Poderoso para salvar

Cristo no está muerto. Ha proclamado sobre el sepulcro abierto de José: «Yo soy la resurrección y la vida» (Juan 11: 25). Satanás ha arrojado su negra sombra sobre nuestra senda, pero tratemos de que nuestra fe no flaquee. Más bien, que nuestra fe se abra paso a través de la sombra para que podamos ver el lugar donde Cristo funge como nuestro Intercesor. Satanás está tratando de esconder la luz del cielo de nosotros, pero no puede hacerlo si nos aferramos del Todopode-roso. Clamemos al Señor, y él responderá: «¡Heme aquí!». Cooperemos con Dios, luchando contra el enemigo. Revístanse del Señor Jesucristo, y decidan que serán temperantes en todo.SE1 281.2

Recuerden que hay un mundo que salvar. Tenemos que hacer nuestra parte permaneciendo al lado de Cristo como sus colaboradores. Él es la cabeza; nosotros, sus manos ayudadoras. Él ha planificado que al realizar la obra médicomisionera, deshagamos las pesadas cargas y liberemos a los oprimidos. No cerremos nuestros ojos a la miseria que está a nuestro alrededor; o nuestros oídos a los gritos de angustia que continuamente se escuchan. Cristo es el mayor misionero que el mundo jamás ha conocido. Vino para levantar y animar a los sufrientes y angustiados, y en esta obra hemos de cooperar con él.SE1 281.3

La intemperancia se halla por dondequiera. ¿Qué están haciendo para vencerla? ¿Qué están haciendo para frustrar los esfuerzos del enemigo? ¿Están de parte de lo correcto, como Daniel en la corte de Babilonia? Fue tentado, pero no se desvió de los principios de rectitud. Rehusó consumir la comida y el vino de la mesa del rey, y pidió que se le proveyera a él y a sus compañeros una alimentación más sencilla. Su petición le fue concedida, y diez días de prueba re-velaron que los jóvenes hebreos eran más saludables y robustos que los que habían comido de la mesa del rey. Seamos como Daniel en este mundo de tentación y prueba, permaneciendo firmes del lado de la rectitud porque es lo correcto.SE1 281.4