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Sermones Escogidos Tomo 1 - Contents
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    El gozo del cielo

    Anhelo el cielo. ¿Lo anhelan ustedes? Todos deberíamos saber cuánto lo deseamos. Veremos precisamente cuánta fe tenemos. Porque el Señor viene y está justo a las puertas. Tenemos poco tiempo para trabajar, y si permitimos que el mundo entre y absorba toda nuestra atención y todos nuestros recursos, ¿qué se dirá de nosotros en el juicio: «Entra, buen siervo fiel»? ¿Dónde reside nuestra bondad y fidelidad? ¿Estará en sus granjas? ¿Estará en la obra de sus manos? Podrán ser fieles en eso, pero tendrán que hacer algo adicional. Hay un mundo que debe ser prevenido; hay un mundo que debe ser sal- vado; hay pecadores que deben ser convertidos. Mientras ustedes duermen los pecadores están pereciendo; Satanás está sembrando sus cizañas. Ustedes necesitan estar bien despiertos en sus iglesias. Todo el cielo está interesado en ustedes; ¿por qué no interesarse en ustedes mismos? «Abrid la puerta, y entraré», dijo Cristo. ¿La abrirán? ¿Le permitirán entrar? ¿Serán celosos y se arrepentirán de su rebelión, de su falta de amor, de su frialdad, de su indiferencia?SE1 174.3

    Lo que necesitamos es a Jesús. Lo que necesitamos es su amor. Lo que necesitamos es refinar y mejorar el carácter. Lo que necesitamos es morir al yo ahora mismo, no esperar el futuro. Necesitamos consagrarnos aquí. Estoy tan agradecida de que no es demasiado tarde para que seamos justos. Estoy muy agradecida porque tenemos a Jesús. ¡Porque él es capaz de limpiarnos de todo pecado! Estoy muy agradecida porque puedo recibir su bendición. Agradezco porque puedo esconderme en él ahora, y porque puedo aceptar su luz y compartirla con otros. Ojalá que el Señor sople sobre nosotros su Santo Espíritu, y que podamos crecer en Cristo, la Cabeza vida. Necesitamos esa salvación hoy. No necesitamos esperar; no necesitamos ahuyentar a Cristo por nuestra incredulidad. Necesitamos aferramos de él porque nos ha dicho que lo hagamos. Deseo que escuchen estas palabras: «¿O se acogerá alguien a mi amparo? ¡Que haga conmigo la paz!, ¡sí, que haga la paz conmigo!» (Isa. 27: 5). «Venid luego [...] y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isa. 1: 18). ¿Acudirán al llamado? ¿Creerán? ¿Le permitirán razonar con ustedes? ¿Encomendarán el cuidado de sus almas al fiel Creador?SE1 175.1

    Que Dios nos conceda vivir en la luz de su faz, y que al fin le escuchemos decir: «Suban acá; entren en el gozo de su Señor”. ¿Cuál es ese gozo? Ver pecadores convertidos. Eso es gozo. Vayamos a trabajar y tratemos de ayudar a alguna pobre alma descorazonada, que esté abatida bajo el peso del desánimo. Tratemos de ganar algún alma para Cristo. Ustedes se consideran más importantes de lo que son, pero intenten ganar a alguien para Cristo y se empequeñecerán hasta sentir que no son nada. Cuando se sientan así, entonces Cristo será todo para ustedes.SE1 175.2

    [Al concluir el sermón la señora White hizo un llamamiento y muchos respondieron. Vea el informe en Signs of the Times del 12 de octubre de 1891].SE1 175.3

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