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Sermones Escogidos Tomo 1 - Contents
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    Una lucha por la vida

    Los querubines y serafines, los ángeles y arcángeles, están contemplando la batalla que se desarrolla en la actualidad. ¿Entre quiénes? Entre el Príncipe de la vida y los poderes de las tinieblas. ¿Y qué hace Dios? Nos muestra cómo tenemos que actuar, cómo tenemos que librar la batalla. Dejó las cortes reales, dejó a un lado su vestidura real, y revistió su divinidad con la humanidad. Se hizo un hombre entre los hijos de los hombres y anduvo por el mundo. ¿Cómo qué? Como representante del amor de Dios, un ejemplo que podemos estudiar. Un carácter que podemos imitar en todos sus aspectos, para que podamos comprobar que no vivió para glorificarse a sí mismo, sino que vivió para exaltar a Dios. Vino a vivir la ley de Dios, porque Satanás estaba ejerciendo su poder para influir sobre los hombres, y sus sofismas mentirosos estaban continuamente acosándolos.SE1 213.1

    Ustedes no pueden ustedes guardar la ley. No. Es imposible para el ser humano guardar la ley por sí mismo. No puede hacerlo. ¿Pero qué puede hacer el hombre? Puede aferrarse mediante una fe viva a la justicia de Cristo y presentar al Padre la justicia de Cristo; y la fragancia de la vida Cristo se incorporará a la vida del ser humano. De esa manera, Satanás será derrotado. Al ser echado de su morada el vacío será reemplazado por la justicia de Jesucristo. Cristo se entroniza entonces en el alma humana. Cristo jamás lucha en contra de él mismo.SE1 213.2

    Jesús dice: «Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho” (Juan 15: 7). En Juan 14: 12 se expresa con claridad cuál es su voluntad y su obra: creer en Jesucristo, que es capaz de salvarnos hasta lo sumo. Vino a este mundo para impartir poder moral al hombre caído, para que pueda guardar los mandamientos de Dios y ser partícipe de la naturaleza divina, venciendo la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones. Es el privilegio de todos nosotros.SE1 213.3

    Dios ha hecho tanto por nosotros al dar a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna. Tenemos una gran esperanza. Todos nosotros podemos aferrarnos a la esperanza que está colocada delante de nosotros. «El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará» (Juan 14: 12), y afirma: «Yo he guardado los mandamientos de mi Padre». Cuando los discípulos frotaban las espigas al pasar por los campos de trigo los fariseos dijeron: «Él ha violado el sábado”. Si pudieran haber probado eso, entonces no habrían tenido que conseguir testigos falsos para hablar en su contra. Lo habrían condenado como violador del sábado. Pero él dijo: «No sabéis lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificios”» (Mat. 9: 13). Si hubieran sabido esto no habrían condenado a los inocentes.SE1 213.4

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