Una promesa consoladora
«Y todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo”. Esta es una promesa consoladora. ¿Podemos recibirla por fe? ¿Acaso no mostraremos mediante nuestras acciones, que apreciamos las abundantes promesas de la Palabra de Dios?SE1 340.5
Pedro añade: «Israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándolo» (vers. 22, 23).SE1 340.6
Requería valor dar este testimonio. Ese valor y osadía para presentar la verdad habían llegado en respuesta a la oración unánime de los discípulos, mientras estuvieron juntos en el aposento alto.SE1 340.7
Luego Pedro habla de la resurrección de Jesús (se citan los versículos 24-27).SE1 340.8
Gracias a Dios, todos tenemos una esperanza que se extiende hasta la tumba. Cuando morimos, no vamos inmediatamente al cielo. Pero si el Señor nos llama al descanso, y hemos sido fieles en su servicio, podemos dormir con la esperanza de que cuando Cristo venga a resucitar a los muertos, escucharemos su voz y saldremos de nuestras tumbas. Nuestro cuerpo puede descansar en la esperanza. Cuando los justos salgan de sus tumbas, ¡qué regocijo habrá! (se citan los versículos 32-39).SE1 341.1
Estas promesas son para nuestros hijos, así como para nosotros. Podemos llevarlos a Cristo. Se requieren gran vigilancia de parte de los padres, pero si son fieles podrán evitar que sus hijos se corrompan por la vanidad y la corrupción que imperan en el mundo.SE1 341.2
«Y con otras muchas palabras testificaba y los exhortaba, diciendo: “Sed salvos de esta perversa generación”» (vers. 40).SE1 341.3
Esta exhortación tiene una aplicación especial para nosotros. Vivimos en la generación de la cual se dice: «Pero como los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre, pues como en los días antes del diluvio, estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento» (Mat. 24: 37, 38). Si alguno de nosotros ha de estar entre los vencedores, debemos ser diligentes para mantenernos libres de la corrupción de la época.SE1 341.4
(Se cita Hechos 2: 41, 42).SE1 341.5
El Espíritu Santo no ha menguado desde los días de Pentecostés. Se otorgará hoy a cada alma que lo busque. El Señor está dispuesto a enviar su Santo Espíritu a todas nuestras instituciones. Necesitamos un espíritu de oración. Aferrémonos a Dios mediante una fe viva. Creamos que él hará todo lo que dice que hará, y preparemos nuestros corazones para recibir lo que nos ha prometido.SE1 341.6
En muchos lugares hemos establecido nuestras instituciones educativas. Nuestras escuelas y sanatorios deben alcanzar una norma elevada. La Biblia ha de convertirse en el gran libro educativo. Es el Libro de los libros que nos da un conocimiento de Aquel a quien conocer bien es la vida eterna. Ha de constituir el fundamento de la verdadera educación.SE1 341.7
No debemos aspirar a una norma más baja que la que Cristo ha establecido para su pueblo. Sin embargo, hay muchas cosas en lo que comúnmente se conoce como educación superior, que no necesitamos. Juan el Bautista recibió una capacitación para la obra de su vida, no en las escuelas rabínicas, sino en el desierto, a solas con Dios y su Palabra. Mientras oraba, las Escrituras se abrieron ante él de una manera maravillosa. En la actualidad, Dios también está dispuesto a instruir a los que humildemente buscan la sabiduría que viene de arriba.SE1 341.8
Necesitamos obreros de experiencia en la causa del Señor. No es necesario que todos conozcan varios idiomas, pero todos necesitan experiencia en las cosas de Dios. Algunos de los que van a países extranjeros tendrán que aprender un idioma, pero no todos tienen que dedicar tiempo al aprendizaje de idiomas que nunca usarán. No tenemos tiempo para pasar años estudiando temas que no tienen ninguna utilidad práctica. No debemos pensar que hay que alcanzar el más alto nivel de conocimiento en cada ámbito del saber humano. El tiempo es corto y hemos de trabajar fervorosamente por las almas. Si estudiáramos la Palabra de Dios con diligencia y oración, hallaríamos la luz y el conocimiento que necesitamos.SE1 342.1
En nuestros sanatorios propiciamos el uso de remedios sencillos. Desaprobamos el empleo de fármacos, porque estos envenenan el torrente sanguíneo. En estas instituciones deberían darse instrucciones razonables respecto a la alimentación, la bebida, la vestimenta y el estilo de vida que nos ayudará a mantener la salud.SE1 342.2