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Mensajera del Señor - Contents
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    Llamados en los campestres

    Los llamados de Elena de White en los campestres se volvieron legendarios en todo el país. Por ejemplo, en 1884, a la edad de 56 años, habló en cuatro campestres. Uriah Smith, director de la revista de la iglesia, informó en la Review sobre la reunión en Jackson, Michigan, y mencionó que en varias ocasiones entre 200 y 350 personas se adelantaron para orar en respuesta a los llamados de ella. “Había un profundo sentimiento [religioso], y aunque no había nada emocional ni fanatismo, se manifestaba la obra del Espíritu de Dios sobre los corazones”, escribió Smith. 20Review and Herald, 7 de octubre, 1844.MDS 71.3

    Durante su visita a Inglaterra en 1885, se la invitó a Elena de White a hablar a un auditorio de 1.200 personas en la municipalidad de GriMdsby. Su tema fue, “El amor de Dios”. Más tarde ella escribió: “Traté de presentar las cosas preciosas de Dios de tal manera que elevara sus mentes de la tierra al cielo. Pero sólo podía exhortar y suplicar, y elevar a Jesús como el centro de atracción, y destacar que la recompensa eterna del vencedor será un cielo de dicha y felicidad”. 21Historical Sketches, pp. 162-163.MDS 71.4

    En 1885 Cecile Dahl, una noruega, tradujo para la Sra. White mientras hacían una gira de seis semanas por Alemania y los países escandinavos. La Srta. Dahl era una de las muchas personas a quien la oradora había conducido al Señor.MDS 71.5

    Elena de White estaba siempre lista para compartir la verdad acerca de Dios y la salvación, aun cuando esto requiriese una respuesta agresiva. En un viaje por mar junto a la costa desde San Francisco a Portland en junio de 1878, ella alcanzó a oír a otro pasajero, un pastor, que decía que “era imposible que algún hombre guardara la ley de Dios; que el hombre nunca la guardó y nunca podrá hacerlo... Ningún hombre alcanzará el cielo por guardar la ley. La Sra. White es todo ley, ley; ella cree que debemos ser salvos por la ley, y que nadie puede salvarse a menos que guarde la ley”.MDS 71.6

    Percibiendo la injusticia de la acusación, Elena de White consideró que el grupo que estaba escuchando a este ministro debía oír las correcciones necesarias. Cuando encontró un momento apropiado, le dijo al ministro: “Esa es una falsa declaración. La Sra. White nunca ha sustentado esa posición”.MDS 71.7

    Luego desarrolló la verdad bíblica de la ley como un espejo que nos permite ver el pecado y a Jesús como el Abogado que nos perdona. “Pastor Brown, por favor nunca vuelva a repetir la declaración errónea de que no dependemos de Jesucristo para la salvación sino que confiamos en la ley para ser salvos. Nunca hemos escrito una palabra a tal efecto, ni de ninguna manera hemos enseñado una teoría tal. Creemos que ningún pecador puede ser salvo en sus pecados (y el pecado es la transgresión de la ley), mientras que usted enseña que el pecador puede salvarse mientras transgrede a sabiendas la ley de Dios”.MDS 72.1

    Al recordar este incidente para un artículo de Signs, Elena de White se refirió a las palabras de Cristo en el Sermón del Monte: “Cristo aquí muestra el objetivo de su misión: Mostrarle al hombre mediante su ejemplo, que él podría ser enteramente obediente a la ley moral, y regular su vida por sus preceptos. Mostrar que la ley fue exaltada y hecha honorable por Jesucristo”. 22Signs of the Times, 18 de julio, 1878; ver también Id., 23 de septiembre, 1889.MDS 72.2

    En 1895, dos días después de cumplir 68 años, Elena de White estaba hablando al auditorio de un campestre en Hobart, Tasmania, y concluyó uno de sus sermones con un llamado al altar. Gran parte de la concurrencia se adelantó. Pero ella no se sentía satisfecha. Estaba buscando almas. Dejó la plataforma y fue a los asientos de atrás donde cinco jóvenes se hallaban sentados. En su manera sosegada, los invitó a dar sus corazones al Señor, Los cinco lo hicieron y mientras pasaron adelante en su decisión de hacer de Jesús su Maestro, varios otros jóvenes se les unieron, 23Bio. t. 4, p. 235.MDS 72.3

    Claras prioridades. Se puede juzgar a las personas por sus “deseos”. Elena de White reiteró a menudo su “lista de deseos”: “Quiero ser como él. Deseo practicar sus virtudes”. 24Manuscrito 12, 1894, citado en Sermons and Talks, t. I, p. 246. “Deseo estar entre aquellos que tendrán sus nombres escritos en el libro, que serán rescatados. Quiero la recompensa del vencedor”. 25Review and Herald, 26 de marzo, 1889. “Deseo que mi tesoro esté en el cielo”. 26Signs of the Times, 14 de octubre, 1889.MDS 72.4

    “Quiero ser como él; deseo estar con él por las edades sin fin de la eternidad”. 27Review and Herald, 16 de julio, 1889. “Deseo conocer más y más de la palabra de Dios y de sus obras”. 28Review and Herald, 27 de septiembre, 1892. “Deseo tener un hogar con los bienaventurados y quiero que tú tengas un hogar allí”. 29General Conference Bulletin, 3 de abril, 1901.MDS 72.5

    Confianza permanente. En los últimos años de su octava década dé vida (un logro no común a comienzos de este siglo), Elena de White todavía desempeñaba un papel activo en la preparación de libros. Se movía con facilidad en su casa de ElMdshaven y podía subir y bajar las escaleras sin ayuda. A menudo se la podía oír cantando un antiguo himno adventista, “La Tierra Mejor”, escrito por William H. Hyde; Hyde compuso las palabras después de haber oído a Elena describir una visión que había recibido en la primavera de 1845. Ella a menudo se detenía en la última parte:MDS 72.6

    “Estaremos allí, dentro de muy poco estaremos allí.MDS 72.7

    “Nos uniremos a los santos y bienaventurados.MDS 72.8

    “Tendremos la palma, el manto, la corona,MDS 72.9

    “Y descansaremos por siempre”. 30James Nix, Early Advent Singing (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 1994), pp. 141-144. William H. Hyde tenía sólo 17 años cuando escribió este himno. Su padre, William Hyde, era un prominente publicador en Portland, Maine.MDS 72.10

    El 13 de febrero de 1915, Elena de White tropezó y se cayó en el pasillo. Las radiografías revelaron una “fractura intracapsular del fémur izquierdo en la unión de la cabeza y el cuello”, una lesión muy dolorosa, especialmente sin contar con los medicamentos modernos para aliviar el dolor. Cuando se le preguntaba en cuanto al dolor, ella respondía: “No es tan doloroso como podría ser, pero no puedo decir que es confortable”. Semanas más tarde, cuando se le preguntó nuevamente cómo se sentía, ella replicó: “He tenido un buen día... de a ratos”. Lo que hacía la diferencia era su prolongado hábito de caminar con el Señor. 31Bio., t. 6, pp. 423-424.MDS 72.11

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