todos los dominios terrestres. Su autoridad debiera presentarse bien clara y distinta ante el mundo; y no deben reconocerse leyes que se opongan a las leyes de Jehová. Si es que, desafiando los arreglos de Dios, permitimos que el mundo influya en nuestras decisiones y acciones, entonces el plan de Dios se desbarata. Por especioso que sea el pretexto, si la iglesia es inconstante aquí, se anota en su contra en los libros del cielo, una traición para con el más santo de los cometidos, una traición hecha al reino de Cristo. La iglesia tiene que sostener sus principios delante de todo el universo celestial y los reinos del mundo; la fidelidad constante en mantener el honor y santidad de la ley de Dios atraerá la atención y admiración del mundo, y por causa de las buenas obras que vean, muchos glorificarán a nuestro Padre celestial. Los fieles y verdaderos llevan las credenciales del cielo, y no las de potentados terrenales. Todos los hombres sabrán quiénes son los fieles y escogidos discípulos de Cristo, y los conocerán cuando sean coronados y glorificados como quienes honraron a Dios y a quienes él honró, haciéndolos poseedores de un peso eterno de gloria.1TS 205.3

    El Señor ha provisto a su iglesia de capacidades y bendiciones, para que refleje ante el mundo una imagen de su propia suficiencia, y para que su iglesia sea completa en él, y de continuo represente otro mundo, el mundo eterno, cuyas leyes son más altas que las leyes terrenales. Su iglesia debe ser un templo edificado según la similitud divina, y el arquitecto angélico ha bajado del cielo con su áurea vara de medir, a fin de que cada piedra sea tallada y puesta a escuadra según medidas divinas, y pulida para que brille como emblema del cielo, que irradie en todas direcciones los refulgentes y claros rayos del Sol de Justicia. La iglesia ha de ser alimentada con maná del cielo, y ha de ser guardada bajo la sola tutela de su gracia. Vestida de la armadura completa de luz y justicia, entra en su lucha final. La escoria y lo inútil serán consumidos, y la influencia de la verdad da testimonio al mundo acerca de su carácter santificador y ennoblecedor. ...1TS 206.1

    El Señor Jesús está probando a los corazones humanos por la exposición de una misericordia y gracia abundantes. Está haciendo transformaciones tan sorprendentes que Satanás, con toda su jactancia triunfante, con todo su ejército del mal, unido en contra de Dios y sus leyes, se queda mirándolas como fortalezas inexpugnables para sus sofismas y engaños. Para él son un misterio incomprensible. Los ángeles de Dios, los serafines y querubines, las potestades comisionadas para cooperar con los agentes humanos, contemplan con admiración y gozo el hecho de que los hombres caídos, una vez hijos de la ira, puedan, por las enseñanzas de Cristo, desarrollar ahora caracteres conformes al modelo divino, para ser hijos e hijas de Dios, y desempeñar un papel importante en las ocupaciones y placeres del cielo.1TS 206.2

    Cristo dió grandes facilidades a su iglesia, a fin de recibir gran tributo de gloria de su heredad redimida y comprada. Su iglesia, revestida de la justicia de Cristo, es su depositaria, en la cual se han de revelar plena y finalmente las riquezas de su misericordia. La declaración hecha en su plegaria de intercesión, de que el amor del Padre es tan grande hacia nosotros como hacia él mismo, el unigénito Hijo de Dios, y de que seremos uno con Cristo y el Padre, es una maravilla para la hueste celestial, y es su gran gozo. El don de su Espíritu Santo, precioso, pleno y abundante, ha de ser para la iglesia como una muralla de fuego que la rodee, y contra la cual no podrán prevalecer las potestades infernales. En su inmaculada pureza y perfección sin tacha, Cristo considera a su pueblo como recompensa de todo su sufrimiento, humillación y amor, y como suplemento de su gloria—la gloria de Cristo, el gran centro de donde irradia toda gloria. “Bienaventurados los que son llamados a la cena del Cordero.”1TS 207.1

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