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Mensajera del Señor - Contents
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    Valor y perseverancia

    Dios puede darle mensajes a una persona, pero los profetas deben tener valor y perseverancia para cumplir sus tareas. Piense en esta niña de 17 años, frágil y demacrada, pobre y gravemente enferma, pero que enfrentaba un llamamiento a hablar en nombre de Dios. ¡ La idea les parecía absurda a la mayoría de sus adultos contemporáneos! En los años que siguieron, ella cumplió bien el papel de esposa y madre; sin embargo, por encima de todo lo demás, se entregó de lleno a su sagrado deber, a menudo llevando la delantera por lejos a sus amigos aun más cercanos. No es de asombrarse que escribiese: “Deseaba la muerte para librarme de la responsabilidad que sobre mí se amontonaba”. 39Notas biográficas de Elena G. de White, p. 77. Sólo una persona con valor y perseverancia podría haberse entregado a esa tarea para su vida, y triunfar.MDS 87.4

    Es asombroso el cuidado que Elena de White le prodigó a su esposo, Jaime, cuando en 1866/1867 él estaba con su sistema nervioso agotado. El hecho de llevar a su esposo de 45 años, totalmente extenuado, al norte de Michigan a mediados del invierno, les parecía a todos algo temerario, aun al médico de los White y a los padres de Jaime que ahora vivían en Battle Creek. Todos sentían que ella, de casi 39 años, estaba sacrificando su vida; que por el bien de sus hijos y de la causa de Dios ella debía permitir que la naturaleza siguiera su curso. Todos creían que Jaime nunca se recuperaría. 40Ver pp. 89-90.MDS 87.5

    Pero el valor y la perseverancia la impulsaron a responder: “Mientras él y yo tengamos vida, haré [sic] todo esfuerzo posible en su favor. Ese cerebro, esa mente noble y maestra, no será dejada en ruinas. Dios cuidará de él, de mí, de mis hijos... Aun nos verán uno junto al otro en el púlpito sagrado, hablando las palabras de verdad para vida eterna”. 41Bio., t. 2, pp. 157, 159.MDS 87.6

    La estrategia y el esfuerzo asombrosos de Elena de White para restaurar la salud física y mental de su esposo se ha convertido desde entonces en un modelo para miles. Triunfaron el valor, la perseverancia y un amor imperecedero, y Jaime regresó para estar a la cabeza de quizás sus logros mayores en favor de la creciente iglesia. A lo largo de este extraordinario período como enfermera, confidente, físicoterapista y dietista de su esposo, la Sra. White mantuvo un programa recargado de compromisos de predicación y como escritora. El futuro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (como la conocemos ahora) estaba en las manos de esta valiente mujer en el norte de Michigan.MDS 87.7

    Pero al mismo tiempo estaban circulando en Battle Creek acusaciones turbulentas e infundadas, que habrían abrumado a casi cualquier otra persona. Elena las resistió valientemente. Al hacerlo, ella y Jaime se ganaron el profundo respeto y gratitud de la mayoría de las personas involucradas. 42Id., pp. 160-170. Muy pocas personas públicas han tenido que soportar calumnias tan a menudo como Jaime y Elena White.MDS 87.8

    En base a sus muchas transacciones comerciales, más de una vez se acusó a los White de enriquecerse en forma indebida. Cuán rápidamente se olvidaba su entrega de fondos sin paralelo a proyectos nuevos, que iban de edificios de iglesia, instituciones de salud y casas publicadoras a la más reciente institución educativa. Durante la mayor parte de su ministerio, Elena de White no reci bió salario. Por muchos años, los White cubrieron sus propios gastos de viaje. Absorbían todos los costos de los ayudantes domésticos que colaboraban atendiendo a sus muchos huéspedes y visitantes. Además, pagaban de sus fondos personales a los ayudantes editoriales. 43Ver Id., pp. 277-284 por la manera como estas acusaciones fueron manejadas en Battle Creek en 1870.MDS 87.9

    Ya se han hecho frecuentes referencias a los desafíos relacionados con la salud física que Elena de White enfrentó casi continuamente a lo largo de su vida. Un ejemplo de su valor bajo condiciones difíciles ocurrió en Basilea, Suiza, el 15 de junio de 1886, cuando se preparaba para partir a Suecia. Estaba luchando con mucho dolor contra la pleuresía. En un artículo en la Review and Herald comentó lo siguiente: “Cada respiración me causaba dolor. Me parecía imposible viajar, especialmente de noche. Ir en un coche dormitorio. por sólo una noche, representaría un gasto adicional de diez o doce dólares, por lo que esto estaba descartado. Sin embargo era necesario que partiéramos de Basilea esa noche a fin de llegar a Orebro ¡Suecia antes del sábado”. Así que partieron en un coche de segunda clase, llegando a Suecia el viernes de mañana.MDS 88.1

    Este tipo de valor y perseverancia demostraron la verdad de sus palabras escritas varios meses antes: “Cuando es mi deber, yo puedo hacer casi cualquier cosa”. 44Id., t. 3, pp. 344-345.MDS 88.2

    Un ejemplo interesante de la perseverancia de Elena ocurrió cuando su hijo Willie tenía unos veinte meses. El niño estaba jugando con un barquito en la cocina, cerca de un balde grande lleno de agua para trapear el piso. La persona que lo cuidaba había salido de la habitación por un momento para conseguir leña para el fuego. Cuando regresó vio sólo un pequeño piecito que sobresalía del agua sucia. Sacó al niño del balde y luego gritó a su madre diciéndole que su hijo se había ahogado.MDS 88.3

    Se llamó a Jaime como también a un médico. Pero Elena estaba ocupada haciendo girar a Willie sobre el césped, haciendo que el agua saliese del cuerpo. Un vecino instó a Jaime a que sacara “ese bebé muerto de las manos de esa mujer”.MDS 88.4

    “No —replicó—, es su hijo y nadie se lo quitará”. Pasaron veinte minutos. Entonces Elena vio un movimiento en uno de los párpados y un pequeño movimiento en los labios. Pronto estaba en su cuna, envuelto en ropas calientes. La madre no se dio por vencida. Años más tarde, al hablar de Willie, dijo que Dios le había mostrado a ella que Willie había nacido para ser su ayudante después que su esposo muriese. Y así fue. 45Id., t. 1. p. 337.MDS 88.5

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