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Mensajera del Señor - Contents
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    Reumatismo en ambos tobillos

    Dos años más tarde, Elena de White se resbaló en el hielo, torciéndose malamente un tobillo, por lo que tuvo que usar muletas durante seis semanas. Eventualmente el reumatismo le afectó ambos tobillos y le molestó severamente hasta el día de su muerte.MDS 64.5

    Cuando en marzo de 1860 se hallaba en su tercer mes de embarazo, ella, con Jaime, se dirigieron hacia el oeste, a Iowa. El informe de Jaime en la Review (6 de marzo) fue gráfico: “Dejamos Battle Creek a las 3:00 de la tarde, cambiamos de tren a medianoche en Chicago, llegamos al río Mississippi a las 7:00 de la mañana, cruzamos el hielo a pie y caminamos detrás del equipaje que era arrastrado en un trineo por cuatro hombres, porque el hielo estaba demasiado débil como para sostener a los caballos; y sentimos alivio cuando pisamos en tierra de Iowa”.MDS 64.6

    La primera noche en Iowa, Elena se enfermó gravemente y vomitaba sangre. Pero ella siguió adelante, en medio del barro de la época de primavera en Iowa, y habló a menudo en las reuniones.MDS 64.7

    Después del nacimiento de John Herbert, ella recuperó lentamente las fuerzas. Seis semanas después del parto, le comentó por carta a Lucinda Hall que se sentía tan débil que ascendía las escaleras gateando de rodillas, y que ” de vez en cuando lloraba para desahogarse” y encontraba que “esto me hace bien”. Apenas tres meses después de haber nacido, el bebé murió.MDS 64.8

    Los años que Elena de White pasó en Australia fueron los más productivos, no sólo por ayudar a establecer un sólido programa educativo y evangelístico en ese joven país, sino al escribir El Deseado de todas las gentes, más miles de páginas de cartas oportunas. ¡Pero esto tenía su costo! Sus enfermedades en Australia fueron devastadoras: “Hice el largo viaje y asistí a la conferencia realizada en Melbourne... Justamente antes que terminase la conferencia, fui afectada por una enfermedad grave. Sufrí durante once meses de fiebre palúdica y de reumatismo inflamatorio. En ese período pasé por el sufrimiento más terrible de toda mi vida. No podía levantar los pies del suelo sin sufrir de gran dolor. La única parte del cuerpo libre de dolor era el brazo derecho, del codo para abajo. Las caderas y la espina dorsal me dolían constantemente. No podía estar acostada por más de dos horas a la vez, aunque debajo de mí tenía almohadones de hule. Me arrastraba a una cama similar para cambiar de posición. Así pasaban las noches... Los médicos me dijeron que nunca volvería a caminar, y yo temía que mi vida iba a ser un conflicto perpetuo con el sufrimiento”. 13Bio., t. 4, pp. 31-32.MDS 64.9

    ¿Cómo se las arreglaba para sobrellevar todo esto? Aquellos que estaban a su lado pudieron confirmar con gratitud las reflexiones que Elena hizo posteriormente: “Pero había un aspecto alegre en todo esto. Mi Salvador parecía estar muy cerca de mí. Sentía su sagrada presencia en mi corazón y estaba agradecida por ello. Estos meses de sufrimiento fueron los meses más felices de mi vida debido al compañerismo de mi Salvador. El era la esperanza y corona dé mi regocijo. Estoy muy agradecida de que tuve esta experiencia porque conozco mejor a mi precioso Señor y Salvador...MDS 65.1

    “Al principio sentí que no podía soportar esta inactividad. Creo que me sentía molesta por la situación, y a veces me rodeaban las tinieblas. Esta falta de resignación tuvo lugar al comienzo de mi sufrimiento e invalidez, pero no pasó mucho tiempo antes que viera que la aflicción era parte del plan de Dios. Repasé cuidadosamente la historia de los últimos años y la obra que el Señor me había dado que hiciera. Ni una vez me había fallado. A menudo se había manifestado de una manera notable, y no vi nada en el pasado de lo cual quejarme. Comprendí que, como hebras de oro, habían ocurrido hechos preciosos a lo largo de esta severa experiencia.MDS 65.2

    “Entonces oré fervientemente y me di cuenta continuamente de cuán dulce consuelo hay en las promesas de Dios: ‘Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros’. ‘Vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él’ “. 14Manuscrito 75, 1893, citado en Bio,. t. 4, p. 33.MDS 65.3

    Por razones que sólo Dios puede explicar, Elena de White sufrió mucho en su vida. Sin embargo, fue una mujer notablemente productiva y activa, y de su sufrimiento provino una filosofía del sufrimiento que ha sido una roca sólida para millones. Su libro El ministerio de curación, además de muchos centenares de cartas dirigidas a personas que también estaban sobrellevando gran aflicción, jamás podrían haber sido escritos sin que su propia experiencia proveyera el marco humano para principios divinos básicos sobre este tema.MDS 65.4

    Una cosa es cierta: Elena de White jamás usó el hecho de que sufría muchas aflicciones físicas como un medio para que otros le tuviesen lástima. Por el contrario, cuando otros veían su espíritu alegre y su firme resolución bajo intensa adversidad física, cobraban ánimo. 15 Podrían citarse numerosas ocasiones que demuestran el variado estrés físico que Elena de White soportó sin quejarse. Por ejemplo, estando en Nueva Zelanda en 1893. tuvo problemas con abscesos en la dentadura. Sabía por experiencia que era alérgica a medicamentos para calmar el dolor. Recogemos la historia de su diario del 5 de julio: “La hermana Caro [una dentista] vino por la noche; está en la casa. La encontré en la mañana en la mesa del desayuno. Ella dijo: ‘¿Lamenta usted verme?’ Le contesté: ‘Ciertamente, me alegro de encontrarme con la hermana Caro. No estoy tan segura si me agrada encontrarme con la Sra. Dra. Caro, la dentista’.
    “A las diez yo estaba en la silla, y en un corto tiempo me fueron extraídos ocho dientes. Me sentí contenta de que el trabajo había terminado. No hice muecas de dolor ni gemí... Le había pedido al Señor que me fortaleciese y me diese gracia para soportar el doloroso proceso, y sé que el Señor oyó mi oración.
    “Después que los dientes fueron extraídos, la hermana Caro temblaba como la hoja de un álamo temblón. Las manos le temblaban, y estaba sufriendo de dolor... Tenía mucho temor de causarle dolor a la hermana White... Pero ella sabía que debía realizar la operación y procedió a ejecutarla”.
    El diario concluye con la paciente convirtiéndose en asistente, cuando Elena de White condujo a la Dra. Caro a una silla y encontró algo para refrescarla.—Manuscrito 81, 1893, citado en Bio., t. 4, p. 98.
    MDS 65.5

    Su vida de producción literaria y ministerio personal, más sus extensos viajes públicos, demuestran su vigorosa percepción del hecho de que la voluntad humana puede triunfar sobre las penurias físicas en la prosecución del plan de Dios para la vida de uno. En 1915, llegar a los 87 años de edad no era algo común. Su último trozo escrito del que se tenga conocimiento, una carta del 14 de junio de 1914, rebosaba de esperanza y gozo cristiano. 16Testimonios para los ministros, pp. 516-520. La causa de su muerte, como se registró tanto en su certificado de defunción como en los registros del custodio del cementerio, fue: “Miocarditis crónica; astenia resultante de la fractura intracapsular del fémur izquierdo (13 de febrero, 1915) (factor contribuyente); arteriosclerosis (factor contribuyente secundario)”.MDS 65.6

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