38—Instrucciones para los obreros del sanatorio y del restaurante

«¡CLAMA a voz en cuello, no te detengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado! Ellos me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiera hecho justicia y que no hubiera dejado el derecho de su Dios. Me piden justos juicios y quieren acercarse a Dios. Dicen: “¿Por qué ayunamos y no hiciste caso, humillamos nuestras almas y no te diste por entendido?”» (Isa. 58: 1-3).SE1 305.1

La personas mencionadas en este pasaje aparentan estar acusando a Dios. Han sido fieles en respetar las formas exteriores del culto y se quejan porque Dios no reconoce sus obras y no contesta sus oraciones. Pero el Señor los acusa de descuidar su obra y de rehusar seguir su camino [el de Dios].SE1 305.2

_______________

Manuscrito 27, 1906.

Les dice: «He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio interés y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como lo hacéis hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto» (vers. 3 y 4).SE1 306.1

Es posible que estemos engañados en cuanto a nuestra relación con Dios. No hemos de reprochar a nuestro Hacedor si las cosas no salen precisamente como deseamos. Es mejor que nos examinemos a nosotros mismos para ver si estamos obedeciendo sus palabras.SE1 306.2

En contraste con la adoración ofrecida por este pueblo, Dios menciona la obra que quiere que ellos realicen (se cita Isaías 58: 5-7).SE1 306.3

Esta es una obra para todos. Los seguidores de Cristo han de aliviar las necesidades de la humanidad dondequiera que haya sufrimiento u opresión. Deben estar siempre listos para pronunciar palabras al cansado.SE1 306.4

Tenemos una labor que hacer en favor de los demás. No podemos darnos el lujo de vivir solamente para nosotros mismos. Hemos de representar al gran Medicomisionero que vino a nuestro mundo a buscar y salvar lo que se había perdido. Si hacemos la obra a la que Dios nos llama, tenemos la garantía de su bendición.SE1 306.5