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Mensajera del Señor - Contents
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    Ninguna forma de incompetencia mental

    Después de examinar los aspectos técnicos de las acusaciones a la luz del conocimiento médico más reciente, el Dr. Peterson negó rotundamente la menor correlación entre la condición de Elena de White durante las visiones o su capacidad prolífica como escritora (hipergrafía) con cualquier indicación de cualquier clase que sugeriría daño cerebral y como resultado un desorden apoplético parcial múltiple. Concluyó: “Un examen cuidadoso de [estas] teorías a la luz del registro histórico muestra que han fracasado [en su intento de] establecer que la ‘enfermedad’ de Elena de White consistió en una seria herida del lóbulo temporal, o que los fenómenos asociados con sus visiones armonizaban con un desorden apoplético parcial... Este investigador tiene la convicción de que las mismas fueron una manifestación del verdadero don profético, no alguna forma de epilepsia”. 7Id, pp. 26-27.MDS 63.3

    Después del accidente a los nueve años de edad, ella fue atormentada por dolores de cabeza, inflamación de los ojos y debilidades respiratorias. La tuberculosis la consumía, y los médicos no ofrecían ninguna esperanza, sólo la de una muerte temprana. La hidropesía, un problema del corazón, la afectó durante la mayor parte de su vida. Cuando recibió su primera visión, en diciembre de 1844, tuvo que ser transportada en una silla de ruedas a la casa de Elizabeth Haines; no podía hablar más que en un susurro. 8Spiritual Gifts, t. 2, p. 30; Documento Archivo N.°230 (Centro White), J. N. Loughborough, “Some Individual Experiences”, p. 44.MDS 63.4

    Cuando se la invitó a compartir su visión de diciembre en Poland, Maine, a fines de enero de 1845, no tenía voz. Sin embargo, cuando comenzó a hablar, se cumplieron todas las promesas que Dios le había dado respecto a su constante poder. Elena habló con una voz clara y audible durante casi dos horas, sin fatiga. 9Id., p. 38. Esta experiencia en laque su fuerza se restauraba en el pulpito ante los ojos de aquellos que veían la asombrosa transformación de la debilidad al vigor, se repitió muchas veces en su largo ministerio.MDS 63.5

    A comienzos del verano de 1845, la joven Elena, físicamente debilitada, tuvo una notable visión: “Hasta ese momento no podía escribir. Mi mano temblorosa era incapaz de sostener la pluma con firmeza. Mientras estaba en visión, un ángel me ordenó que la escribiese. Intenté hacerlo y escribí sin dificultad. Mis nervios se fortalecieron, y mi mano se volvió firme”. 10Id., p. 60. Años más tarde, ella hizo la siguiente reflexión: “El Señor ha dicho: ‘Escribe las cosas que yo te daré‘. Y comencé a hacer este trabajo cuando era muy joven. La mano que estaba débil y temblorosa debido a mis enfermedades, se volvió firme tan pronto como tuve la pluma en la manot y desde esos primeros escritos he podido escribir... La mano derecha apenas ha tenido alguna vez una sensación desagradable. Nunca se cansa”.—Elena G. de White, Manuscrito 88a, 1900, citado en Bio., t. 1, pp. 91-92.MDS 63.6

    En 1854, estando embarazada de su tercer hijo, Elena de White, con 26 años de edad, estaba batallando con problemas de salud. Ella recordaba: “Me era difícil respirar mientras estaba acostada y no podía dormir a menos que estuviera en una posición casi sentada. Tenía una inflamación en el párpado de mi ojo izquierdo que parecía ser cáncer. Ha- bía estado creciendo gradualmente por más de un año hasta llegar a ser muy dolorosa, y me afectaba la visión”. 11Notas biográficas de Elena G. de White,p. 165.MDS 63.7

    Un “médico célebre de Rochester” le proveyó una “solución para los ojos” después de decirle que pensaba que la inflamación resultaría ser cancerosa. Pero después de sentirle el pulso, le dijo que moriría de apoplejía antes que el cáncer se desarrollase. “Usted está en una condición peligrosa con una enfermedad del corazón”, le aseguró.MDS 64.1

    Al cabo de unas pocas semanas sufrió un ataque de apoplejía que le dejó inútiles su brazo y costado izquierdos, y su lengua entumecida. Por todas partes se ofrecieron oraciones en su favor, pero no se produjo la curación. Sin embargo, ella mantuvo su certeza de que Dios la amaba. Le susurró a Jaime: ” ‘Creo que me recuperaré’. El contestó: ‘Desearía poder creerlo', . Me acosté esa noche sin sentir alivio, pero descansando con firme confianza en las promesas de Dios. No podía dormir, pero continué mi oración silenciosa a Dios. Justo antes de que llegase el día me dormí”.MDS 64.2

    Cuando ella se despertó, su esposo apenas podía “comprender al principio [lo que había pasado]; pero cuando me levanté, me vestí y caminé por la casa, y él presenció el cambio en mi rostro, pudo alabar a Dios conmigo. Mi ojo afectado estaba Ubre de dolor. Pocos días después el cáncer había desaparecido, y mi visión estaba plenamente restaurada. La obra había sido completa”.MDS 64.3

    Su médico declaró más tarde que había ocurrido un cambio “completo”, un misterio que trascendía su capacidad de comprensión. 12Bio., t, pp. 292-293.MDS 64.4

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