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Mensajera del Señor - Contents
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    Desde los tiempos apostólicos

    En el último capítulo notamos que los escritores del Nuevo Testamento esperaban que el don profético continuase hasta el segundo advenimiento. También vimos que el don profético será especialmente prominente en el tiempo del fin (Apoc. 12:17; 19:10). Pero, ¿por qué el aparente silencio, la ausencia de la voz profética, poco después de la muerte del apóstol Juan?MDS 21.5

    Los historiadores están divididos respecto a la presencia profética durante los últimos 2.000 años. Generalmente hablando, la mayoría de los escritores creen que la iluminación profética terminó poco después del siglo II d.C. Paul K. Jewett escribió: “Con la muerte de los apóstoles, quienes no tuvieron sucesores, aquellos que tenían el don de profecía también desaparecieron gradualmente, de modo que desde el siglo III en adelante, de la tríada original de apóstoles, profetas y maestros, permanecieron solamente los maestros. .. Con el surgimiento del montañismo en el siglo II, que sostenía nuevas ideas proféticas que no correspondían con la tradición recibida de los apóstoles, la iglesia comenzó a distinguir la diferencia entre dichas profecías y las verdaderas profecías contenidas en la Escritura. Desde esta época en adelante, el don profético aparece aquí y allá, pero progresivamente da paso a la enseñanza. Por el tiempo de Hipólito (235) y Orígenes (250), la palabra ‘profecía’ se limita a las porciones proféticas de la Escritura. En lugar del profeta uno encuentra al maestro, específicamente al catequista y al apologista, quienes se oponen a toda doctrina falsa y procuran corroborar su exposición de la verdadera doctrina apelando a la palabra autorizada de la Escritura”. 27Artículo sobre “Prophecy” en The New International Dictionaryof the Christian Church, J.D. Douglas, editor general (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1974), pp. 806-807.MDS 21.6

    Justino Mártir, un filósofo pagano bien educado del siglo II, se unió a los cristianos después de estudiar la vida de Jesús. Una de sus defensas y apelaciones a sus amigos no cristianos, se la conoce actualmente como Diálogo con Trifón, un judío. En este extenso intercambio se incluye esta referencia a los dones espirituales, especialmente el don de profecía:MDS 21.7

    “Diariamente algunos (de vosotros) os estáis convirtiendo en discípulos en el nombre de Cristo, y renunciando a la senda del error; y también estáis recibiendo dones, cada uno según es digno, iluminado a través del nombre de este Cristo. Porque uno recibe el espíritu de entendimiento, otro de consejo, otro de fortaleza, otro de sanidad, otro de presciencia, otro de enseñanza, y otro del temor de Dios.MDS 21.8

    “A esto Trifón me dijo: ‘Quisiera que supieses que estás fuera de ti mismo, expresando esas opiniones’.MDS 22.1

    “Y yo le dije: ‘Escucha, oh amigo, porque yo no estoy loco o fuera de mí mismo; sino que fue profetizado que, después de la ascensión de Cristo al cielo, él nos liberaría del error y nos daría dones’. Las palabras son estas: ‘Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres’. En consecuencia, nosotros que hemos recibido dones de Cristo, quien ha ascendido a lo alto, probamos por las palabras de la profecía que vosotros, ‘los sabios según vosotros mismos, y los hombres de entendimiento ante vuestros propios ojos’, sois insensatos, y honráis a Dios y a su Cristo sólo de labios. Pero nosotros, que estamos instruidos en toda la verdad, los honramos tanto en las acciones como en el conocimiento, y en el corazón, y aun en la muerte”. 28The Ante-Nicene Fathers (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing Company, 1981), t. I, cap. 39, p. 214.MDS 22.2

    Más adelante en el diálogo, Justino Mártir continúa: “Porque los dones proféticos permanecen con nosotros, aun hasta el tiempo presente. Y por eso vosotros debéis comprender que (los dones) que antiguamente estaban entre vuestra nación, han sido transferidos a nosotros. Y así como hubo falsos profetas contemporáneos con vuestros santos profetas, así también ahora hay muchos falsos maestros entre nosotros, de quienes nuestro Señor nos previno que estuviéramos alerta; de modo que en ningún respecto somos deficientes, puesto que sabemos que él supo de antemano todo lo que nos ocurriría después de su resurrección de la muerte y ascensión al cielo”.29Id., cap. 82, p. 240.MDS 22.3

    Después de reexaminar con Trifón el hecho de que después de Cristo “ningún profeta ha surgido entre vosotros” (esto es, en la nación judía), Justino Mártir explica la razón. Los dones espirituales serían dados nuevamente “por la gracia del poder de su Espíritu. .. a aquellos que creyesen en él, como él considere que cada hombre es digno de ello... Ahora, es posible ver entre nosotros hombres y mujeres que poseen dones del Espíritu de Dios”. 30Id., caps. 87 y 78, p. 243.MDS 22.4

    Todos los apóstoles habían muerto. Cristo se encontraba en el cielo. El Espíritu Santo estaba haciendo su obra prometida de dar “dones” a los seres humanos, siempre y cuando lo considerase sabio para la proclamación del Evangelio. Eusebio, obispo de la iglesia en Cesarea (Palestina), es reconocido como una fuente excelente de la historia cristiana en los siglos II y DI de nuestra era. En su Historia eclesiástica registra los nombres de una cantidad de dirigentes cristianos quienes, dice él, fueron dotados con dones espirituales, incluyendo el don de profecía. Concluyó así: “Como sabemos de muchos hermanos en la Iglesia que alcanzaron el don de profecía, y en virtud del Espíritu (Santo) hablan en todo género de lenguas y, para utilidad de los hombres, descubren cosas ocultas y exponen los arcanos misterios de Dios”. 31Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica, traducida por Luis M. de Cádiz (Buenos Aires: Editorial Nova, 1950), Libro V, cap. 7, p. 240.MDS 22.5

    ¿Hubo algunos factores que se estaban desarrollando en la iglesia cristiana y que pueden ayudar a explicar por qué el “don de profecía” dejó de ser un factor prominente? Notamos antes que la enseñanza tomó el lugar de la profecía, ¿pero por qué?MDS 22.6

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