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Mensajera del Señor - Contents
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    Relacionándonos sabiamente con las ciudades

    Los problemas de las ciudades. Las ciudades del mundo siempre han sido centros de corrupción y vicio. Desde los primeros tiem- pos bíblicos, las ciudades no eran el lugar para los creyentes en Jehová. En tiempos modernos, el aumento fenomenal de la población ha aumentado exponencialmente la contaminación y el vicio.50Id, pp. 201-202; ver Mensajes selectos, t. 2, pp. 407-408.MDS 367.11

    En la sesión del congreso de la Asociación General de 1903 Elena de White advirtió que las instituciones de la denominación debieran “mantenerse fuera de las ciudades”. Ella instó a los miembros de iglesia a “salir de las ciudades e ir al campo, donde pueden obtener una pequeña porción de tierra y hacer un hogar para ellos y para sus hijos”. Ella predijo que “antes de mucho habrá tal lucha y confusión en las ciudades que aquellos que deseen dejarlas no podrán. Debemos estar preparándonos para esos problemas”.51Bio., t 5, p. 250. Ver tamhién Testimonies, t. 7, p. 84.MDS 368.1

    Aunque urgió a los miembros de iglesia a dejar las ciudades por una cantidad de razones, también exhortó a que se usase de sentido común: “No se haga nada en forma desordenada para que no se produzcan grandes pérdidas ni se sacrifiquen las propiedades a causa de discursos ardientes e impulsivos que despiertan un entusiasmo que no está de acuerdo con la voluntad de Dios; para que una victoria que es esencial que se obtenga no se convierta en derrota por falta de una moderación adecuada, de proyectos adecuados, de principios sólidos y de propósitos definidos”.52Mensajes selectos, t. 2, p. 416.MDS 368.2

    La Sra. White reconocía que las grandes ciudades del mundo no eran lugares adecuados para que los cristianos viviesen y criasen sus familias, pero ella sentía una ansiedad muy grande por la gente no evangelizada que estaba en esas áreas urbanas congestionadas. Ella instó en 1909: “Se me ha dado la instrucción: Trabajad las ciudades; trabajad las ciudades donde se proclamaron los mensajes del primero y el segundo ángeles. Por más de veinte años se ha mantenido ante nosotros la obra de amonestar a las ciudades; pero ¿quién ha sentido un peso de responsabilidad por esta obra? ¿Quién ha hecho un verdadero trabajo misionero entre ellos? Se nos ordena ir a esas ciudades y predicar el Evangelio y sanar a los enfermos”. 53The General Conference Bulletin, 4 de junio, 1909.MDS 368.3

    Sin embargo, después de advertir en cuan to a la agitación y corrupción que cubriría las ciudades del mundo, Elena de White instó repetidamente a los dirigentes dé la iglesia que colocasen el evangelismo urbano en un lugar elevado en su agenda. Ciertamente, sin la insistencia de ella en los primeros años del siglo XX, la presencia adventista en las grandes ciudades de Norteamérica habría sido mínima. Ella señaló específicamente centros tales como Nueva York, Boston, Filadelfia, Baltimore, Washington, Nashville, St. Louis, Nueva Orleans, Memphis, Detroit, Cincinnati, Cleveland, San Francisco y Portland (Maine).MDS 368.4

    La Sra. White envió muchas cartas a pastores dirigentes, comenzando con el presidente de la Asociación General, para que hicieran del evangelismo urbano algo de máxima prioridad.54 Schwarz, Light Bearers, pp. 334-338. En 1905 escribió: “Sobre nosotros pesa el reproche de Dios debido a que las ciudades populosas que están a nuestro alcance no han sido trabajadas ni amonestadas. Una terrible acusación de descuido ha sido formulada contra quienes han estado durante tanto tiempo en la obra, aquí mismo en los Estados Unidos, y que sin embargo no han entrado en las grandes ciudades”.55El evangelismo, p. 294.MDS 368.5

    Las exhortaciones de Elena de White produjeron resultados inmediatos. Yapara 1915, sólo en el área del gran Nueva York, estaban trabajando quince equipos evangelísticos, mayormente en carpas. La Sra. White recalcó fuertemente que “en nuestras grandes ciudades la obra médico-misionera debe ir de la mano con el ministerio evangélico. Esto abrirá puertas para la entrada de la verdad”.MDS 368.6

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