Despierten, centinelas

Hermanos míos, hemos de tener a Jesús entronizado en nuestro corazón y el yo debe morir. Debemos ser bautizados con el Espíritu Santo. Cuando eso suceda no permaneceremos sentados ni diremos con indiferencia: «Lo que va a pasar, pasará; las profecías tienen que cumplirse”. ¡Oh, despierten, oro para que despierten y puedan asumir la más sagrada de todas las responsabilidades! Como fieles atalayas, ustedes han de ver la espada que se aproxima y han de dar la advertencia para que hombres y mujeres no prosigan, por ignorancia, un curso de acción que evitarían si conociesen la verdad. Hemos recibido la luz del Señor respecto a lo que ha de venir sobre la tierra para que iluminemos a otros, y no seremos tenidos por inocentes si nos conformamos con permanecer inactivos y de brazos cruzados mientras discutimos por asuntos que tienen poca importancia. Las atención de muchos ha sido absorbida con disputas y han rechazado la luz que se nos dio a través de los testimonios porque estos no están en armonía con sus opiniones personales. Dios no obrará un milagro para convencer a estos rebeldes de la veracidad de los testimonios, ni los obligará a que acepten su mensaje. Dios ha dado pruebas suficientes para que crean, pero la terquedad del corazón natural les impide reconocer la luz.SE1 81.1

Dios no obliga a nadie a entrar en su servicio. Cada alma debe decidir por sí misma si caerá o no sobre la Roca para ser quebrantada. El cielo queda atónito al ver la insensatez espiritual que ha prevalecido. Cada persona tiene que abrir personalmente su orgulloso corazón al Espíritu de Dios. Todos necesitamos santificar nuestra mente para el servicio divino. El poder transformador de Dios debe descansar sobre ustedes para que sus mentes puedan ser renovadas por el Espíritu Santo y, como resultado, podamos tener el mismo sentir que hubo en Cristo.SE1 81.2

Si los vigías duermen bajo los efectos del narcótico satánico, y no reconocen la voz del verdadero Pastor ni prestan atención a la advertencia, les digo en el temor de Dios que serán responsables por la sangre de los que se pierdan. Los centinelas han de estar alertas; deben ser hombres que ni de día ni de noche dormiten en su puesto de deber. Tienen que dar a la trompeta un sonido certero para que la gente se aparte del mal y escoja el bien. La insensatez y el descuido indiferente no tienen excusa. Alrededor de nosotros hay olas grandes y rocas escondidas que pueden hacer pedazos nuestra embarcación y dejarnos como náufragos desamparados a menos que hagamos de Dios nuestro refugio y fortaleza. Todos hemos de desconfiar del yo. Nuestra manera de hacer las cosas y nuestros planes e ideas quizá no sean los que Dios aprueba. Debemos mantenernos en los caminos del Señor para cumplir con su voluntad y hacerlo nuestro Consejero y entonces, alejados del yo, actuaremos por feSE1 81.3

La luz debe llegar a través de los agentes que Dios elegirá, quienes darán la voz de alarma para que nadie permanezca ignorando las intenciones de Dios y las estratagemas de Satanás. El enemigo empleará al máximo sus artimañas infernales en el corazón de la obra. Tratará por todos los medios de interponerse entre Dios y su iglesia e impedir la luz que Dios quiere que llegue a su hijos. Es el propósito de Satanás mantenerlos ignorantes respecto a lo que vendrá sobre nuestro planeta.SE1 82.1