La verdadera religión
La verdadera religión no exige grandes manifestaciones corporales como las que algunos de ustedes han tenido la desdicha de presenciar. Estas no son evidencias de la presencia del Espíritu de Dios. En 1843 y 1844 fuimos llamados a enfrentar ese tipo de fanatismo. Algunos decían: «Tengo el Espíritu Santo de Dios», llegaban a una reunión y rodaban como un aro. Si algunos no recibían esos actos como una evidencia de la obra del Espíritu de Dios, eran considerados impíos. El Señor me envió a enfrentar ese fanatismo, aunque apenas tenía dieciséis años de edad. Algunos se me acercaban y me preguntaban, ¿por qué no te les unes? Respondí: «Tengo otro Guía, uno que es manso y humilde de corazón. Uno que no hizo tales manifestaciones como están ustedes haciendo aquí, ni tales alardes. Estas manifestaciones no son de Cristo, sino del diablo».SE1 348.1
Cada pizca de egoísmo debe ser eliminada del carácter. Hemos de mostrar la diferencia entre los amantes de los placeres y el mundo y los que aman a Jesús. «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Ustedes sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15: 12-14).SE1 348.2
Todo lo que el Padre le comunicó a Cristo, él lo dio a conocer a sus seguidores: «Ya no os llamaré siervos», afirma, «porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer” (Juan 15: 15). ¿Cómo se logró esto? ¿Tan solo mediante palabras? No, a través del carácter, a través de la vida diaria. Fue así que Cristo representó a su Padre. Mis hermanos y hermanas, demostremos que somos pámpanos de la vid viviente al representar el carácter de Cristo. Mediante una vida fructífera hemos de dar a conocer la verdad de la Palabra. Ustedes podrán profesar una religión tan elevada como los cielos; pero a menos que cumplan los mandamientos de Dios, no estarán manifestando efectivamente el amor de Cristo al mundo.SE1 348.3
«Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: “El siervo no es mayor que su señor”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” (Juan 15: 18-21).SE1 348.4
«Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me odia a mí, también a mi Padre odia. Si yo no hubiera hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto, y me han odiado a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su Ley: “Sin causa me odian”. Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio” (Juan 15: 22-27).SE1 349.1
La diferencia entre el carácter de Cristo y el carácter de los hombres de sus días era evidente, y debido a esa diferencia el mundo lo odiaba. Lo odiaba por su bondad y su estricta integridad. Cristo afirmó que quienes manifiesten esos mismos rasgos serían igualmente despreciados. Al acercarnos al fin del tiempo ese odio hacia los seguidores de Cristo se hará más y más patente.SE1 349.2
Cristo se humanó y soportó el aborrecimiento del mundo a fin de mostrar a los hombres y mujeres que ellos podían vivir sin pecado; que sus palabras, sus acciones, su espíritu podrían ser santificados ante Dios. Podríamos ser cristianos perfectos si manifestáramos este poder en nuestras vidas. Cuando la luz del cielo descanse sobre nosotros en forma continua podremos representar a Cristo. La jus-ticia que Cristo reveló en su vida fue lo que distinguió del mundo y provocó que el mundo lo odiara.SE1 349.3