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Sermones Escogidos Tomo 1 - Contents
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    Los errores de Minneápolis no deben repetirse

    Hermanos, les digo que cuando el Espíritu de Dios se manifieste en medio nuestro, impresionará las mentes que estén dispuestas a recibirlo. Pero si sus mentes no se hallan listas para recibirlo, entonces estarán prestas para juzgar al mensajero y las palabras que ha pronunciado. En vez de acudir a Dios y pedirle que les dé un nuevo corazón y una nueva mente, para que la influencia transformadora de la gracia del Señor sea con ellos, comienzan a buscar faltas y defectos. El Espíritu Santo no los impresiona, pues no está en sintonía con las ideas de ellos, y se mantendrán en esa conducta hasta que no se resuelvan sus problemas, pues se creen con el derecho de juzgar. Así ocurrió en Minneápolis.SE1 90.2

    Reconozco que el mismo espíritu se ha manifestado aquí, y que no debemos darle lugar ni por un momento entretanto digo estas cosas. Sé que mientras el Espíritu de Dios impresionará nuestras mentes, el enemigo vendrá y sacará el mayor provecho posible a cualquier pequeñez, y la levadura comenzará a obrar porque el diablo así lo quiere. Ahora, hermanos y hermanas, quiero prevenirlos. Deseo preguntarles si están satisfechos con su frialdad, con su falta de fe, con sus rebeliones. ¿No han tenido suficiente? Si no, el diablo les dará todo lo que ustedes quieran. No queremos más.SE1 91.1

    Nosotros no nos hallamos en mejores condiciones que el pueblo de Israel. Dios les dio la luz para que pudieran presentarse como su pueblo santo, especial. Él les envío a los profetas. El mismo Cristo vino a fin de poder presentarles la verdad. Pero cuando su propia nación lo rechazó, él se marchó y les dijo: «Tienen oídos y no oyen, que tienen ojos y no ven” (Jer. 5: 21). Luego ellos preguntaron: «¿Acaso también nosotros somos ciegos?». Cristo dijo: «Si fuerais ciegos no tendríais pecado, pero tenéis porque la luz ha llegado y elegisteis más las tinieblas que la luz” (Juan 9: 40, 41). ¿Fue una verdadera oscuridad? No, no lo era. La luz de la verdad había brillado sobre ellos, pero Satanás los encegueció y ellos no la recibieron.SE1 91.2

    Hermanos, hay una bendición a su disposición. Puede parecerles extraño que les hable de estas cosas, pero es mi deber. No queremos que esto se repita de nuevo en el pueblo de Dios, y si Dios me da fuerzas, lo haré. Quiero que se pregunten: «¿Cómo está mi alma?». ¿Recibirán la luz, o permanecerán quejándose? Es hora de que sepamos dónde estamos. Deberíamos tener la oportunidad de orar, hablar y buscar a Dios. Lo que queremos es al Señor y nada más. Pero lo tenemos aquí en estas palabras de Zacarías. Josué estaba delante de Jehová, y Satanás estaba allí a su mano derecha para acusarlo. Dios dijo: «¡Jehová te reprenda! [...]. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?” (Zac. 3: 2).SE1 91.3

    Sin embargo, aquí tenemos el pueblo de Dios. El Señor quiere que ustedes se alisten para el gran día de salvación, y que puedan preparar a otros. Él quiere que se preparen, que tengan un mensaje para el pueblo que se abrirá paso a través del corazón de carne, y que giman entre la entrada y el altar: «Perdona, Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad” (Joel 2: 17). Ahora, abran sus oídos a la verdad que han escuchado y pongan a un lado sus dudas, incredulidad y sospechas no cristianas.SE1 91.4

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